EL MUNDO accede al misterioso radar Duga, la instalación secreta junto a la central que permanece cerrada al público desde la invasión rusa Leer EL MUNDO accede al misterioso radar Duga, la instalación secreta junto a la central que permanece cerrada al público desde la invasión rusa Leer
En las puertas de acceso al complejo, oxidadas y ya fuera de sus bisagras, aún puede leerse: «Estación Civil de Comunicación Espacial», su principal tapadera, aunque nada tenía que ver con el espacio. Después de pasar junto a la garita abandonada hace ahora casi 30 años nos encontramos de golpe con el muro de antenas más grande del mundo, el enigmático radar Duga, de hasta 150 metros de altura y 500 metros de largo, uno de los proyectos más secretos de la antigua Unión Soviética, levantado junto a la central de Chernóbil.
Escondido en un bosque con árboles con gigantismo por la radiación, este radar, varado en medio de la zona de exclusión, sólo es visible a distancia, donde sí emerge inquietante sobre el horizonte. El viento produce melodías ululantes cuando atraviesa la tela de araña de metal, cuya misión real era detectar lanzamientos de misiles balísticos estadounidenses en los primeros minutos del despegue, rebotando ondas en la ionosfera para ver más allá del horizonte. Nos sumergimos en su largo pasillo, donde accedemos a toda la maquinaria energética y a las oficinas desde las que se controlaba este ingenio.
Volodimir Verbitsky, liquidador de la central nuclear y antiguo vecino de la ciudad muerta de Prypiat, nos muestra la parada del autobús que antecede a la vía que conduce al radar. Está decorada con el osito Misha, la mascota de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. «Los servicios secretos soviéticos idearon estos indicadores como un engaño. Se decía que esta carretera llevaba a un parque infantil, pero en realidad terminaba en el radar».
Denominado como «pájaro carpintero» en Occidente, por el sonido repetitivo que emitía en ondas de radio sin que se conociera la fuente, la URSS negó siempre su existencia hasta que resultó imposible hacerlo, precisamente a raíz del accidente de Chernóbil. Aún hoy nadie sabe porqué emitía una señal tan potente y rítmica, ni si fue un error de calibración, una característica deliberada o una interferencia no deseada.
Pero, ¿qué tienen que ver la central nuclear con este gigantesco complejo de antenas de la Guerra Fría? El radar Duga se levantó junto a la central nuclear de Chernóbil principalmente por razones energéticas. Funcionaba a través de potentes transmisores de alta frecuencia que requerían una fuente constante y segura de electricidad y que hoy están desmantelados. Un paseo por las tripas del complejo revela el saqueo intencionado de la maquinaria por parte de los servicios secretos de la URSS, que intentó que nunca se conociera nada sobre el software, los algoritmos y los sistemas de computación empleados. Todos sus manuales técnicos siguen desaparecidos y los pocos documentos disponibles están fragmentados.
«Como curiosidad, os diré que el radar sólo funcionó una noche al 100% de su potencial, y fue la noche del accidente del reactor 4», cuenta Verbitsky. La ciudad en la que vivían sus trabajadores era secreta en la era soviética. Llamada «Chernóbil 2», era imposible de visitar por el resto de habitantes ucranianos de la zona. «Yo iba a la escuela con varios niños que vivían en la ciudad que se levantó junto al radar. Ellos podían venir a Pripiat a mis cumpleaños, pero yo jamás pude ir a los suyos porque este lugar era secreto», cuenta Verbitsky.
Al igual que Pripiat, la ciudad Chernóbil 2 ha desaparecido engullida por el bosque. Vemos el edificio de los bomberos, la oficina de correos, el horno de la panadería… Todo detenido en el tiempo. «Aún hoy, Ucrania es bastante reacia a mostrar este lugar», comenta Verbitsky. «Llevan sin permitir entrar aquí a periodistas desde que comenzó la invasión rusa. Por supuesto, ahora el acceso a turistas está totalmente vetado», comenta Verbitsky. Algunas paredes están agujereadas de disparos. Las tropas rusas convirtieron esto en un campo de tiro.
El Duga fue un proyecto multimillonario con tecnología de radar, pero no hay evidencia pública sólida de que rindiera como se esperaba o para lo que fue diseñado. De hecho, muchos analistas creen que nunca funcionó correctamente, y que su mantenimiento fue más político que práctico.
Hubo otra estación gemela al Duga, conocida como Duga 2, en el lejano Oriente ruso, cerca de Komsomolsk del Amur. Servía como segunda línea de detección temprana, orientada hacia el océano Pacífico y el territorio de EEUU desde Asia, que además está mucho menos documentada. Se cree que nunca alcanzó plena operatividad, posiblemente por problemas técnicos o interferencias atmosféricas. Fue dejada a la intemperie y desmontada progresivamente por chatarreros. En realidad, lo que preservó el Duga de Chernóbil fue la radiación del accidente, que ha impedido un saqueo aún mayor porque es una de las zonas más contaminadas. Hoy permanece detenido en el tiempo, con su ciudad de productores oculta por el bosque, aún cargado de misterios.
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