Mario Conde o la euforia desmedida -y sin escrúpulos- del ganador

Mario Conde se convirtió en uno de los principales y más polémicos protagonistas de la economía española de los años 90 del siglo pasado de la forma más inesperada. Sin formación financiera, pero contactos y buen olfato para los negocios, el entonces joven abogado del Estado se hizo junto a su amigo Juan Abelló Gallo en 1987 con un 5% del capital del Banco Español de Crédito (Banesto) tras vender la farmacéutica Antibióticos SA al grupo italiano Montedison. Conde y Abelló habían coincidido, precisamente, en el laboratorio familiar del segundo, donde el primero fue fichado como director general.

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 El banquero estrella de los 90 se hizo con el control de Banesto para abortar una opa lanzada por el Banco de Bilbao y emprender un agresivo modelo de gestión que llevó a la intervención de la entidad y su condena por estafa y apropiación indebida  

Mario Conde se convirtió en uno de los principales y más polémicos protagonistas de la economía española de los años 90 del siglo pasado de la forma más inesperada. Sin formación financiera, pero contactos y buen olfato para los negocios, el entonces joven abogado del Estado se hizo junto a su amigo Juan Abelló Gallo en 1987 con un 5% del capital del Banco Español de Crédito (Banesto) tras vender la farmacéutica Antibióticos SA al grupo italiano Montedison. Conde y Abelló habían coincidido, precisamente, en el laboratorio familiar del segundo, donde el primero fue fichado como director general.

La entidad, anclada en el pasado, era ya objeto de deseo por el potencial que ofrecía su cartera de crédito y sus clientes particulares. Hasta el punto que coincidiendo con la jugada de Conde y Abelló para convertirse en los primeros accionistas, el Banco de Bilbao lanzó sobre la entidad una opa que el consejo de administración no aceptó.

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La presión y los planes de Conde para salvar y renovar Banesto acabaron forzando primero la dimisión de su vicepresidente y consejero delegado, José María López de Letona, y después de su presidente, Pablo Garnica. El recién llegado tomó el poder y consiguió detener la opa con la complicidad de otro banco vasco, el Banco de Vizcaya, que acabó fusionándose con la entidad que presidía José Ángel Sánchez Asiaín para crear el nuevo BBV.

Un éxito que sirvió al nuevo presidente de Banesto para emprender una agresiva política de adquisiciones, autocartera, productos financieros e incluso a pugnar por hacerse, a través de otra opa, con el Banco Central, que acabaría fracasando tras una guerra con ‘los Albertos’ que daría mucho que hablar y fomentaría sobremanera el interés social por la prensa económica en España.

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Portada de ‘La Vanguardia’ en la que se explicaba la entrada en prisión de Mario Conde
Otras Fuentes

El nuevo, joven y moderno banquero no dejó de prodigarse en los medios para convertirse en una figura pública ejemplo de una nueva generación de emprendedores exitosos, lo que le llevó incluso a ser elegido como doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid en una ceremonia presidida por el Rey. Se especuló incluso con su salto a la política.

Pero los éxitos vinieron trufados por reveses -empresariales, financieros, regulatorios y políticos- que ni la ingeniería fiscal ni las soluciones imaginativas del banquero estrella lograron revertir. Porque ni las ventas de los principales activos de la corporación industrial del banco ni una desesperada oferta de adquisición de acciones que la propia entidad financiaba a sus clientes particulares sucursal por sucursal lograron destensionar una situación que se volvió crítica.

Los seis años de gestión de Mario Conde dejaron un agujero en Banesto de más de 600.000 millones de pesetas

El 28 de diciembre de 1993, el Banco de España intervino Banesto con el beneplácito del Gobierno y la colaboración de BBV y Santander. Los seis años de gestión de Mario Conde dejaban un agujero de más de 600.000 millones de pesetas (más de 3.700 millones de euros) y un escándalo sin precedentes en la historia de la banca española.

Más allá de la actuación de la justicia, que acabó condenando al presidente de Banesto por estafa y apropiación indebida y llevándolo a prisión, el Congreso de los Diputados creó una comisión para analizar la intervención a la que Conde no dudó en acudir. En su segunda comparecencia, el 19 de octubre de 1994, aún defendía su gestión y apuntaba los condicionantes político que, a su entender, llevaron a la intervención del banco.

Ofrecemos un extracto de sus respuestas a Mercedes Aroz (Grupo Parlamentario Socialista), Ramon Espasa (Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya), Fernando Fernández de Troconiz (Grupo Popular), Josep Sánchez Llibre (Grupo Catalán de Convergència i Unió) y Luis Mardones (Grupo Mixto).

La intervención

“En el fondo, señor Troconiz, todo su discurso es: ‘Usted es muy mal gestor’. Bueno. Entonces vamos a ver en qué consiste ser muy mal gestor.

”En el año 1987, y esto ya queda absolutamente demostrado, el banco tenía el problema de que su déficit de provisiones era superior al de los recursos propios y el Banco de España dejó que se pagara un dividendo a cuenta. Es decir, existía una situación verdaderamente complicada, y el Banco de España dejó que se pagara un dividendo a cuenta. ¿Soy mal gestor por no haberlo dicho? ¿O soy mal gestor porque en el año 1989, según reconoce en esta Comisión el Banco de España, Banesto esté totalmente saneado? ¿Le parece muy mal que en 1989 Banesto esté totalmente saneado? Le parece muy mal. A mí, no.

(…)

”Por tanto, soy muy mal gestor porque no estando saneado Banesto en 1987 sí queda saneado en 1989, y tengo poca credibilidad porque J.P. Morgan pone como condición sine qua non para entrar en la ampliación de capital que yo invierta y el que yo siguiese gestionando el banco. Y una de dos, o J.P. Morgan es el mejor banco del mundo, o no lo es, pero si lo es, tendremos que admitir que al menos su criterio no es compartido por alguien que sabe de banca algo parecido a lo que sabe usted.

¿Le parece muy mal que en 1989 Banesto esté totalmente saneado? Le parece muy mal. A mí, no

(…)

”¿Usted confiaría en una persona mal gestor que ha llevado el Banco a esta situación? Usted no (o sí, no lo sé, porque usted hace muy bien y formula la pregunta; a lo mejor resulta que sí, no lo sé), pero un montón de accionistas sí lo hicieron cuando salimos al mercado, nacionales e internacionales, y con una documentación que, como dice el Ministro de Economía y Hacienda, es completa y exacta para saber dónde estaban invirtiendo. ¿Usted confiaría en un señor gestor como yo? Pues mire, durante el año 1993, 250.000 millones de pesetas de depósito vinieron a Banesto; da la sensación de que los depositantes, sí. Da la sensación.

”Además, le voy a decir una cosa, era permanente y constante la presión del Banco de España para que vendiéramos (las participaciones industriales), y una cierta esquizofrenia la del Ministerio de Economía, que cuando vendíamos transmitía la sensación de estábamos dilapidando el patrimonio del banco. Por un lado nos obligaban a vender y por otro creían que estábamos dilapidando el patrimonio del banco. Ya el tercero de los puntos es cuando un ministro del Gobierno nos dice que hagamos el favor de vender una empresa a los nacionales, y yo le dije: ‘sí, pero por favor, denme el capital, porque no encuentro capitales nacionales’.

Desde el Gobierno, por un lado nos obligaban a vender y por otro creían que estábamos dilapidando el patrimonio del banco

”Y en lugar de eso se compra Dorna, señor Troconiz. Creo, y creo que usted cree, que Dorna es un buen asunto y es un buen negocio. ¿Y se compra Oil Dor? Sí, porque estábamos tratando de irnos de aquellas empresas que exigían un capital intensivo. ¿Y sabe por qué? Porque no podíamos hacer ampliaciones de capital. ¿Sabe que en cualquiera de las ampliaciones de capital que quisiéramos hacer en las empresas teníamos que pedir permiso puntual al Banco de España?

”¿Cuál hubiera sido, de verdad, la posición de un buen gestor? ¿No haberlas hecho? ¿Haber dejado que cayeran? ¿Es eso? No presumo de nada, y estoy absolutamente seguro de que me he equivocado en estos años un montón de veces, señor Troconiz, pero le voy a decir que hasta el año 1989 no, porque según el gobernador, el banco estaba perfectamente saneado. Usted no, pero J.P. Morgan sí confiaba en lo que yo le decía. Después, muchos accionistas confiaron en la ampliación de capital. Y muchísimos depositantes vinieron a poner su dinero en Banesto.

”Pero todo eso no me importa porque sea yo, señor Troconiz, no tiene importancia. Lo que tiene importancia es si ante un acto de intervención del Banco de España, ante un acto de intervención a uno de los principales bancos privados españoles, con una declaración como la que figura aquí, se dan o no las circunstancias. No se trata de quién sea el señor Conde o cómo sea el señor Conde, porque usted sabe mejor que yo que para intervenir un banco no hay que ser un buen o mal gestor, ni cometer actos regulares o irregulares, eso tiene su tratamiento en la ley; si éstos existen, se da el tratamiento que tiene en la ley, pero por eso no se interviene a ningún banco español.

Sólo se le interviene cuando hay una situación de excepcional gravedad, y no se daba ninguna de las circunstancias que contempla la ley

”Sólo se le interviene, porque así lo marca la ley, cuando hay una situación de excepcional gravedad que implica pérdida de los recursos propios, pérdida de la solvencia, liquidez o estabilidad. Eso es lo que permite intervenir, no que el presidente del banco le guste o no le guste, sea mejor gestor o peor gestor, haga declaraciones de política o no las haga. Todo es está muy bien, pero cuando tenemos la ley en la mano es la ley, y cuando se trata de intervenir un banco privado hay que acudir a los conceptos que la ley permite.

”¿Y se daban las circunstancias de pérdida de solvencia, señor Troconiz? No. ¿Y se daban las circunstancias de pérdida de liquidez? No. ¿Y se daban problemas de estabilidad? No. ¿Y había problemas de efectividad de recursos propios? No. Eso es lo que digo yo. Como dice muy bien otra persona, eso lo digo yo, y el Banco de España dice otras cosas. Pero si queremos hablar en profundidad sobre el asunto, no hay ninguna ley que autorice intervenir un banco porque le guste o no le guste el presidente del consejo de administración, porque haga o no haga declaraciones a prensa, porque sea buen o mal gestor, porque le apoyen o no le apoyen los accionistas. Es sencillamente si se dan las cuatro circunstancias que marca la ley y esas cuatro circunstancias, en mi opinión, señor Troconiz, y tengo el derecho a estar equivocado, no se daban. Y eso es lo que cuenta.

(…)

”¿Era correcto que teníamos un grupo de empresas en Banesto? Sí, era correcto. Cada vez menos, porque nos obligaban a venderlas. ¿Qué significa que estábamos en medios de comunicación? Que estábamos en medios de comunicación, teníamos una participación en Antena3 TV, estábamos en medios de comunicación. ¿Y qué significa que habíamos impartido una doctrina económica distinta a la oficial? Pues sencillamente dos o tres cosas, señor Troconiz. Por ejemplo, el año 1989 dije, con razón o sin ella, pero dije: ‘La política económica del Gobierno es equivocada’. ¿Fui el único que lo dije? No, no estoy diciendo eso. Dije lo que dije. ¿Dentro del sector bancario fui el único que lo dije? Posiblemente sí, y en el año 1990 lo reiteré, y diciendo algo más. Dije: ‘La política económica del Gobierno no es la única posible, como dicen; es la única imposible’.

Dije, con razón o sin ella, que la política económica del Gobierno es equivocada. ¿Dentro del sector bancario fui el único que lo dije? Posiblemente sí

(…)

”¿Y qué se estaba creando? Pues nada más que eso. Pero si el comportamiento usual de la banca no era estar en empresas, no era estar en medios de comunicación y era no criticar una política, lo que se estaba diciendo era algo más. ¿Y por qué digo que ése es el núcleo gordiano del problema? Porque la gran pregunta que late en el ambiente es si esas consideraciones se toman en cuenta o no para el acto de intervenir. O, dicho de otra manera, esas consideraciones, ¿se toman o no en cuenta para que el señor gobernador después de decir que el plan es razonable, que admite unos calendarios razonables, no cree en que a lo mejor podamos conseguir los fondos y, por tanto, interviene? Esas consideraciones, señor Troconiz, creo que pesaron, y como creo que pesaron, las digo. Por eso le agradezco, y no es una frase de cortesía parlamentaria, le agradezco que haya traído ese asunto encima de la mesa.

(…)

”Dentro de nuestro balance, ¿sabe lo que era lo más diferencial? El peso relativo de la cartera de valores de renta variable. Ese es el gran diferencial de Banesto respecto a la banca. ¿Sabe usted en qué consiste eso? En que si ese dinero lo hubiéramos puesto en el interbancario, lo

hubiéramos vendido todo y puesto en el interbancario, habríamos mejorado esas ratios de los que habla usted, esas ratios del 2,4, 3,1, 2,6. Nos habíamos apartado, para usted, para mal; para mí, para bien. Ese es mi concepto de la banca y el que voy a seguir manteniendo. Lo que pasa es que, como ya no soy banquero, es indiferente que mantenga el concepto que mantenga. Por tanto, para usted, para mal; para mí, para bien. Y estoy muy contento de que sea así.

El comportamiento usual de la banca no era estar en empresas, no era estar en medios y era no criticar una política

(…)

”‘En base a qué criterios bancarios se lanzan ustedes a una política crediticia bastante indiscriminada’. Fíjese, a una política crediticia bastante indiscriminada. Por supuesto que indiscriminada. Es que tiene que ser indiscriminada, porque de eso se trata: de tener la base de clientes más amplia. De eso se trataba: de no estar concentrados, como antiguamente, en unas cuantas empresas. Por eso es una política crediticia bastante indiscriminada, como usted dice. ¿Con qué criterio bancario? Con el criterio de la diversificación. ¿Con qué órdenes emanadas desde la Presidencia? De que la calidad del activo es lo más importante. ¿Con qué método de concesión de créditos? Con delegación y, además, con coparticipación. Eso a usted le puede gustar o no, y para mí era exactamente el mismo modelo.

(…)

”La idea del interbancario sigue siendo uno de los conceptos bastante tabú en la banca. La banca es, por definición, intermediación. Si usted es capaz de captar fondos del interbancario a un precio y tiene una red de distribución para venderlos a otro precio determinado, eso es una operación no sólo buena y sana, sino que la practican todos los bancos. ¿Dónde está el problema? En mantener dos equilibrios básicos: uno, el porcentaje de financiación interbancaria, por un lado, en relación con los recursos totales y, dos, la calidad de los créditos concedidos, porque, como usted sabe, el interbancario lo tiene que devolver.

”Nosotros alcanzamos una cifra de 600.000 millones de pesetas en el año 1993, que sobre 8 millones de pesetas de activo era razonable, y le hablo sólo de Banesto. Si le hablo del grupo, nosotros teníamos una participación de control del Totta y Açores, que era excedentario en 500.000 millones de pesetas. Precisamente por eso queríamos consolidarlo, porque las cifras consolidadas del grupo no daban ningún endeudamiento exagerado en el interbancario en relación con los activos totales, sino todo lo contrario.

¿Hubo sobre mí presión para comprar Ibercorp? La respuesta es sí, hubo presión. ¿Si hubiéramos comprado Ibercorp, qué habría ocurrido?

”A pesar de que ése era nuestro concepto, y como efectivamente se algunos problemas, que fueron escasos, se nos concedió una línea de crédito en el Banco de España, que la usamos y muy poco. Y presentamos un plan de liquidez, que conseguimos muy pronto, hasta el extremo de que ¿sabe cuáles eran nuestros grandes peligros en el interbancario? Que en el día de la intervención teníamos posición activa en términos netos.

(…)

”Cuando yo voy a tratar de hacer un negocio, veo si el negocio es bueno o es malo. No me preocupo si detrás de ese negocio existe un empresario que lo ha hecho bien y va a ganar dinero. Sencillamente, no me preocupo, porque eso me parece que es lo lógico. Y no voy a dejar de hacer un buen negocio para la corporación industrial por el hecho de que unos señores ganen o dejen de ganar. A mí lo que me importa es si era buen o mal negocio.

(…)

”Le puedo decir que a finales del año 1991 yo tenía unas relaciones con el entonces gobernador del Banco de España, con don Mariano Rubio, que no se parecen en nada a las que había tenido. No se parecen en nada. Curiosamente, y en aquel mismo tiempo, recibí la oferta de comprar Ibercorp. A mí Ibercorp no me gustaba. Si la pregunta es: ¿Hubo sobre mí presión para comprar Ibercorp? La respuesta es sí, hubo presión. La siguiente pregunta: ¿Si hubiéramos comprado Ibercorp, qué habría ocurrido? Eso, señor Mardones, es una pura conjetura. Yo tengo mis ideas, y muy claras, pero, por respeto a la Cámara, que se queden dentro de mí.”

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Esta pieza forma parte de una serie de contenidos que recupera discursos, manifiestos y otras documentos clave de la época contemporánea para contextualizarlos desde una perspectiva histórica y con ánimo divulgativo.

Ramón Álvarez

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