Luis Peche, politólogo venezolano exiliado, tiroteado esta semana en Bogotá: «No olvidaré jamás al primer sicario apuntándome a la cabeza»

El activista se recupera de graves heridas por los múltiples disparos que recibieron él y el activista LGTBI Yendri Velásquez el lunes, en la capital colombiana Leer El activista se recupera de graves heridas por los múltiples disparos que recibieron él y el activista LGTBI Yendri Velásquez el lunes, en la capital colombiana Leer  

Dos exiliados venezolanos salvaron milagrosamente la vida pese a que tres sicarios les dispararon 20 balazos durante el atentado llevado a cabo el pasado lunes en Bogotá. Yendri Velásquez (32 años), activista de derechos LGTBI, y el politólogo Luis Peche (30), habitual analista en las informaciones de EL MUNDO sobre Venezuela, se recuperan hoy de sus graves heridas tras varias operaciones.

En su primera entrevista, Peche, director durante años del canal digital de noticias y análisis Sala 58, revela a este periódico detalles desconocidos hasta ahora de un atentado que lleva la firma de la represión transnacional chavista, que ya le costara la vida el año pasado en Santiago de Chile al militar rebelde Ronald Ojeda.

¿Cómo recuerdas los hechos del lunes?
Han sido horas muy complicadas, en las que hemos estado acompañados por mucha gente. No nos hemos sentido solos en una coyuntura tan difícil. Ese lunes al mediodía estábamos Yendri, amigo mío desde hace 10 años, y yo a punto de salir a unas diligencias a un centro comercial. Esperábamos un transporte, un taxi, y cuando salimos para tomarlo fuimos abordados por tres sujetos que se bajaron de un vehículo y, sin mediar palabra, comenzaron a dispararnos. Estarían entre 2,5 y 3 metros cuando comenzaron a disparar. A mí no se me va a olvidar jamás en la vida la imagen del primero de los sicarios -o asesinos, no sé cómo llamarlos-, que encabezaba el grupo y me apuntó a la cabeza. Tampoco voy a olvidar el sonido de un arma engatillándose, como intentando accionar sin lograrlo. Fue a la tercera vez que accionó el gatillo cuando salió el disparo y yo, no sé ni cómo, de forma casi instintiva, como un acto reflejo, salté a una jardinera que está delante del edificio, cubriéndome la cabeza. Era lo que pensaba: que no me den en la cabeza. Desde ese momento todo fue muy rápido, como una secuencia de unos 15 segundos en los que pedí ayuda y grité auxilio. Yendri también pidió auxilio. Escuchamos muchísimas detonaciones, más de 20. Lo siguiente que logré ver fue mi cuerpo totalmente ensangrentado. Y después, la acción rápida de la Policía, de los vecinos y la gente de la zona, que nos llevaron rápidamente a la clínica donde nos salvaron la vida.
¿Habían recibido amenazas previas?
Desde mi llegada a Colombia nunca recibí amenazas previas. Salí de Venezuela por informaciones y amenazas vinculadas al caso de uno de mis mejores amigos, el periodista Carlos Marcano, que se encuentra encarcelado de forma injusta. Es uno de los casi mil presos políticos que permanecen en las cárceles venezolanas. Aprovecho de nuevo para pedir su libertad, en este y en todos espacios que pueda. Carlos es un periodista, una persona que nada tiene que ver con ningún acto delictivo. Cuando salí de Venezuela lo hice porque entendía que había una amenaza contra mi integridad, porque trabajé con política y en defensa de libertades y valores democráticos. Como miles de personas desde el 28 de julio [elecciones presidenciales y megafraude del chavismo] tuve que salir, pero desde el 30 de mayo [cuando llega a Colombia] no he recibido amenazas. Estaba pensando en rehacer mi vida en Colombia. Por mis abuelos tengo el privilegio de tener la doble nacionalidad, a la cual accedí hace unas semanas. Ese era mi plan, gracias a un privilegio con el que no cuentan cientos de venezolanos que hoy están desamparados ante las instituciones de este país.
¿Cuál ha sido el trato de las autoridades colombianas?
Hay múltiples instancias colombianas que se han puesto a la orden en busca de justicia, celeridad y para entender quiénes fueron los responsables de este hecho. Debo agradecerles tanto a nivel nacional como local a las múltiples instancias que han prestado ayuda en temas médicos, jurídicos, de asistencia y de seguridad. La verdad es que debo agradecerlo.
La diáspora política y activista recordó de inmediato el caso del militar rebelde Ronald Ojeda, asesinado en Santiago de Chile por un comando del Tren de Aragua contratado por el chavismo y encabezado por un enviado del ministro Diosdado Cabello desde Caracas, según las investigaciones de la Fiscalía. ¿Cuál es su tesis de lo sucedido el lunes con esta nueva acción de represión transnacional?
No quisiera adentrarme en una investigación judicial en curso, pero las autoridades de este país deben llegar a saber cuál fue el móvil y quiénes los responsables. Lo que sí creo que puede orientar estas respuestas son las consecuencias del acto: esta semana he recibido cientos de testimonios de venezolanos fuera del país que no se sienten seguros, y de organizaciones que han cerrado sus puertas por precaución porque no sienten que sus instalaciones sean seguras en este momento. Siento que puede darse un ataque contra cualquier persona simplemente por defender valores democráticos vinculados al tema venezolano. Tengo amigos que planean irse de Colombia porque ya no se sienten seguros en suelo colombiano. Todas esas consecuencias pueden dar a entender por dónde va la causa de lo sucedido.
¿Por qué ustedes?
Ni Yendri ni yo somos los más grandes líderes políticos, sociales y defensores de derechos humanos conocidos por todos. Pero creo que sí funcionamos para enviar un mensaje: ningún activista puede estar seguro, esté donde esté. Activistas, periodistas, líderes políticos y todos los exiliados venezolanos que han tenido que ver con la búsqueda de la restauración democrática se encuentran en riesgo, y los Estados deben tomar en serio estas alertas. Sea donde sea. En nuestro caso no hubo amenazas, sino directamente un intento de homicidio. Los Estados deberían reforzar los mecanismos de protección. La amenaza de las dictaduras tienen un alcance real, no es sólo retórica. Afortunadamente yo lo puedo contar hoy. Espero ser la voz de la demanda de más mecanismos de protección y de inteligencia ante este tipo de acciones. Hay quienes no han podido contarlo. Los Estados deben actuar antes de que haya más víctimas.
El atentado sucede además en medio de un escenario inédito, con el chavismo bajo máxima presión por el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y con Caracas a la espera de la «fase dos». ¿Es casual o forma parte del mismo escenario?
El Alto Comisionado de Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo de Colombia han calificado este acto como un intento de homicidio político. Creo que es muy grave la acusación. Ilustra mucho que la única respuesta de un funcionario del régimen venezolano [Diosdado Cabello, número dos de la revolución] sea estigmatizar, apelando a elementos de homofobia y caricaturizando lo sucedido. Habla mucho del trato que le da el régimen a algo tan grave: un intento de homicidio de dos activistas que se encuentran en la diáspora.

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