Tras perder el 7 de septiembre las elecciones en la provincia de Buenos Aires en forma contundente ante el peronismo, un ala del gobierno insistió a Milei en que dejara de lado su estilo frío y economicista y «conectara» con los electores Leer Tras perder el 7 de septiembre las elecciones en la provincia de Buenos Aires en forma contundente ante el peronismo, un ala del gobierno insistió a Milei en que dejara de lado su estilo frío y economicista y «conectara» con los electores Leer
Tras una semana de crecientes críticas y desconcierto en el gobierno, el presidente argentino, Javier Milei, buscó retomar la iniciativa al presentar este lunes un presupuesto nacional para 2026 con énfasis en educación, salud y pensiones.
«Este presupuesto aumenta el gasto en jubilaciones en un 5% y en salud en un 17%, ambas partidas por encima de la inflación. El gasto en educación también aumenta un 8% por encima de la inflación», aseguró Milei, que hasta ahora lleva casi dos años gobernando con el último presupuesto aprobado por el peronista Alberto Fernández.
«En definitiva, si el presupuesto es el plan de gobierno, y el 85% está destinado a educación, salud y jubilaciones, quiere decir que la prioridad de este gobierno, tal como siempre dijimos, es el capital humano», añadió.
Tras perder el 7 de septiembre las elecciones en la provincia de Buenos Aires en forma contundente ante el peronismo, un ala del gobierno insistió a Milei en que dejara de lado su estilo frío y economicista y «conectara» con los electores. Algo de eso intentó en el discurso televisado por cadena nacional, que implica que todos los canales de televisión y radios están obligadas a interrumpir su programación y emitir las palabras del presidente.
Así y todo, Milei no logró sonar demasiado cálido ni cercano, aunque se preocupó por enfatizar que «lo peor ya pasó» y por agradecer a los ciudadanos el esfuerzo hecho en los primeros 21 meses de gobierno.
«Este proyecto se ciñe a una regla fiscal inquebrantable. Está planteado con el superávit fiscal primario tal que, al cierre del ejercicio, Argentina se encuentre en superávit fiscal o en equilibrio fiscal», insistió el presidente de la tercera economía de América Latina antes de entrar en detalles técnicos acerca del presupuesto.
«Cuenta con restricciones de financiamiento, impidiéndole al Tesoro Nacional financiarse a través del Banco Central, porque esto implica emisión monetaria y el retorno al infierno inflacionario. También presenta una regla de estabilidad fiscal. Es decir, si los ingresos caen o los gastos superan lo previsto, se deberán ajustar las partidas para mantener el equilibrio fiscal».
«Sólo por haber alcanzado el equilibrio fiscal, y por mantenerlo a lo largo del tiempo, Argentina alcanzaría, según diversos estudios, una base de crecimiento del 5% anual. Y si al equilibrio fiscal le sumamos las reformas que queremos llevar adelante, podríamos estar hablando de un crecimiento de un 8% anual», prometió Milei.
El problema del presidente es que los mercados financieros están mostrando una creciente desconfianza en su programa económico, al tiempo que las encuestas muestran que los votantes que lo apoyaron en la segunda vuelta de 2023, en la que derrotó al peronismo, están crecientemente desencantados. En parte porque la economía no muestra la evolución prometida, más allá de la baja de la inflación, y en parte por el escándalo de corrupción con los fondos de la Agencia Nacional de Discapacidad, un asunto en el que presuntamente está involucrada Karina Milei, hermana del presidente y la persona más poderosa del gobierno.
Milei tiene un desafío clave el 26 de octubre, cuando todo el país vote para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Si hasta hace pocas semanas se le auguraba al gobierno una victoria cómoda, ahora todo son dudas. Seguramente por eso el presidente argentino cerró su discurso pidiendo expresamente paciencia y apoyo.
«Quiero terminar con una breve reflexión. Nos ha costado mucho llegar aquí. Todos hemos hecho enormes esfuerzos para salir del pozo en el que estábamos cuando asumimos. Y si bien el camino es arduo, el rumbo es el correcto. Tenemos que entender como país, y como sociedad, que si no terminamos el proceso de cambio que hemos emprendido, habremos tirado a la basura todo el esfuerzo que hemos hecho».
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