La «brutal degradación» de las relaciones entre Francia y Argelia

París y Argel endurecen posturas tras la expulsión recíproca de agentes diplomáticos Leer París y Argel endurecen posturas tras la expulsión recíproca de agentes diplomáticos Leer  

Las relaciones entre Francia y Argelia han alcanzado un mínimo histórico tras la mutua expulsión de 24 diplomáticos y personal consular desde el arranque de esta semana. Las tensiones entre París y la ex colonia han ido a más desde julio de 2024, cuando el presidente galo Emmanuel Macron reconoció el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental (frente al respaldo de Argelia a la independencia de una República Saharaui Democrática, una posición compartida también por el Gobierno español).

«Las autoridades argelinas han elegido la escalada», declaró ayer el ministro de Exteriores galo, Jean-Noël Barrot. «Si Argelia persiste en expulsar a los funcionarios franceses, nosotros no tendremos más remedio que aplicar medidas similares (…) La diplomacia es la única manera de reducir las tensiones», añadió Barriot, quien ha recibido en París a su homólogo de Marruecos, Naser Burita, en plena tensión con Argel. Burita se entrevistará hoy en Madrid con el ministro Albares.

En un duro comunicado oficial, el Elíseo culpó previamente a las autoridades argelinas de «la degradación brutal de las relaciones bilaterales». Aparte de la expulsión del personal diplomático y consular, Francia llamó a consultas a su embajador en Argel. El Gobierno argelino ya había retirado a su propio embajador en París el 30 de julio del 2024, como respuesta al apoyo de Macron a la «marroquinización» del Sáhara Occidental.

El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, recalcó a Macron que el conflicto del Sáhara Occidental es «una cuestión de descolonización para la ONU que aún no se ha resuelto» y le recordó que su país logró la independencia de Francia en 1962 «tras ciento treinta años de combate». Tebboune criticó duramente «las pretensiones expansionistas de Marruecos» y advirtió que el país vecino fue «el primero en querer socavar la integridad de Argelia en 1963, nueve meses después de la independencia». El presidente argelino definió la situación del Magreb como «una partida de ajedrez en la que nos vemos obligados a responder a actos que consideramos hostiles».

Curiosamente, Macron se había ganado a pulso la vitola del «presidente más pro-argelino de la V República», tras su visita de «reconciliación» en el verano de 2022, llena de gestos simbólicos de amistad junto a Tebboune para dejar atrás «las polémicas y los malentendidos». Los dos presidentes sellaron la así llamada Declaración de Argel para conmemorar los 60 años de la independencia y se comprometieron a mantener «una dinámica de progresión irreversible» en la relación entre los dos países.

Dos años después, Macron le dio la vuelta a la tortilla no sólo con el respaldo al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara, sino también con su visita de Estado a Rabat en octubre de 2024 y su carta personalísima al rey Mohamed VI, asegurando que «el presente y el futuro de Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía marroquí».

«Francia tiene la intención de actuar en coherencia con esta posición, tanto a nivel nacional como internacional», reiteró Macron, en un golpe directo para el Frente Polisario -que reivindica su condición de representante legítimo del pueblo autóctono saharaui-, con repercusiones en todo el tablero del Magreb y especialmente en Argelia, que replicó con la retirada de su embajador en París y un deterioro progresivo en las relaciones bilaterales.

La tensión alcanzó su punto álgido horas después que el ministro francés de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, anunciara a principios de semana que los lazos entre los dos países estaban «volviendo a la normalidad» tras las tensiones de las últimas semanas, reactivadas por el caso del activista e influencer Amir Boukhors, que logró el asilo político en Francia en 2016.

Boukhors, con un millón de seguidores en TikTok bajo el sobrenombre de Amir DZ, es un conocido opositor y crítico del presidente Tebboune. Las autoridades argelinas han emitido hasta órdenes de arresto por fraude y terrorismo contra él, pero Francia se ha negado a extraditarlo.

En abril de 2024 fue supuestamente secuestrado durante 24 horas a la salida de su casa en Val-de-Marne, al sur de París. La Procuraduría Nacional Antiterrorista (PNAT) investigó los hechos y tres hombres fueron detenidos y acusados de secuestro y «detención arbitraria», entre ellos, un empleado del consulado argelino en Créteil.

La reciente condena a cinco años de prisión del escritor franco-argelino Boualem Sansal por «subvertir la integridad» del país -llegó a decir de Francia cedió injustamente territorio marroquí a Argelia durante la época colonial- ha sido otra espina clavada en las relaciones bilaterales. Macron ha reclamado reiteradamente su puesta en libertad del autor, que goza de una gran popularidad y reconocimiento en Francia.

Otro incidente que ha contribuido a agravar aún más las maltrechas relaciones entre París y Argel fue el ataque a punta de cuchillo perpetrado el 22 de febrero en Mulhouse por un argelino de 37 años, Brahim Abdessemed, que causó la muerte de un ciudadano portugués y heridas de diversa consideración a cinco policías municipales. El presidente galo no dudó en calificar el ataque como «un acto de terrorismo islámico».

El agresor, con las facultades mentales perturbadas, estaba fichado como sospechoso de actividades terroristas. El primer ministro François Bayrou acusó a Argelia de haber negado hasta en diez ocasiones su repatriación antes de cometer el atentado. El Gobierno francés ha amenazado con «reexaminar» el pacto de inmigración de 1968, que otorga un tratamiento preferencial para los argelinos que se quieren establecer en Francia.

La prensa argelina apunta, entre tanto, al ministro de Interior, Bruno Retailleau, como «el saboteador» y «el principal artífice» del grave deterioro de las relaciones bilaterales. Retailleau, posible candidato a las presidenciales de 2027 por Los Republicanos, ha emprendido una política de mano dura ante la inmigración irregular desde su entrada en el Gobierno y ha denunciado en varias ocasiones la escasa colaboración de las autoridades argelinas.

Desde su llegada al cargo en septiembre de 2024, las tensiones con Argel han ido en aumento, hasta el punto de ocasionar fricciones con el propio presidente Macron, quien había puesto un gran empeño al inicio de su segundo mandato en cerrar las heridas abiertas de la era colonial.

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