¿Quedamos para leer? Las ‘reading parties’ aterrizan en España este verano

Hacía tiempo que Claudia Guillén quería acabar Nuestra parte de noche, la novela de Mariana Enríquez que ganó el premio Herralde en 2019. La avanzaba poco a poco, aprovechando algún trayecto en transporte público y en horas muertas. “El problema es que no dispongo de todo el tiempo libre que me gustaría”, confiesa a La Vanguardia . Por eso, cuando un amigo suyo le explicó que varias personas se estaban apuntando un domingo a leer en silencio en el centro comercial Maremagnum de Barcelona, decidió unirse. “No se conocían de nada. Me pareció un plan muy original. Soy lectora y jamás había oído hablar de algo así”.

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 Leer en silencio en grupo, sin necesidad de conocer al resto de personas, es cada vez más común en nuestro país  

Hacía tiempo que Claudia Guillén quería acabar Nuestra parte de noche, la novela de Mariana Enríquez que ganó el premio Herralde en 2019. La avanzaba poco a poco, aprovechando algún trayecto en transporte público y en horas muertas. “El problema es que no dispongo de todo el tiempo libre que me gustaría”, confiesa a La Vanguardia . Por eso, cuando un amigo suyo le explicó que varias personas se estaban apuntando un domingo a leer en silencio en el centro comercial Maremagnum de Barcelona, decidió unirse. “No se conocían de nada. Me pareció un plan muy original. Soy lectora y jamás había oído hablar de algo así”.

No se trata de ningún club de lectura, ni tampoco es obligatorio que luego se comente nada, pese a que es una buena oportunidad para socializar y conocer a otros amantes de los libros. El encuentro, bautizado como la fiesta de la lectura, lo organizó la editorial Planeta tras el éxito de una convocatoria previa en el museo del ferrocarril de Madrid. 

La 'reading party' que se celebró en el Maremagnum
La ‘reading party’ que se celebró en el Maremagnum
 Mane Espinosa

“Queríamos hacer algo chiquitito pero resultón. Que se pudiera controlar pero, a la vez, que uniera a muchas personas con una pasión en común: la lectura. La idea es repetir esta misma acción en diferentes ciudades de España con el fin de descentralizar la cultura”, explican desde Planeta de Libros.

Entre los lectores asistentes, se mezclaron varios escritores que, pasada la hora de lectura,. compartieron impresiones con sus compañeros de mesa sobre los capítulos que les había dado tiempo a leer, como el periodista y ganador del último premio Fernando Lara, Sergio Vila-Sanjuán; la premio Nadal de 2017 Care Santos; Rosa Ribas, que acudió al festejo con unos amigos que venían de Alemania “que no descartan replicar allí algo similar”; o Juan Trejo, quien reconoció que “dedicarle tiempo a la lectura hoy en día es poco menos que un acto íntimo de insurrección contra la aceleración y la inconsciencia en la que vivimos sumidos”. 

Ninguno de ellos había asistido antes a lo que internet ya ha bautizado como una reading party , pero no dudan en que volverán a repetir. Tendrán oportunidad de hacerlo, pues cada vez son más las iniciativas, tanto espontáneas como organizadas, que nacen en diferentes puntos de España y que se inspiran en las originarias de Nueva York.

“Las ‘reading parties’ han empezado a expandirse gracias a las redes sociales”, cuenta Violeta Dávila

“En Estados Unidos han ido a más tras la pandemia y han empezado a expandirse a otros países gracias a las redes sociales, donde la idea parece que ha causado verdadero furor, pues cada vez son más habituales los vídeos que muestran a gente desconocida que se junta para leer”, explica Violeta Dávila, al frente del festival Leer Juntos, un certamen dedicado a la lectura que se celebró en Madrid el pasado mes de febrero y que organizó una de las primeras reading party del país. 

“Tenía todo el sentido del mundo hacerla pues nuestro encuentro está dedicado a la lectura, ¿y qué mejor forma de celebrarla? Hay mil dinámicas válidas para organizar algo así. En nuestro caso, acotamos el aforo y pedimos a la gente que trajera un libro para leer y otro para intercambiar. Este último podía ser de segunda mano. Lo que si que pedíamos que fuera un ejemplar que recomendase ý que fuera especial por alguna razón”.

Las escritoras Rosa Ribas y Care Santos, en una fiesta de la lectura
Las escritoras Rosa Ribas y Care Santos, en una fiesta de la lectura 
Mane Espinosa

Las ferias del libro también son un momento muy oportuno para realizar una actividad de este tipo, tal y como demostró Zaragoza el primer fin de semana de junio. Entre otras cosas, porque los autores pueden unirse una vez que han terminado de firmar en sus respectivas casetas. 

De igual modo, cada vez es más habitual organizar fiestas lectoras antes de la presentación de un libro. Esto es especialmente común en el ámbito de la literatura juvenil. Un ejemplo fue la que se celebró con motivo de la publicación de la última entrega de la saga Powerless , de Lauren Roberts. Una vez terminada la lectura en silencio, los narradores del audiolibro leyeron algunos capítulos, lo que demuestra que no hay una forma concreta de festejar el amor por los libros.

La solidaridad también acostumbra a estar presente en este tipo de actos. Poco antes de la verbena de San Juan, Bilbao celebró su primera reading party benéfica. Si bien estas reuniones acostumbran a ser gratuitas, esta vez se cobró entrada y el dinero se donó a la asociación Goazenup, que promueve el bienestar humano y medioambiental. 

El novelista Mikel Santiago fue el anfitrión: “Tenía mucha curiosidad por saber más sobre esta propuesta y debo decir que me encantó. Fue como ir a hacer yoga multitudinario. La dimensión social de estar leyendo a la vez con mucha gente te ayuda a profundizar y a estar sentado, sin tener prisa por hacer nada más. Estableces límites porque te propones esa hora dedicarla a leer, es decir, a ti mismo. Es innegociable distraerte con el teléfono. Tiene ese factor profiláctico del exterior”.

”Leer con mucha gente te ayuda a estar sentado, sin tener prisa por hacer nada más”, dice Mikel Santiago

La librería Calders de Barcelona también ha empezado a organizar estos encuentros cada miércoles y viernes de julio, aunque su librera, Isabel Sucunza, explica que, en este caso, la idea no vino del otro lado del Atlántico, sino de su propia experiencia. “Hace muchos años, yo trabajé en un programa en TV3 que se llamaba L’hora del lector , y con los compañeros siempre hacíamos la broma de que cualquier día emitiríamos un episodio en el que estuviéramos todos leyendo y sin decir nada. Obviamente, eso era televisión y no nos lo hubieran permitido, pero tenía todo el sentido del mundo. Este pensamiento se me quedó en la cabeza y, con la llegada del verano, pensamos que era el momento ideal”.

No solo el sector editorial ve con buenos ojos las fiestas lectoras, que acostumbran a ser intergeneracionales. Psicólogos y sociólogos también ven interesantes estas juntadas. Como dice Sucunza, “en estos tiempos que corren, cualquier espacio libre de pantallas es bienvenido”.

De una azotea de Nueva York al mundo entero

Fue un grupo de amigos –Ben Bradbury, Charlotte Jackson, John Lifrieri y Tom Worcester –, quien popularizó en 2023 a gran escala el concepto de las reading parties o fiestas de lectura, “unos encuentros muy básicos pero que estaban fuera de lo común”, como ellos mismos reconocen a La Vanguardia
“Todo empezó en una azotea de Nueva York. La intención era encontrar más tiempo para leer en una ciudad ocupada. Rápidamente, se convirtió en un espacio para que las personas encontraran pertenencia”. Su propuesta era leer 30 minutos con música relajante de fondo, seguidos de una pequeña pausa para intercambiar lecturas con el compañero y, de nuevo, otros 30 minutos.
Empezaron a compartir esos encuentros en redes, bajo el usuario Reading Rhythms, y los vídeos se compartieron por todo el mundo, lo que les llevó a organizar nuevos eventos en otras ciudades, como Londres, Los Ángeles o Milán. Ahora, casi dos años después, estas fiestas literarias parecen haber calado entre los lectores de diferentes países, hasta el punto de que son ellos quienes organizan las suyas propias.

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