Un desfibrilador para los centros históricos

Ninguna ciudad atractiva tiene la fórmula que evite la devastación comercial de su centro histórico. París, la inventora de los grandes almacenes, de los pasajes cubiertos o de los bulevares con tiendas tampoco lo ha logrado. En la capital francesa, la tasa de locales comerciales vacíos del centro se ha multiplicado por dos en los últimos 20 años, según el observatorio Codata.

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 Ninguna ciudad atractiva tiene la fórmula que evite la devastación comercial de su centro histórico. París, la inventora de los grandes almacenes, de los pasajes cubiertos o de los bulevares con tiendas tampoco lo ha logrado. En la capital francesa, la tasa de locales comerciales vacíos del centro se ha multiplicado por dos en los últimos 20 años, según el observatorio Codata.Seguir leyendo…  

Ninguna ciudad atractiva tiene la fórmula que evite la devastación comercial de su centro histórico. París, la inventora de los grandes almacenes, de los pasajes cubiertos o de los bulevares con tiendas tampoco lo ha logrado. En la capital francesa, la tasa de locales comerciales vacíos del centro se ha multiplicado por dos en los últimos 20 años, según el observatorio Codata.

Angustiada por todo ello y decidida a insuflar vida a las tiendas míticas que todavía sobreviven, la periodista parisina residente en Barcelona Charlotte Pavard ha recopilado en el libro autoeditado Paris, 20 boutiques mythiques una serie de aventuras comerciales que merecen tener continuidad. Bien, más que merecer, deberían poder sobrevivir para que cierta idea que tenemos de París se siga ajustando a la realidad.

Hay cultura de escaparate y escaparantes con cultura, como los 40 de Ciutat Vella

No solo figuran en esta guía establecimientos más o menos conocidos por el visitante habitual, como el histórico taxidermista Deyrolle de la Rue du Bac o la librería Shakespeare & Company, sino otras pequeñas joyas que por su atmósfera y encanto tienen el mérito de introducir al comprador en una novela de Zola o Balzac. Como el proveedor de colores Sennelier, la librería de viajes à l’ancienne Ulysse o la tienda Maille, que vende mostazas tiradas del surtidor. 

Cuidado, la autora advierte que algunas de estas boutiques pueden no tener una larga vida asegurada por delante.

Las causas de esta tendencia son globales. La venta online (como antes los grandes almacenes) desertiza las tiendas, el turismo a granel uniformiza los paisajes comerciales, los relevos generacionales no son siempre posibles, los alquileres se descontrolan y se extiende por todas partes la sensación de inseguridad.  Aunque en las estadísticas bajen efectivamente los delitos, factores como el deterioro generalizado de la salud mental y el impacto de drogas como el fentanilo elevan la percepción de peligro en las calles.

Marina Bover y la artista Mónica Rikic, en la tienda barcelonesa Atelier de Ballerinas, incluido en la ruta Aparadors Artístics de 2025
Marina Bover y la artista Mónica Rikić, en la tienda Atelier de Ballerinas 
HÄNSELIGRETEL

Por todo ello, tiene algo de heroico seguir levantando la persiana de una tienda en los centros históricos, en un contexto en el que siguen despareciendo lenta pero inexorablemente los locales míticos, así como aquéllos que no tienen tanto encanto por ser más recientes, pero que con su presencia contribuyen a que siga habiendo vida social de barrio en los cascos antiguos.

Hemos defendido aquí que la cultura no solo no gentrifica barrios como Ciutat Vella, sino que evita que se conviertan en monocultivos turísticos, ya que genera actividades que invitan a vecinos de otras zonas de la ciudad a desplazarse hasta allí. Cultura de teatro, de arte, de música, de cine, de librerías y de placas que señalan donde vivieron los escritores que nos gustan. Es decir, aquella cultura que no es de escaparate, aunque eso no implica que no pueda exhibirse en escaparates.

Porque el escaparate de los grandes almacenes anticipó el museo moderno. El cristal plano y las mejoras en la iluminación popularizaron tiempo ha la costumbre de enseñar objetos para que otros los vieran. La relación entre el escaparate y el arte tuvo después continuidad, más allá de las novelas realistas francesas. Dalí y Warhol ya intervinieron en comercios de Nueva York.

Que es lo mismo que ahora hacen los artistas convocados de nuevo por la plataforma Hänsel i Gretel de Fèlix Riera y Llucià Homs y Barna Centre, con apoyo del Ayuntamiento, (con el impuesto turístico) en los aparadores de 40 tiendas de Ciutat Vella.

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La relación incluye a artistas con obra pictórica y a otros que desarrollan su trabajo en entornos audiovisuales o tecnológicos, como Joan Fontcuberta , Mónica Rikić, Núria Güell , Lúa Coderch o Daniel García Andújar. Es decir, un frente amplio de artistas acuden (hasta el 31 de octubre) a la llamada de unas tiendas que también quieren ser museo.

¿Y el público? Están invitados a degustar este arte los caminantes de toda condición, si es que aún queda alguien que vaya por la calle sin mirar su teléfono móvil, que es el escaparate de nuestros días.

Jazz en Madrid

El Café Central de Madrid, uno de los clubs de jazz más importante de Europa, había programado su despedida para estos días de octubre, forzado a cerrar las puertas por la propiedad del inmueble, ubicado en pleno centro de la capital. Sin embargo, el club ha conseguido una prórroga que le permitirá seguir programando conciertos “al menos todo el 2025”. El nuevo ciclo de actuaciones ya no se denomina, como el anterior, “de despedida”, sino “de resistencia”.

 Cultura

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