La NASA busca en la Tierra el tipo de vida que vida que podríamos encontrar en la luna Europa

Si algún día llegamos a encontrar vida extraterrestre, ya sea dentro o fuera de nuestro Sistema Solar, lo más probable es que no sea en forma de hombrecitos verdes, sino más bien de bacterias o microbios. Posiblemente ha sido por eso que la NASA, incluso en pleno período de recortes, haya decidido otorgar una generosa suma (621.000 dólares) a James Holden, microbiólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst, para que dedique los próximos tres años a investigar cómo podría ser la vida que encontramos en la luna Europa, de Júpiter, que con su vasto océano subterráneo es uno de los lugares más prometedores. Y para averiguarlo, Holden recurrió, aquí en la Tierra, a un lugar inesperado: chimeneas volcánicas submarinas a cerca de dos kilómetros bajo la superficie oceánica.Como sabemos muy bien, la superficie de Europa está totalmente congelada, pero bajo esa gruesa capa de hielo existe un profundo océano de agua líquida y salada que está, además, en contacto con un núcleo fundido y caliente. «Basándonos en nuestro propio planeta -dice Holden señalando cómo las chimeneas hidrotermales favorecen la vida en las profundidades de los océanos terrestres- creemos que Europa puede tener condiciones similares que respalden la vida». De hecho, hacia Europa precisamente se dirige en estos momentos la misión Europa Clipper , lanzada en octubre del año pasado y que alcanzará su destino en 2030.Respiraderos volcánicosHolden ha pasado la mayor parte de su carrera estudiando esos respiraderos oceánicos profundos que podrían ser clave para la vida en el satélite joviano. «Llevo buscando chimeneas volcánicas en el fondo del mar desde 1988 -afirma el científico-. Para conseguir nuestros microbios ahí, hacemos uso de submarinos, a veces tripulados, otras veces robóticos, que bucean a una milla por debajo de la superficie y llevan las muestras a mi laboratorio».Algunos de los organismos estudiados por los científicos James HOLDENUn laboratorio, por cierto, que es capaz de replicar las condiciones extremas en las que viven estos microbios especializados: sin luz, sin aire y obteniendo su energía únicamente de los gases y minerales que surgen de los respiraderos. «Debido a que las condiciones en Europa podrían ser similares a las que se dan en los lugares donde estos microbios viven -dice Holden- creemos que la vida en Europa , si es que existe, debería parecerse a nuestros propios microbios hidrotérmicos. Durante mucho tiempo hemos tenido un interés básico en saber si hay vida más allá de nuestro planeta y cómo podría funcionar esa vida. Es emocionante pensar que la respuesta al secreto puede estar aquí, en nuestro propio planeta«.Diferencias entre búsquedasSin embargo, no hay que olvidar que Europa no es la Tierra, sus océanos no son los nuestros y, si realmente hay vida microbiana allí, podría no ser exactamente igual a la nuestra. Por lo tanto, según Holden, «necesitamos descubrir los diferentes procesos químicos que la vida microbiana de Europa podría estar utilizando para crear energía. Porque diferentes químicas pueden crear tipos de microbios también muy diferentes».Aquí, en nuestro planeta, los microbios hidrotérmicos que estudia Holden obtienen la energía que necesitan a base de romper el hidrógeno por medio de unas enzimas especiales llamadas hidrogenasas. Pero hay diferentes tipos de hidrogenasas, funcionan de diferentes maneras y pueden tener diferentes funciones en diferentes tipos de células.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Detectan la mayor fusión de agujeros negros vista hasta ahora con ondas gravitacionales noticia Si El enigma de las galaxias ‘perdidas’: ¿Oculta la Vía Láctea más de cien satélites invisibles?En consecuencia, los organismos que utilizan distintos conjuntos de hidrogenasas pueden verse, y funcionar, de formas muy diferentes. Además, otros elementos que también surgen de los respiraderos, como el hierro, el azufre y el carbono, se asocian fácilmente al hidrógeno al aceptar sus electrones para generar energía, aunque los científicos aún no están seguros de cómo funcionan esos procesos biológicamente. «Nuestra investigación -concluye Holden- consiste en determinar cómo un proceso químico diferente contribuye a la fisiología de un organismo». En otras palabras, en adivinar cómo podrían ser las formas de vida que encontramos allí. Si algún día llegamos a encontrar vida extraterrestre, ya sea dentro o fuera de nuestro Sistema Solar, lo más probable es que no sea en forma de hombrecitos verdes, sino más bien de bacterias o microbios. Posiblemente ha sido por eso que la NASA, incluso en pleno período de recortes, haya decidido otorgar una generosa suma (621.000 dólares) a James Holden, microbiólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst, para que dedique los próximos tres años a investigar cómo podría ser la vida que encontramos en la luna Europa, de Júpiter, que con su vasto océano subterráneo es uno de los lugares más prometedores. Y para averiguarlo, Holden recurrió, aquí en la Tierra, a un lugar inesperado: chimeneas volcánicas submarinas a cerca de dos kilómetros bajo la superficie oceánica.Como sabemos muy bien, la superficie de Europa está totalmente congelada, pero bajo esa gruesa capa de hielo existe un profundo océano de agua líquida y salada que está, además, en contacto con un núcleo fundido y caliente. «Basándonos en nuestro propio planeta -dice Holden señalando cómo las chimeneas hidrotermales favorecen la vida en las profundidades de los océanos terrestres- creemos que Europa puede tener condiciones similares que respalden la vida». De hecho, hacia Europa precisamente se dirige en estos momentos la misión Europa Clipper , lanzada en octubre del año pasado y que alcanzará su destino en 2030.Respiraderos volcánicosHolden ha pasado la mayor parte de su carrera estudiando esos respiraderos oceánicos profundos que podrían ser clave para la vida en el satélite joviano. «Llevo buscando chimeneas volcánicas en el fondo del mar desde 1988 -afirma el científico-. Para conseguir nuestros microbios ahí, hacemos uso de submarinos, a veces tripulados, otras veces robóticos, que bucean a una milla por debajo de la superficie y llevan las muestras a mi laboratorio».Algunos de los organismos estudiados por los científicos James HOLDENUn laboratorio, por cierto, que es capaz de replicar las condiciones extremas en las que viven estos microbios especializados: sin luz, sin aire y obteniendo su energía únicamente de los gases y minerales que surgen de los respiraderos. «Debido a que las condiciones en Europa podrían ser similares a las que se dan en los lugares donde estos microbios viven -dice Holden- creemos que la vida en Europa , si es que existe, debería parecerse a nuestros propios microbios hidrotérmicos. Durante mucho tiempo hemos tenido un interés básico en saber si hay vida más allá de nuestro planeta y cómo podría funcionar esa vida. Es emocionante pensar que la respuesta al secreto puede estar aquí, en nuestro propio planeta«.Diferencias entre búsquedasSin embargo, no hay que olvidar que Europa no es la Tierra, sus océanos no son los nuestros y, si realmente hay vida microbiana allí, podría no ser exactamente igual a la nuestra. Por lo tanto, según Holden, «necesitamos descubrir los diferentes procesos químicos que la vida microbiana de Europa podría estar utilizando para crear energía. Porque diferentes químicas pueden crear tipos de microbios también muy diferentes».Aquí, en nuestro planeta, los microbios hidrotérmicos que estudia Holden obtienen la energía que necesitan a base de romper el hidrógeno por medio de unas enzimas especiales llamadas hidrogenasas. Pero hay diferentes tipos de hidrogenasas, funcionan de diferentes maneras y pueden tener diferentes funciones en diferentes tipos de células.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Detectan la mayor fusión de agujeros negros vista hasta ahora con ondas gravitacionales noticia Si El enigma de las galaxias ‘perdidas’: ¿Oculta la Vía Láctea más de cien satélites invisibles?En consecuencia, los organismos que utilizan distintos conjuntos de hidrogenasas pueden verse, y funcionar, de formas muy diferentes. Además, otros elementos que también surgen de los respiraderos, como el hierro, el azufre y el carbono, se asocian fácilmente al hidrógeno al aceptar sus electrones para generar energía, aunque los científicos aún no están seguros de cómo funcionan esos procesos biológicamente. «Nuestra investigación -concluye Holden- consiste en determinar cómo un proceso químico diferente contribuye a la fisiología de un organismo». En otras palabras, en adivinar cómo podrían ser las formas de vida que encontramos allí.  

Si algún día llegamos a encontrar vida extraterrestre, ya sea dentro o fuera de nuestro Sistema Solar, lo más probable es que no sea en forma de hombrecitos verdes, sino más bien de bacterias o microbios. Posiblemente ha sido por eso que la NASA, incluso … en pleno período de recortes, haya decidido otorgar una generosa suma (621.000 dólares) a James Holden, microbiólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst, para que dedique los próximos tres años a investigar cómo podría ser la vida que encontramos en la luna Europa, de Júpiter, que con su vasto océano subterráneo es uno de los lugares más prometedores. Y para averiguarlo, Holden recurrió, aquí en la Tierra, a un lugar inesperado: chimeneas volcánicas submarinas a cerca de dos kilómetros bajo la superficie oceánica.

Como sabemos muy bien, la superficie de Europa está totalmente congelada, pero bajo esa gruesa capa de hielo existe un profundo océano de agua líquida y salada que está, además, en contacto con un núcleo fundido y caliente. «Basándonos en nuestro propio planeta -dice Holden señalando cómo las chimeneas hidrotermales favorecen la vida en las profundidades de los océanos terrestres- creemos que Europa puede tener condiciones similares que respalden la vida». De hecho, hacia Europa precisamente se dirige en estos momentos la misión Europa Clipper, lanzada en octubre del año pasado y que alcanzará su destino en 2030.

Respiraderos volcánicos

Holden ha pasado la mayor parte de su carrera estudiando esos respiraderos oceánicos profundos que podrían ser clave para la vida en el satélite joviano. «Llevo buscando chimeneas volcánicas en el fondo del mar desde 1988 -afirma el científico-. Para conseguir nuestros microbios ahí, hacemos uso de submarinos, a veces tripulados, otras veces robóticos, que bucean a una milla por debajo de la superficie y llevan las muestras a mi laboratorio».

Algunos de los organismos estudiados por los científicos
James HOLDEN

Un laboratorio, por cierto, que es capaz de replicar las condiciones extremas en las que viven estos microbios especializados: sin luz, sin aire y obteniendo su energía únicamente de los gases y minerales que surgen de los respiraderos. «Debido a que las condiciones en Europa podrían ser similares a las que se dan en los lugares donde estos microbios viven -dice Holden- creemos que la vida en Europa, si es que existe, debería parecerse a nuestros propios microbios hidrotérmicos. Durante mucho tiempo hemos tenido un interés básico en saber si hay vida más allá de nuestro planeta y cómo podría funcionar esa vida. Es emocionante pensar que la respuesta al secreto puede estar aquí, en nuestro propio planeta«.

Diferencias entre búsquedas

Sin embargo, no hay que olvidar que Europa no es la Tierra, sus océanos no son los nuestros y, si realmente hay vida microbiana allí, podría no ser exactamente igual a la nuestra. Por lo tanto, según Holden, «necesitamos descubrir los diferentes procesos químicos que la vida microbiana de Europa podría estar utilizando para crear energía. Porque diferentes químicas pueden crear tipos de microbios también muy diferentes».

Aquí, en nuestro planeta, los microbios hidrotérmicos que estudia Holden obtienen la energía que necesitan a base de romper el hidrógeno por medio de unas enzimas especiales llamadas hidrogenasas. Pero hay diferentes tipos de hidrogenasas, funcionan de diferentes maneras y pueden tener diferentes funciones en diferentes tipos de células.

En consecuencia, los organismos que utilizan distintos conjuntos de hidrogenasas pueden verse, y funcionar, de formas muy diferentes. Además, otros elementos que también surgen de los respiraderos, como el hierro, el azufre y el carbono, se asocian fácilmente al hidrógeno al aceptar sus electrones para generar energía, aunque los científicos aún no están seguros de cómo funcionan esos procesos biológicamente. «Nuestra investigación -concluye Holden- consiste en determinar cómo un proceso químico diferente contribuye a la fisiología de un organismo». En otras palabras, en adivinar cómo podrían ser las formas de vida que encontramos allí.

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