La guerra con Israel expone el vulnerable liderazgo de los ayatolás

La gestión de Jamenei durante el conflicto pone en duda su continuidad. El régimen iraní arrastra otras crisis: económica, política y de legitimidad Leer La gestión de Jamenei durante el conflicto pone en duda su continuidad. El régimen iraní arrastra otras crisis: económica, política y de legitimidad Leer  

La plaza de la libertad de Teherán ha sido escenario de un furor patriótico, en el que figuras relevantes del régimen se han dado un baño de masas en apoyo a su postura en la guerra de 12 días que libró contra Israel. El presidente iraní, Mesoud Pezeshkian, y el jefe de las fuerzas Quds, Esmail Qaani -que lidera una unidad especial de operaciones en el extranjero y se daba por muerto en un ataque israelí- han aparecido en los medios siendo abrazados por la muchedumbre. El líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, ha clamado victoria contra Israel y Estados Unidos tras alcanzar el alto el fuego.

Sin embargo, mientras las calles de Teherán vuelven a la normalidad, crece una niebla de incertidumbre sobre la situación actual del régimen y la serie de desafíos que enfrentará a partir de ahora, y que se suman a las crisis que ya padecía: económica, de aislamiento internacional y de legitimidad, con un creciente descontento social.

Una de las primeras medidas que ha tomado Teherán tras el conflicto es la construcción de una nueva instalación nuclear cerca de Natanz, donde se encontraban la mayoría de centrifugadoras de enriquecer uranio y que ha quedado dañada por los ataques israelíes y estadounidenses. Es difícil evaluar los daños del programa nuclear iraní. Tanto Israel como Estados Unidos bombardearon las tres principales plantas de enriquecimiento de uranio –Fordow, Natanz y la de Isfahán– y aseguran que el programa nuclear ha quedado completamente «borrado». Sin embargo, no está claro el alcance de los daños, si Teherán trasladó el uranio enriquecido a lugares más seguros y cuánto tiempo podría tardar en retomar sus actividades.

«Los preparativos para la recuperación, ya se habían previsto y nuestro plan es evitar cualquier interrupción en la producción o los servicios», aseguró el jefe de la organización atómica de Irán, Mohammad Eslami. Irán tenía más de 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60 por ciento, un nivel apto para poder fabricar hasta una decena de bombas nucleares. Por el momento, se desconoce su paradero, señaló Rafael Grossi, secretario general de la agencia atómica de Naciones Unidas (OIEA), tras reiterar la necesidad de que inspectores independientes evalúen el estado de las instalaciones.

«En el ámbito nuclear, la guerra con Israel podría llevar a algunos miembros del régimen a concluir que una bomba es ahora más esencial que nunca para disuadir futuras amenazas», explica a El Mundo, Ali Vaez, director del proyecto Irán del centro de estudios Crisis Group. «Sin embargo, la búsqueda de este objetivo solo puede conducir a una mayor confrontación con Israel y Estados Unidos», concluye.

Teherán, lejos de aceptar la evaluación de inspectores internacionales, ha suspendido la cooperación con la OIEA mediante una votación parlamentaria, hasta que el organismo internacional «reconozca su derecho a enriquecer uranio». El régimen se aleja así, de la cooperación internacional para alcanzar un nuevo pacto que suponga un alivio de las sanciones.

«Anteriormente, el problema nuclear de Irán se encontraba en vías de solución pacífica. Pero ahora, con la guerra y las bajas, no es tan fácil llegar a un acuerdo como antes. Los errores de EEUU (el ataque contra Irán) no solo no ayudaron a resolver el problema nuclear, sino que lo complicaron aún más», declaró en una entrevista con la agencia estatal Tasnim, Abbas Araghchi, ministro de Exteriores iraní, cerrando la puerta a un encuentro con EEUU para alcanzar un nuevo acuerdo.

Para Gilbert Achcar, académico del centro de estudios palestinos en la universidad de SOAS, que investiga a Irán y sus aliados en la región, los dilemas que enfrenta en la actualidad Teherán son fruto de sus propias políticas. «Irán hace las cosas a medias y luego parece que se sorprende cuando causan problemas. La mejor ilustración de esta política es enriquecer uranio al 60 por ciento, un nivel muy superior a lo que se necesita para fines pacíficos. ¿Por qué hacen esto? Este comportamiento intermedio es lo que los mete en este tipo de situaciones», explica a EL MUNDO.

Según Achcar, Irán empleó una estrategia similar desde el 7 de octubre con el Eje de Resistencia -la amalgama de milicias que operan en la región bajo la influencia de Teherán. «Irán optó por una respuesta a medias. Es decir, no intervino directamente, pero Hizbulá y los yemeníes (los militantes hutíes) entablaron un intercambio de fuego limitado con Israel, creyendo que este podría seguir siendo limitado», describe. «El resultado fue que Israel aprovechó la oportunidad no solo para aplastar a Hizbulá, como hemos visto, si no también atacar directamente a Irán en dos ocasiones en 2024 y ahora con una guerra de doce días que ha sido devastadora para el país», añade.

En 12 días de conflicto, los ataques israelíes causaron la muerte de más de 600 personas, en su mayoría civiles, pero también decenas de altos comandantes cercanos al ayatolá Jamenei y 15 científicos nucleares. Después de que la cúpula del régimen quedó prácticamente descabezada, surgen dudas sobre la capacidad de Jamenei para seguir gobernando en medio de este tumulto. Durante la guerra fue aislado en un búnker ante las amenazas de asesinato, por lo que delegó la toma de decisiones a un grupo reducido de la Guardia Revolucionaria, una poderosa rama militar que controla las decisiones de seguridad nacional, dejando el país prácticamente bajo la ley marcial. Al estar aislado, se cree incluso que la cúpula militar acordó el alto el fuego sin esperar el consentimiento de Jamenei.

Los analistas apuntan que los 12 días de guerra con Israel podrían acelerar el proceso de sucesión de Jamenei -que tiene 86 años- una cuestión sobre la que se especulaba ya antes del conflicto por el cambio de equilibrios de poder entre clérigos y militares que podría causar. «Las bajas militares plantean profundos interrogantes para el sistema sobre los elementos centrales de su doctrina de seguridad nacional, y por ende, del ayatolá. La guerra ha cerrado en parte una brecha entre el Estado y el descontento social, pero esto podría ser un alivio meramente temporal si no se abordan las causas políticas y económicas de este agravio», explica Vaez.

Por el momento, los intentos de grupos opositores de organizar a las masas como el príncipe heredero, Reza Pahlavi, o grupos secesionistas kurdos y azeríes, no parecen haber causado gran agitación social. No obstante, las autoridades han lanzado una campaña de detenciones de supuestos espías colaboradores de Israel -con más de 700 detenidos en dos semanas y seis ejecuciones- en su mayoría activistas kurdos, según denuncian organizaciones de derechos humanos. «Desde hace años, ha habido un levantamiento popular tras otro en Irán. Es evidente que una gran parte de la población rechaza al régimen, pero es difícil determinar qué porcentaje supone, debido a la falta de transparencia en el país», explica Achcar.

«Hay mucha especulación, pero es lógico esperar cierta agitación, sobre todo porque Jamenei tiene 86 años. Cuánto tiempo más vivirá, o cuánto tiempo podría desempeñar su cargo es una incógnita. Entonces, ¿Quién lo sucederá y cómo?, qué tipo de equilibrio existe entre los diferentes aparatos del régimen y cómo reaccionará la población a estos cambios es una gran incógnita», describe. Decenas de activistas exiliados críticos con el régimen, denunciaron la agresión militar israelí y aunque desean desde hace años un cambio de régimen, no creen que una supuesta caída de Jamenei conduzca el país hacia una apertura democrática, debido a la falta de alternativas con una propuesta política fuerte.

Fuentes iraníes señalaron al New York Times que Jamenei, ante las amenazas de derrocarlo surgidas durante la guerra con Israel, nombró a tres posibles sucesores para que se produzca una transición lo más estable posible. Sin embargo, otra investigación del mismo periódico señaló que elementos moderados dentro del régimen han aprovechado su aislamiento durante el conflicto para intentar ejercer una mayor influencia en el aparato estatal.

Según la filtración, el presidente Pezeshkian, el jefe del poder judicial, Gholam Hossein Mohseni; y el jefe del Estado Mayor, Abdol Rahim Mousavi, buscan redirigir la política del país hacia una postura más pragmática, restaurando cierto nivel de comunicación con Estados Unidos. Medios iraníes opositores también revelaron que el expresidente Hassan Rouhani -de tendencia moderada- se reunió con clérigos de alto rango en la provincia de Qom, para persuadir a Jamenei de que abandone el programa de enriquecimiento de uranio, revelando una creciente brecha en la postura unitaria que muestra constantemente Teherán. Para el analista Achcar, el balance de los sucesos que se han desarrollado tras el 7 de octubre es muy negativo para Irán y el régimen necesita reconducir su política de seguridad nacional si quiere sobrevivir.

«La posibilidad de reforzar a su aliado Hizbulá es muy difícil porque Irán ha perdido la vía principal para el envío de armas que era el régimen de (Bashar) Asad. Tras el colapso de Assad ha venido una guerra con Israel en la que Irán ha sufrido daños muy graves, mucho mayores que cualquier ataque infligido contra Israel, porque su enemigo tiene una clara superioridad militar», describe Achcar. «Así que el balance para Irán es muy negativo, y la victoria que proclama Jamenei, es ante todo, ridícula», concluye.

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