Novelas sin guion

Ferran Torrent es un novelista de personajes. Sus lectores recordamos la irrupción del detective Toni Butxana, en compañía del periodista y exboxeador Hèctor Barrera, una prefiguración de lo que después, a partir de Gràcies per la propina (1994), fue Ferran Torres, alter ego del autor. Torrent mezcla personajes. Los hermanos Torres coinciden con otros tan memorables como el comisario Tordera, el falsificador Regino, el Llargo, el Messié, el periodista de investigación Marc Sendra o el aspirante a alcalde Juan Lloris. Ahora, en El jo que no mor (Columna, 2025), recupera al Mítico Regino. El falsificador, de quien habíamos aprendido a apreciar la ambivalencia moral en novelas como Poder contar-ho (2019) o Memòries de mi mateix (2023), aparece aquí en sus inicios delictivos, en la Valencia de los sesenta. Torrent se atreve a mezclar sus entrañables criaturas de ficción con el animal más bello del mundo, Ava Gardner, que huye de un Madrid que recuerda al de Ayuso para refugiarse en la mediterránea Valencia. La combinación le sale bien. Ava va de incógnito, disfrazada de millonaria norteamericana, y el falsificador no conoce esta identidad falsa, a diferencia del director del hotel Metropol donde se hospeda. Este juego de la doble máscara le funciona de maravilla. Como en otras novelas suyas, la trama trasciende el mundo de la pequeña delincuencia local e incluye elementos de política internacional. Un agente soviético de origen valenciano que regresa con una misión secreta, un agente del Mossad que se dedica a recuperar obras de arte expoliadas por los nazis y los franquistas que alimentan al falsificador, como el general Moreno, con quien Regino trafica.

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 Ferran Torrent es un novelista de personajes. Sus lectores recordamos la irrupción del detective Toni Butxana, en compañía del periodista y exboxeador Hèctor Barrera, una prefiguración de lo que después, a partir de Gràcies per la propina (1994), fue Ferran Torres, alter ego del autor. Torrent mezcla personajes. Los hermanos Torres coinciden con otros tan memorables como el comisario Tordera, el falsificador Regino, el Llargo, el Messié, el periodista de investigación Marc Sendra o el aspirante a alcalde Juan Lloris. Ahora, en El jo que no mor (Columna, 2025), recupera al Mítico Regino. El falsificador, de quien habíamos aprendido a apreciar la ambivalencia moral en novelas como Poder contar-ho (2019) o Memòries de mi mateix (2023), aparece aquí en sus inicios delictivos, en la Valencia de los sesenta. Torrent se atreve a mezclar sus entrañables criaturas de ficción con el animal más bello del mundo, Ava Gardner, que huye de un Madrid que recuerda al de Ayuso para refugiarse en la mediterránea Valencia. La combinación le sale bien. Ava va de incógnito, disfrazada de millonaria norteamericana, y el falsificador no conoce esta identidad falsa, a diferencia del director del hotel Metropol donde se hospeda. Este juego de la doble máscara le funciona de maravilla. Como en otras novelas suyas, la trama trasciende el mundo de la pequeña delincuencia local e incluye elementos de política internacional. Un agente soviético de origen valenciano que regresa con una misión secreta, un agente del Mossad que se dedica a recuperar obras de arte expoliadas por los nazis y los franquistas que alimentan al falsificador, como el general Moreno, con quien Regino trafica.Seguir leyendo…  

Ferran Torrent es un novelista de personajes. Sus lectores recordamos la irrupción del detective Toni Butxana, en compañía del periodista y exboxeador Hèctor Barrera, una prefiguración de lo que después, a partir de Gràcies per la propina (1994), fue Ferran Torres, alter ego del autor. Torrent mezcla personajes. Los hermanos Torres coinciden con otros tan memorables como el comisario Tordera, el falsificador Regino, el Llargo, el Messié, el periodista de investigación Marc Sendra o el aspirante a alcalde Juan Lloris. Ahora, en El jo que no mor (Columna, 2025), recupera al Mítico Regino. El falsificador, de quien habíamos aprendido a apreciar la ambivalencia moral en novelas como Poder contar-ho (2019) o Memòries de mi mateix (2023), aparece aquí en sus inicios delictivos, en la Valencia de los sesenta. Torrent se atreve a mezclar sus entrañables criaturas de ficción con el animal más bello del mundo, Ava Gardner, que huye de un Madrid que recuerda al de Ayuso para refugiarse en la mediterránea Valencia. La combinación le sale bien. Ava va de incógnito, disfrazada de millonaria norteamericana, y el falsificador no conoce esta identidad falsa, a diferencia del director del hotel Metropol donde se hospeda. Este juego de la doble máscara le funciona de maravilla. Como en otras novelas suyas, la trama trasciende el mundo de la pequeña delincuencia local e incluye elementos de política internacional. Un agente soviético de origen valenciano que regresa con una misión secreta, un agente del Mossad que se dedica a recuperar obras de arte expoliadas por los nazis y los franquistas que alimentan al falsificador, como el general Moreno, con quien Regino trafica.

Entrevista Ferran Torrent, escritor. Valencia 28 enero 2025. Ferran Torrent i Llorca es un escritor y periodista español en lengua valenciana. Es uno de los escritores valencianos actuales más reconocidos en toda España.
Ferran Torrent i Llorca es un escritor y periodista español en lengua valenciana
Miguel Lorenzo / Colaboradores

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A Ferran Torrent el juego de la doble máscara con Ava Gardner le funciona de maravilla

Otra de las peculiaridades es estilística. Como si se tratara de una plaga bíblica, los guiones han desaparecido de la faz de la novela. Los guiones tipográficos, se entiende. Desaparecen los signos de puntuación que usamos para introducir las intervenciones orales, pero no los diálogos, que Torrent emplea con maestría como método descriptivo para caracterizar a los personajes. Aquí también nos imaginamos cómo son por lo que dicen y por cómo lo dicen, pero lo dicen sin avisar. No es la primera vez que Torrent prescinde de los guiones, porque en Memòries de mi mateix (2023) ya mezclaba diálogos en un mismo párrafo, pero el efecto es notable. Al principio incomoda la lectura, hasta que entras. Recuerdo que me pasó lo mismo con los libros de Saramago, que se saltaba las normas de puntuación. Abominaba de los puntos suspensivos y los sustituía por comas, que llamaba marcas de pausa. Cuando en 2004 pude entrevistarlo en la Feria de Guadalajara, me dijo que un exceso de signos de puntuación es como una carretera con demasiadas señales de tráfico, que distrae.

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