Kátia Guerreiro empezó a cantar fado solo unos meses después de la muerte de Amália Rodrigues, convirtiéndose en una de las voces más aclamadas de la llamada nueva generación de fadistas. Pero el tiempo pasa. Y ya hace 25 años de su exitoso debut con Amor de mel, amor de fel, un tema escrito por la llorada reina del fado, y que sigue acompañándola desde entonces. Seguramente sonará de nuevo en el concierto que Guerreiro protagonizará este sábado en el Teatre Poliorama para celebrar esos 25 años que lleva dedicados al fado y que es, sin duda, el plato fuerte del Festival de Fado de Barcelona que este año también conmemora el centenario del compositor y guitarrista Carlos Paredes.
La cantante celebra 25 años de carrera con un concierto en el Poliorama este sábado, el acto más destacado del Festival de Fado de Barcelona
Kátia Guerreiro empezó a cantar fado solo unos meses después de la muerte de Amália Rodrigues, convirtiéndose en una de las voces más aclamadas de la llamada nueva generación de fadistas. Pero el tiempo pasa. Y ya hace 25 años de su exitoso debut con Amor de mel, amor de fel, un tema escrito por la llorada reina del fado, y que sigue acompañándola desde entonces. Seguramente sonará de nuevo en el concierto que Guerreiro protagonizará este sábado en el Teatre Poliorama para celebrar esos 25 años que lleva dedicados al fado y que es, sin duda, el plato fuerte del Festival de Fado de Barcelona que este año también conmemora el centenario del compositor y guitarrista Carlos Paredes.
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“Sigo cantando Amor de mel con mucha pasión y cariño porque cambió mi vida”, revela la también doctora en medicina que durante años simultaneó sus dos pasiones hasta que la balanza se decantó por su carrera artística. Como médico, curaba cuerpos. Como fadista, dice que cura almas. “El fado es catártico, funciona como un canalizador de emociones que están guardadas esperando el momento de salir”, expone. Así se explica, por ejemplo, porqué su música ha triunfado en países como Corea del Sur o Japón. “El público recibe las emociones” sin necesidad de saber qué dicen las canciones. “Luego, algunos quieren conocer las letras, por eso, según un estudio reciente, un elevado número de extranjeros que aprenden portugués lo hacen atraídos por el fado”.
Otros estudios señalan que, a pesar de la fama de tristeza de la canción de la saudade, supone un buen aliado para superar procesos de desánimo. “En la depresión hay una sensación de soledad y cuando uno siente y comprende que no está solo en sus emociones, se produce como un efecto de grupo que resulta terapéutico”, habla la doctora. Para Guerreiro, el fado ahora “es más necesario que nunca” debido a la existencia de “una depresión global”. “La gente está preocupada por las guerras, los extremismos…”, señala antes de abogar por incorporar “actitudes políticas en nuestras vidas” como la que la llevó a acoger en su casa a refugiados ucranianos.
Nacida en Sudáfrica en 1976, hija de un matrimonio que tuvo que huir de Angola debido al proceso de independencia de la antigua colonia portuguesa, conoce de primera mano el sufrimiento de los desplazados. “Mis padres estuvieron en tres campos de refugiados durmiendo en el suelo”, rememora. “Mejor evitar que situaciones como la de mi familia se vuelvan a repetir y, pudiendo ayudar, lo hago, como han hecho muchos portugueses abriendo sus casas”. “El fado es más necesario que nunca”, insiste.
El fado es catártico, funciona como un canalizador de emociones que están guardadas esperando el momento de salir”
Y quizá también por esto, el género está viviendo un momento de esplendor. “Después de la muerte de Amália, que lo renovó, el fado resurgió con una fuerza increíble”, expone. En solo 25 años, los que lleva Kátia Guerreiro en los escenarios, se han contabilizado hasta tres generaciones de nuevos fadistas. “La última, busca de nuevo el fado tradicional”, apunta. Pero nadie podrá, según la cantante, arrebatar a Amália la corona real. “Todas las demás, entre las que yo me incluyo, somos parte de su corte y ahora hay muchas princesas del fado que están demostrando hasta qué punto el género vive un gran momento”, añade.
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Si tuviera que escoger, Kátia también opta por un fado tradicional que nunca se agota. “Todavía hay mucho por descubrir, sigo buscando en él y sigo encontrando”, asegura. En el concierto de Barcelona, que repasará su carrera, no faltarán los fados más clásicos, algunos de la Amália que tanto admira, ni tampoco las composiciones más contemporáneas que se alimentan de versos de autores como Fernando Pessoa, Sophia de Mello Breyner Andresen o António Lobo Antunes.
La fadista, criada en las Azores, busca siempre ese equilibrio que la caracteriza, como esas manos que entrelaza por detrás de la espalda mientras canta. “Empecé a hacerlo por timidez”, revela. Y ahora se ha convertido en su sello personal. ¿Qué le diría a alguien que todavía no ha entrado en el universo del fado? “Que escuche y abra su corazón. Porque si uno se cruza con el fado en un momento especial de su vida, la cambiará para siempre”.
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