En 1963, Melvin DeFleur y Sandra Ball-Rokeach perfeccionaron el sistema comunicativo desarrollado por los anteriores teóricos. Su gran aportación fueron los conceptos de ruido y de retroalimentación ( feedback ). Entre el emisor de un mensaje y el receptor a quien le llega, encontramos el código (el lenguaje que se utiliza, que puede ser un idioma oral o escrito, un código cifrado, dibujos, señales…), el canal (la vía por donde circula el mensaje, que tanto puede ser el aire en una comunicación oral, como el teléfono o la internet, en las actuales comunicaciones), y el contexto (que ayuda a interpretar adecuadamente el mensaje).
En 1963, Melvin DeFleur y Sandra Ball-Rokeach perfeccionaron el sistema comunicativo desarrollado por los anteriores teóricos. Su gran aportación fueron los conceptos de ruido y de retroalimentación ( feedback ). Entre el emisor de un mensaje y el receptor a quien le llega, encontramos el código (el lenguaje que se utiliza, que puede ser un idioma oral o escrito, un código cifrado, dibujos, señales…), el canal (la vía por donde circula el mensaje, que tanto puede ser el aire en una comunicación oral, como el teléfono o la internet, en las actuales comunicaciones), y el contexto (que ayuda a interpretar adecuadamente el mensaje).Seguir leyendo…
En 1963, Melvin DeFleur y Sandra Ball-Rokeach perfeccionaron el sistema comunicativo desarrollado por los anteriores teóricos. Su gran aportación fueron los conceptos de ruido y de retroalimentación ( feedback ). Entre el emisor de un mensaje y el receptor a quien le llega, encontramos el código (el lenguaje que se utiliza, que puede ser un idioma oral o escrito, un código cifrado, dibujos, señales…), el canal (la vía por donde circula el mensaje, que tanto puede ser el aire en una comunicación oral, como el teléfono o la internet, en las actuales comunicaciones), y el contexto (que ayuda a interpretar adecuadamente el mensaje).
Con DeFleur y Ball-Rokeach descubrimos que hay otros factores que hay que tener en cuenta. Con la retroalimentación, la descripción teórica de la comunicación deja de considerarse lineal y se entiende como circular. Los mensajes de ida y vuelta entre un emisor y un receptor, que constantemente invierten sus papeles, hacen que todo gire, como el mundo.
La ultraderecha dinamita la comunicación poniendo en el centro del discurso un elemento periférico
Pero lo que no se imaginaban DeFleur y Ball-Rokeach es la importancia que adquiriría el ruido en nuestros tiempos. El ruido que ellos teorizan son las interferencias, es decir, cualquier distorsión de la señal que disminuya la calidad de la comunicación. Hay teóricos que definen el ruido como la antiinformación, el lado oscuro de la información.
Pero este elemento distorsionador y a veces inesperado cuando se pretende que haya una comunicación adecuada, en la actualidad se ha convertido en el elemento más codiciado por la ultraderecha. ¿Por qué razón? Pues porque ha colocado el ruido en el sitio del mensaje, de modo que la información objetiva ha quedado desplazada a la periferia, mientras que el ruido, la interferencia, ha ocupado el centro del sistema comunicativo.
Lo que ha hecho el extremismo político es dinamitar todo sistema basado en el deseo de transmitir y comunicar correctamente un mensaje. Eso sucede cada vez más en las autopistas internacionales de la información, controladas por potencias como EE.UU. y Rusia, pero también en las nacionales radiales de esta España huevo frito.
Desde el punto de vista etimológico, la palabra ruido proviene del latín tardío rugitus, que significaba rugido o estruendo. Marshall McLuhan definió las tres eras de la civilización, empezando por la prealfabética o sociedad oral, siguiendo por la alfabética o sociedad escrita, y acabando con la electrónica o aldea global. Poco se imaginaba que su profecía de la aldea global acabaría siendo una realidad tan sorprendente como la facilidad con la que se ha reventado.
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