La literatura científica ha demostrado que el esfuerzo sostenido no solo mejora el rendimiento , sino que también moldea el cerebro , gracias a la neuroplasticidad, creando nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo las existentes y promoviendo el crecimiento de nuevas células , lo que mejora funciones cognitivas como la memoria, atención y aprendizaje, incluso contrarrestando el deterioro por edad.Actividades que exigen concentración, como el estudio profundo o la práctica deliberada, estimulan estructuras como la corteza cingulada anterior y el hipocampo, claves para la disciplina y la memoria. La evidencia muestra además que los métodos que generan fricción – aquellos que no son fáciles ni inmediatos- favorecen una retención más duradera y una mayor resiliencia psicológica . Al superar repetidamente la incomodidad, se refuerzan circuitos cerebrales asociados a la perseverancia y la regulación emocional, lo que se traduce en más autocontrol y capacidad de esfuerzo a futuro . Así, la ciencia confirma que el esfuerzo continuado es un motor de cambio tanto cerebral como de identidad personal.«Elegir el camino fácil, como delegar todo a una inteligencia artificial, nos priva del crecimiento interno que se da al atravesar la dificultad»En una de sus más recientes publicaciones compartidas en sus plataformas digitales, el doctor Sebastián La Rosa – médico y divulgador especialista en alimentación, longevidad y bienestar integral – puso el foco el valor del esfuerzo y su impacto directo en el cerebro y en la formación del carácter.El divulgador argentino subraya que estudiar, investigar o escribir no siempre resulta placentero. Incluso cuando existe motivación o pasión por el tema, el proceso puede ser incómodo y requerir una gran dosis de concentración y sacrificio.Sin embargo, según explica el experto, es precisamente ese esfuerzo el que «estimula el desarrollo de áreas cerebrales vinculadas a la disciplina, la voluntad y la toma de decisiones, como la corteza cingulada anterior» . Esta región es crucial para la motivación, la fuerza de voluntad, la resolución de conflictos, la toma de decisiones y el control emocional, actuando como un centro que evalúa el esfuerzo versus la recompensa, detecta errores y gestiona la respuesta a estímulos aversivos o dolorosos, ayudando a persistir en metas y regular la acción.El médico alerta sobre una tendencia frecuente en la actualidad: la preferencia por la comodidad y la delegación de tareas personales a herramientas tecnológicas, como las inteligencias artificiales . «Elegir el camino fácil llega a la insatisfacción personal después. Puede parecer conveniente pero priva al individuo de ese crecimiento interno que solo se produce cuando se enfrenta la dificultad», indica.«Lo que más nos cuesta es lo que más nos transforma. Hacerlo, aunque no tengamos ganas, fortalece nuestra identidad y nos diferencia a largo plazo», resume el doctor en la grabación. La literatura científica ha demostrado que el esfuerzo sostenido no solo mejora el rendimiento , sino que también moldea el cerebro , gracias a la neuroplasticidad, creando nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo las existentes y promoviendo el crecimiento de nuevas células , lo que mejora funciones cognitivas como la memoria, atención y aprendizaje, incluso contrarrestando el deterioro por edad.Actividades que exigen concentración, como el estudio profundo o la práctica deliberada, estimulan estructuras como la corteza cingulada anterior y el hipocampo, claves para la disciplina y la memoria. La evidencia muestra además que los métodos que generan fricción – aquellos que no son fáciles ni inmediatos- favorecen una retención más duradera y una mayor resiliencia psicológica . Al superar repetidamente la incomodidad, se refuerzan circuitos cerebrales asociados a la perseverancia y la regulación emocional, lo que se traduce en más autocontrol y capacidad de esfuerzo a futuro . Así, la ciencia confirma que el esfuerzo continuado es un motor de cambio tanto cerebral como de identidad personal.«Elegir el camino fácil, como delegar todo a una inteligencia artificial, nos priva del crecimiento interno que se da al atravesar la dificultad»En una de sus más recientes publicaciones compartidas en sus plataformas digitales, el doctor Sebastián La Rosa – médico y divulgador especialista en alimentación, longevidad y bienestar integral – puso el foco el valor del esfuerzo y su impacto directo en el cerebro y en la formación del carácter.El divulgador argentino subraya que estudiar, investigar o escribir no siempre resulta placentero. Incluso cuando existe motivación o pasión por el tema, el proceso puede ser incómodo y requerir una gran dosis de concentración y sacrificio.Sin embargo, según explica el experto, es precisamente ese esfuerzo el que «estimula el desarrollo de áreas cerebrales vinculadas a la disciplina, la voluntad y la toma de decisiones, como la corteza cingulada anterior» . Esta región es crucial para la motivación, la fuerza de voluntad, la resolución de conflictos, la toma de decisiones y el control emocional, actuando como un centro que evalúa el esfuerzo versus la recompensa, detecta errores y gestiona la respuesta a estímulos aversivos o dolorosos, ayudando a persistir en metas y regular la acción.El médico alerta sobre una tendencia frecuente en la actualidad: la preferencia por la comodidad y la delegación de tareas personales a herramientas tecnológicas, como las inteligencias artificiales . «Elegir el camino fácil llega a la insatisfacción personal después. Puede parecer conveniente pero priva al individuo de ese crecimiento interno que solo se produce cuando se enfrenta la dificultad», indica.«Lo que más nos cuesta es lo que más nos transforma. Hacerlo, aunque no tengamos ganas, fortalece nuestra identidad y nos diferencia a largo plazo», resume el doctor en la grabación.
La literatura científica ha demostrado que el esfuerzo sostenido no solo mejora el rendimiento, sino que también moldea el cerebro, gracias a la neuroplasticidad, creando nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo las existentes y promoviendo el crecimiento de nuevas células, lo que mejora … funciones cognitivas como la memoria, atención y aprendizaje, incluso contrarrestando el deterioro por edad.
Actividades que exigen concentración, como el estudio profundo o la práctica deliberada, estimulan estructuras como la corteza cingulada anterior y el hipocampo, claves para la disciplina y la memoria. La evidencia muestra además que los métodos que generan fricción – aquellos que no son fáciles ni inmediatos- favorecen una retención más duradera y una mayor resiliencia psicológica.
Al superar repetidamente la incomodidad, se refuerzan circuitos cerebrales asociados a la perseverancia y la regulación emocional, lo que se traduce en más autocontrol y capacidad de esfuerzo a futuro. Así, la ciencia confirma que el esfuerzo continuado es un motor de cambio tanto cerebral como de identidad personal.
«Elegir el camino fácil, como delegar todo a una inteligencia artificial, nos priva del crecimiento interno que se da al atravesar la dificultad»
En una de sus más recientes publicaciones compartidas en sus plataformas digitales, el doctor Sebastián La Rosa – médico y divulgador especialista en alimentación, longevidad y bienestar integral – puso el foco el valor del esfuerzo y su impacto directo en el cerebro y en la formación del carácter.
El divulgador argentino subraya que estudiar, investigar o escribir no siempre resulta placentero. Incluso cuando existe motivación o pasión por el tema, el proceso puede ser incómodo y requerir una gran dosis de concentración y sacrificio.
Sin embargo, según explica el experto, es precisamente ese esfuerzo el que «estimula el desarrollo de áreas cerebrales vinculadas a la disciplina, la voluntad y la toma de decisiones, como la corteza cingulada anterior». Esta región es crucial para la motivación, la fuerza de voluntad, la resolución de conflictos, la toma de decisiones y el control emocional, actuando como un centro que evalúa el esfuerzo versus la recompensa, detecta errores y gestiona la respuesta a estímulos aversivos o dolorosos, ayudando a persistir en metas y regular la acción.
El médico alerta sobre una tendencia frecuente en la actualidad: la preferencia por la comodidad y la delegación de tareas personales a herramientas tecnológicas, como las inteligencias artificiales. «Elegir el camino fácil llega a la insatisfacción personal después. Puede parecer conveniente pero priva al individuo de ese crecimiento interno que solo se produce cuando se enfrenta la dificultad», indica.
«Lo que más nos cuesta es lo que más nos transforma. Hacerlo, aunque no tengamos ganas, fortalece nuestra identidad y nos diferencia a largo plazo», resume el doctor en la grabación.
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