Nona Fernández: “En democracia no pueden tener voz aquellos que son antidemocráticos”

Para la escritora Nona Fernández (Santiago de Chile, 1971), Barcelona no es una ciudad desconocida. No solo porque la ha visitado en un sinfín de ocasiones, sino también porque vivió en ella. “Se siente muy familiar”, dice entre risas. Sin embargo, la visita de este año no es casual. El pasado lunes abrió, con un coro de lecturas a viva voz junto a otros escritores latinoamericanos, la cuarta edición del festival KM Amèrica. “Es una manera de confrontarnos con el público español y dialogar entre los autores. Pensar juntos, ver qué estamos haciendo y cómo pensamos el mundo”, reflexiona. 

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 La escritora chilena avanza a La Vanguardia que publicará ‘Marciano’ en octubre, una obra que recogerá las conversaciones que sostuvo con uno de los fusileros que intentó matar a Pinochet en 1986  

Para la escritora Nona Fernández (Santiago de Chile, 1971), Barcelona no es una ciudad desconocida. No solo porque la ha visitado en un sinfín de ocasiones, sino también porque vivió en ella. “Se siente muy familiar”, dice entre risas. Sin embargo, la visita de este año no es casual. El pasado lunes abrió, con un coro de lecturas a viva voz junto a otros escritores latinoamericanos, la cuarta edición del festival KM Amèrica. “Es una manera de confrontarnos con el público español y dialogar entre los autores. Pensar juntos, ver qué estamos haciendo y cómo pensamos el mundo”, reflexiona. 

No es el único desafío que la trajo nuevamente a España. La autora chilena alista la publicación de su libro Marciano. Una obra que -avanza en exclusiva a La Vanguardia– estrenará en octubre próximo en España y Chile. La fecha del debut no era lo único que se mantenía en secreto, también de qué se trataría su nueva novela. El escrito nace a partir de las conversaciones que sostuvo la escritora con Mauricio Hernández Norambuena -conocido como el comandante Ramiro- uno de los fusileros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que organizó el atentado al dictador chileno Augusto Pinochet en 1986.

Escribir sobre la historia chilena la apasiona, se nota en la forma que habla con soltura sobre un tema al que ha dedicado parte importante de sus obras. Su última entrega, ¿Cómo recordar la sed? , surgió en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile. Un ensayo que reflexiona sobre los escombros del tiempo y la historia, luego del bombardeo al Palacio de La Moneda en 1973. 

Usted ha dicho que la historia tiene forma de bombardeo, una explosión sin dirección a través del tiempo. ¿Cómo se puede construir la historia si no tiene una forma concreta?

Bueno, ese es el desafío. La historia es muy difícil clausurarla u organizarla. Hay que desconfiar de la historia que se nos ha contado y siempre tenemos que volver a revisarla. A partir de los hechos históricos me he dado cuenta que la linealidad temporal es una ficción que hemos creado para poder entendernos. Si no, sería una locura. Chile tiene su propio bombardeo, pero cada país y nación, y lo estamos viendo ahora en el mundo, vuelve a esa pesadilla. Yo tengo la fantasía de que no hemos terminado de comprender lo que eso significa. 

No hay una forma única de contar la historia entonces.

Yo creo que la historia se construye a partir de muchas historias. Es una cantidad de capas sedimentadas de tiempo y versiones, y creo que siempre tenemos que estar revolviendo esas capas. Hay claves que no hemos visto, que nos ayudarían a entender mejor nuestro presente y a observar mejor ese futuro bombardeo. Porque va a haber uno futuro si no terminamos de entenderlo.

No sé si la literatura alcanza, si el lenguaje alcanza, si hay palabras que puedan servir de sanación o de esperanza en Gaza.

¿Cuánto de la memoria del golpe militar quedó sepultada bajo los escombros de La Moneda?

El libro trata del bombardeo en La Moneda como un espejo de otros bombardeos. La historia chilena se ha construido como se construyen todas las historias, con versiones que normalmente los vencedores construyen. Y en esa versión se quedan millones de cosas afuera, millones de escombros afuera. ¡Son tantas las claves dictatoriales en las que todavía nos movemos y no queremos asumir! Creo que no pensamos todavía en las heridas que quedan, en la no reparación, en la no justicia, en los cuerpos de la gente que no vamos a saber nunca dónde están. 

Ha mencionado los bombardeos actuales, como por ejemplo lo que ocurre hoy en la franja de Gaza. ¿Qué puede aportar la literatura a la memoria de este conflicto?

Me cuesta pensar en algo útil para Gaza ahora. No sé si la literatura alcanza, si el lenguaje alcanza, si hay palabras que puedan servir de sanación o de esperanza. Honestamente creo que ya nos quedamos sin palabras en lo que está pasando.

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Entrevista a la escritora chilena Nona Fernández en el Hotel Concordia 
Miquel González

Hace dos años se conmemoraron 50 años del golpe militar en Chile y, aunque se han hecho esfuerzos, parece no haber un discurso común sobre lo que significó la dictadura. ¿Por qué?

Me gustaría tener las respuestas claras, pero yo creo que tuvimos una transición democrática que no fue lo suficientemente firme para proteger la democracia. En democracia no pueden tener voz aquellos que son antidemocráticos. Es casi como ridículo tolerar a quienes no te toleran o tolerar a quienes dañan. Como se permitió demasiado, esas semillas que quedaron plantadas en la dictadura hoy han crecido y son árboles feroces. 

Ha reaparecido ese discurso, entre candidatos presidenciales por ejemplo.

Creo que en el caso chileno estamos en la revancha de la revuelta social, que también fue muy extrema. Se sintieron demasiado desprotegidos y lo que están haciendo ahora es aplastar todos los discursos que comenzaron a tomar lugar en la sociedad. El feminismo, la ecología, los pueblos originarios, las mal llamadas disidencias. Lo que están haciendo es volver a ordenar el gallinero y para eso qué mejor discurso que el pinochetista. Además, los medios de comunicación, con todo respeto, visualizan de manera muy irresponsable esos discursos. Hay que proteger la democracia por débil que sea y tener límites éticos. Creo que los medios no están teniendo límites éticos democráticos.

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Hay un gesto simbólico tremendo. Si de verdad llegásemos a tener a un presidente pinochetista, o a una presidenta, que vuelva a poner sobre la mesa esos discursos, yo creo que ocurrirá algo tremendo porque van a haber reacciones. Y nos va a explotar en la cara todo. Por ejemplo, todo lo que está pasando en Argentina. Si Milei sale en las próximas elecciones, el daño que se ha hecho es irreparable durante muchas décadas. Eso lo paga la ciudadanía. Yo no quiero que eso pase con nosotros. Hemos hecho grandes avances y hay que protegerlos. 

El segundo semestre publicará su novela Marciano, ¿esta obra nos llevará a nuevos planetas literarios?

Nos va a llevar a un sitio marciano (ríe), a un sitio extraño, también a un planeta, yo diría, bastante desconocido, cuyas lógicas son difíciles de comprender del todo. Está establecido a partir de una serie de conversaciones que mantuve y he mantenido en la cárcel de alta seguridad de Rancagua con Mauricio Hernández Norambuena, el comandante Ramiro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, uno de los fusileros que intentó matar a Pinochet. Cuando era chico le decían marciano y es un ser muy especial.  Implica comprender a un guerrillero en el mundo contemporáneo e implica entender a alguien que ha estado en un presidio muy extremo durante 23 años. Es un ser muy marciano. Muy fuera de las lógicas del mundo contemporáneo.

¿Qué pudo descubrir en esas conversaciones?

Su memoria construye muy poco recuerdo, porque el presente está estancado, es todos los días lo mismo, y donde el pasado está muy vivo. Es un intento por entender esa psiquis, entender esa memoria y por completar también parte de la historia de la lucha armada chilena. A ese planeta es al que nos vamos. 

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