Savina Paül, piloto de avión de 30 años: “En los días de viento lo más complicado para volar son las rachas y no la fuerza, aunque para los aviones no son un problema”

La piloto de aviación comercial Savina Paül, de 30 años, ha explicado en sus redes sociales cómo afecta el viento a los vuelos comerciales, un tema que suele generar inquietud entre los pasajeros. Con un lenguaje divulgativo y cercano, Paül aclara que, aunque el viento puede resultar incómodo para quienes viajan, para los aviones y las tripulaciones no supone un riesgo real.

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 Lo bueno de volar con viento es que se lleva la polución y limpia el aire, regalando puestas de sol increíbles  

La piloto de aviación comercial Savina Paül, de 30 años, ha explicado en sus redes sociales cómo afecta el viento a los vuelos comerciales, un tema que suele generar inquietud entre los pasajeros. Con un lenguaje divulgativo y cercano, Paül aclara que, aunque el viento puede resultar incómodo para quienes viajan, para los aviones y las tripulaciones no supone un riesgo real.

Pilotar con viento no es un problema

“¿Qué ocurre cuando hay mucho viento? Hablemos de cómo afecta a los aviones”, comienza la piloto. “Si vas a volar próximamente, guárdate esta información y recuerda: los días de viento no son un problema para los aviones: todo está calculado, contemplado y bajo control”, asegura. Según explica, cada modelo de aeronave cuenta con límites específicos de viento establecidos por el fabricante y, si se superan, “simplemente no se despega ni se aterriza”.

Avión despegando
Avión despegandoOCU / Europa Press

Paül aclara que lo que realmente complica la operación no es la intensidad del viento, sino su variabilidad. “Lo que más complica no es la fuerza o intensidad, sino las rachas”, explica. “Si el viento es demasiado variable, el avión avisa y el piloto aborta y repite la maniobra con seguridad”. De hecho, este procedimiento, conocido como “go around”, es una práctica habitual que se realiza por precaución y no implica peligro alguno.

En el clip, la piloto detalla cómo los profesionales controlan las condiciones antes y durante el vuelo. “Cada avión tiene sus propios límites de viento establecidos por el fabricante. Antes de despegar, sabemos exactamente la dirección e intensidad gracias a la información del aeropuerto y al indicador de viento en el Primary Flight Display de la cabina”, señala. “Si el viento es constante o laminar, no hay problema. Lo complicado es cuando es racheado, cuando cambia bruscamente de fuerza o dirección”.

Cuando esas variaciones son demasiado bruscas, el sistema del avión activa una alerta. “Si esa variación es muy fuerte, el avión nos avisa con una alerta ‘windshear’ y, si ocurre en aproximación, estamos obligados a hacer un go around, es decir, abortar el aterrizaje y volver a intentarlo o irnos a otro aeropuerto”, explica.

Paül también aclara que el viento cruzado, que es cuando sopla perpendicularmente a la pista, tampoco representa un peligro. “Cuando hay viento cruzado, simplemente apuntamos con el morro ligeramente hacia el viento y justo antes de tocar pista centramos el avión. Si el viento está fuera de límites, no se despega ni se aterriza. Se paran las operaciones”, afirma. Y añade un ejemplo con dato técnico incluido: “Un avión como el Airbus 330 puede aterrizar con vientos cruzados de hasta 40 nudos, más de 70 km/h”.

Lejos de ser una amenaza, la piloto destaca incluso el lado positivo de los días ventosos. “Aunque sean incómodos, no son motivo de preocupación. Al contrario, se lleva la polución, limpia el aire y nos regala puestas de sol espectaculares”, concluye.

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