Paradojas ciudadanas

En el debate político-económico de hoy, hay consenso en certificar la disociación entre mejoras macroeconómicas, medidas por el aumento del PIB o del empleo, y su percepción por el común de la ciudadanía: mientras el primero lleva años de notables incrementos, las apreciaciones individuales del crecimiento son más insatisfactorias. Porque, para cada familia, lo determinante de su percepción de lo que sucede en la economía del país no es el incremento agregado del PIB, sino el de su ingreso: poco importa lo que haga el primero si ello no se traduce en aumentos del segundo.

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 En el debate político-económico de hoy, hay consenso en certificar la disociación entre mejoras macroeconómicas, medidas por el aumento del PIB o del empleo, y su percepción por el común de la ciudadanía: mientras el primero lleva años de notables incrementos, las apreciaciones individuales del crecimiento son más insatisfactorias. Porque, para cada familia, lo determinante de su percepción de lo que sucede en la economía del país no es el incremento agregado del PIB, sino el de su ingreso: poco importa lo que haga el primero si ello no se traduce en aumentos del segundo.Seguir leyendo…  

En el debate político-económico de hoy, hay consenso en certificar la disociación entre mejoras macroeconómicas, medidas por el aumento del PIB o del empleo, y su percepción por el común de la ciudadanía: mientras el primero lleva años de notables incrementos, las apreciaciones individuales del crecimiento son más insatisfactorias. Porque, para cada familia, lo determinante de su percepción de lo que sucede en la economía del país no es el incremento agregado del PIB, sino el de su ingreso: poco importa lo que haga el primero si ello no se traduce en aumentos del segundo.

Un camarero en un bar de Barcelona
Un camarero en un bar de Barcelona
Andrea Martínez / Colaboradores LV

Y el ciudadano tiene razón: una cosa es el incremento del PIB, otra distinta la de la renta por habitante y otra muy diferente la de la renta de cada uno de los hogares. ¿Qué determina la disparidad en los avances de estas magnitudes? En el tránsito del PIB a la renta familiar juegan un papel relevante los cambios en el empleo, en la productividad del trabajo, en la población y en la distribución personal del ingreso.

El crecimiento se percibe positivo para los más ricos, pero no para el resto del país

En España, entre el 2018 y el 2024, el PIB aumentó acumuladamente un 8,9%, un buen resultado pese a la catastrófica caída provocada por la covid. Ese avance fue el resultado de un incremento más elevado del empleo equivalente a tiempo completo (de un 13%) y de una decepcionante caída de la productividad por ocupado (del -2,6%), reflejo de un modelo de crecimiento que presenta un marcado sesgo hacia la ocupación. Además, dado que en aquellos años la población aumentó un 5,2% (unos 2,4 millones), se comprende que el PIB por habitante avanzara únicamente un 3,5% (a razón de un reducido 0,6% por año).

Pero eso no es todo. Ese incremento medio del PIB/habitante nada nos dice respecto de su distribución entre los distintos individuos: si fuera igualitaria, aquel aumento sería similar para cada ciudadano. Pero este no es, en absoluto, el caso en nuestras sociedades, en las que una parte reducida de familias acumula una elevada proporción del ingreso nacional. En nuestro país, por ejemplo, en el 2024 la Encuesta de Presupuestos Familiares muestra como el 20% de las familias más ricas absorbía el 40% de la renta nacional, mientras que el 50% de las que menos tenían solo conseguía un 28%. ¿Resultado? Muy diferentes percepciones sobre cómo afecta el crecimiento según el grupo social: muy positivas para los más ricos y claramente negativas para una parte notable del país.

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Josep Oliver Alonso

La ocupación ha crecido con fuerza, el PIB ha avanzado a un ritmo inferior, el PIB/habitante ha aumentado menos todavía y mucho menos el de la renta de las familias de menores ingresos. ¿Qué hacer para reducir esas disparidades? No hay recetas mágicas, aunque si las hay de conocidas y sean poco apetecibles. Para mejorar el bienestar del conjunto no hay más cera que la que arde: la productividad debe crecer. Para mejorar la renta individual, la redistribución es la receta.

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