Tres cuartos de la población occidental ha padecido, padece o padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida, pero la mayoría de los tratamientos que existen se centran en atacar el síntoma y olvidan el origen del problema, según destaca el fisioterapeuta Juanma Ortega . Lleva más de veinte años trabajando en el tratamiento del dolor y asegura que su enfoque es disruptivo porque, más que aliviar los síntomas, su método se basa en ofrecer técnicas activas que conviertan al paciente en el protagonista de su recuperación y que, de alguna manera, sean sus propios «fisios» gracias al conocimiento del cuerpo. En su libro ‘Tu dolor de espalda tiene solución (si sabes cómo)’ (Alienta) el experto en recuperación de lesiones de columna vertebral sin cirugía aporta estrategias para llevar una vida sin dolor y muestra aspectos importantes sobre el dolor de espalda y las hernias discales que, según asegura, desconocen muchos médicos y fisioterapeutas. ¿Cuáles son las lesiones más frecuentes de espalda que suele tratar en consulta?La mayoría de los pacientes que acuden con lesiones de columna vienen con hernias discales . Es lo que más se ve, casi podría decirse que es una plaga. Y los problemas son similares. En torno al 3-4% de los pacientes han sufrido un traumatismo, un accidente o cualquier proceso traumático sobre su espalda. Pero la gran mayoría, que es el otro 96-97%, es su día a día y sus hábitos los que le han llevado al dolor y no un proceso traumático o un accidente.En estos casos lo más frecuente es que exista una falta de elasticidad del tejido muscular tremenda. La consecuencia de esto, explicado de una forma sencilla, es que esa rigidez produce una mayor compresión entre las articulaciones, que es la que provoca el deterioro. Comienzan a comprimirse los amortiguadores, es decir, los discos en el caso de la espalda, empiezan a chocar las piezas óseas entre ellas y eso lleva al desgaste y con ello a patologías como la artrosis. A menudo se asocia el cuadro doloroso o la sintomatología que produce el desgaste, pero lo que sucede realmente es que el tejido muscular no está bien y eso tiene consecuencias. ¿Qué parte de responsabilidad en las lesiones o en el dolor tiene la falta de ejercicio?El sedentarismo prevalece en la sociedad actual, pues los trabajos cada vez son menos activos y más repetitivos. Y lo cierto es que resulta más dañina la repetición de un gesto que cargar o coger peso. Si te das cuenta, hoy en día no hay tantas personas que tengan que cargar mucho peso a diario de forma constante o durante varias horas al día, pero sí que hay personas que repiten gestos (movimientos, formas de moverse…) muchas veces al día. También es importante saber que hacer deporte no va a salvar a nadie de padecer dolor, sobre todo si uno piensa que hacer deporte es jugar al pádel, hacer natación, ir a pilates o salir a correr. De hecho, hay algo importante que pocas veces se dice y es que en realidad para practicar cualquier deporte se tiene que partir desde una buena base física, una buena elasticidad muscular y una buena fuerza estabilizadora. Y eso no suele ser así, sino más bien al contrario.¿Qué significa exactamente «tener una buena fuerza estabilizadora»?Es un concepto más importante que el volumen muscular pues tener músculos grandes no es un sinónimo de estar fuerte. Muchas veces creemos que alguien está fuerte porque su cuerpo está definido y musculado, pero la realidad es que cuando en la consulta nos ponemos a trabajar con ellos en seguida se dan cuenta de que no tienen tanta fuerza como creen. Muchas personas que trabajan la fuerza no lo hacen correctamente, bien por cómo están diseñadas las máquinas o bien por los objetivos que se han marcado, que a menudo son equivocados. Muchos suelen decir que entrenan fuerza para mejorar salud, pero el trasfondo es que buscan un objetivo estético y quieren verse mejor físicamente y eso puede llegar a distorsionar el objetivo de un entrenamiento de fuerza. Por tanto, una persona que vaya al gimnasio y haga una rutina de gimnasio convencional, puede tener el mismo riesgo o más de sufrir lesiones si no trabaja adecuadamente los estabilizadores articulares correctos a nivel muscular. «Para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad. Aunque la masa muscular sea grande, si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para el día a día ni para la práctica deportiva» Juanma Ortega Fisioterapeuta¿Cómo les ayuda a sus pacientes a entender que esa aparente fuerza no les está protegiendo de las lesiones?A menudo lo que trabajamos en la consulta es justo lo contrario de lo que la gente entiende que es trabajar la fuerza. Lo más habitual es trabajar la fuerza o incluso el ejercicio en general, de una forma muy global, con patrones de movimientos muy globales, pero hay que tener en cuenta que el cuerpo está formado por músculos y estructuras que tienen que trabajar conjuntamente y generando sinergias. Esto significa que si tienes débiles unos determinados músculos cuando vayas a hacer el ejercicio de fuerza global unos tirarán más que otros y eso generará descompensaciones. Y eso, repetido en el tiempo, es la lesión de una persona a la que suelo calificar como «pseudosaludable», es decir, una persona que se considera que está sana por invertir su tiempo y su esfuerzo en salud. El problema es que muchas de esas personas «pseudosaludables» no entienden por qué se lesionan hasta que vienen a la consulta y les enseñamos cómo funcionan los músculos, los estabilizadores de cadera o los estabilizadores de la zona escapular. Con un solo test de fuerza, bastante sencillo, se dan cuenta en seguida de que no están tan fuertes como creen, incluso se llegan a frustrar porque creen que no ha valido la pena lo que llevaban haciendo desde hace más de diez años. Nos hemos encontrado a gente que ha hecho CrossFit y ha levantado peso durante mucho tiempo pero que en realidad no tiene fuerza en los estabilizadores de articulaciones principales como la cadera, los hombros o la columna. Noticias relacionadas estandar Si Ni entrenamiento ni nutrición, sigue estos consejos de estilo de vida para mejorar tu salud Alfonso M. Arce estandar Si «Soy alguien normal, ¿cuánto entrenamiento de fuerza necesito para notar resultados?» Alfonso M. ArceEn las redes sociales es cada vez más frecuente encontrar mensajes en los que se habla de la importancia de entrenar la fuerza…Esos mensajes de «hay que ganar masa muscular para prevenir la sarcopenia» deberían completarse de esta manera: para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad . La masa muscular puede ser grande y definida, pero si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para afrontar los desafíos del día a día o incluso de la práctica deportiva. Por eso a veces a la gente les llama la atención que les diga que lo que intento es que sepan cómo entrenar para estar bien sentado durante ocho horas en la oficina. ¿Pero cómo voy a entrenar para estar sentado?, me preguntan extrañados. Y entonces les explico que estar bien sentado no es fácil y que de cada 50 oficinistas, 49 están mal sentados. Hay que entrenar para nuestra vida y si en nuestra vida pasamos más de ocho horas sentados al día hay que tenerlo en cuenta. Es más, no debería entrenar de la misma manera la elasticidad y la fuerza una persona que trabaja de pie que aquella que permanece todo el día sentada. ¿Y qué pasa con las personas que comienzan a entrenar la fuerza de forma tardía, a una edad avanzada y casi partiendo de cero?Es importante tener en cuenta que cuando una persona lleva un tiempo sin practicar una actividad física, ya sea correr, o hacer cardio o hacer trabajo de fuerza o incluso de elasticidad no se puede pasar de cero a cien ni tampoco empezar con intensidad. Tiene que hacerlo de forma progresiva y procurar mejorar poco a poco la materia prima del cuerpo, que es el tejido muscular y el tejido articular. Un caso llamativo es el de las mujeres en perimenopausia o menopausia a las que se les ha metido miedo y casi se les ha sentenciado diciéndoles que si no trabajan la fuerza están perdidas debido a la pérdida de masa muscular y al deterioro del tejido óseo. Hay que dar diagnósticos y no sentencias, pues se corre el riesgo de que muchas de ellas se pongan a hacer ejercicios de una manera intensa intentando recuperar en dos años lo que no han hecho en 20. Eso no se puede hacer, es algo de sentido común y se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida. Lo que conviene es actuar de forma inteligente y de forma progresiva. No hay que intentar ganar el partido en el minuto uno, sino aprovechar los 90 minutos trabajando con cabeza. En el libro lo que intento es poner el foco en la formación y el conocimiento. Explico que es importante saber qué ocurre, por qué y cuáles son las posibles soluciones que se pueden tener al alcance. Más que un tratamiento lo que hacemos en consulta es una formación exhaustiva para que el paciente entienda cómo funciona el cuerpo. Siempre he defendido que no solo hay que ayudar a revertir el problema, sino que lo ideal es mostrar los conocimientos necesarios para que esa persona pueda crear un hábito de autocuidado. Me gustaría que llegase el momento en el que esa persona fuera, entre comillas, su propio fisioterapeuta gracias a los conocimientos y la capacidad de autobservación que ha adquirido.A la hora de distinguir los tipos de dolor, ¿Qué hay que observar para saber si el dolor implica parar y en qué casos implica moverse de otra manera?Si no se sabe interpretar el dolor, hay que ir de la mano con un profesional para entenderlo. Cuando comienzo a trabajar con alguien les detallo por qué le duele la espalda y le aclaro que durante el trabajo terapéutico su dolor puede ir a peor debido a la tremenda rigidez muscular que sufre. La explicación está en que cuando se aplica una técnica de forma repetida sobre un músculo rígido y dañado; el cuerpo reacciona para intentar parar el dolor a través de un mecanismo específico. Pero si ese proceso se está haciendo de la mano de un profesional, es decir, si esa persona está siendo supervisada por un profesional que sabe lo que está haciendo, será posible reorientar ese dolor y entender por qué es necesario seguir trabajando en él. Mis pacientes pueden trabajar en su recuperación a diario a través de la unidad online, activa los 365 días al año. Lo más gratificante para mí es ver que pacientes de hace diez o doce años no han vuelto a sufrir dolores de espalda porque han incorporado en su rutina (dos o tres días por semana) la hoja de ruta con los ejercicios de prevención que les di en su día. Han aprendido a que no solo hay que ir al gimnasio por ir, sino que debes saber lo que tienes que hacer y aprender a interpretar lo que le pasa a tu cuerpo. Mi enfoque no es aliviar los síntomas, sino buscar soluciones. Soy tajante en esto y para algunas personas es algo disruptivo. Esta visión, aunque disruptiva, es esperanzadora porque hay muchas personas que creen que el dolor es para siempre…El tipo de paciente predominante en mi consulta, me atrevería a decir que cerca del 70% de los casos, es aquel que ha consultado a decenas de fisioterapeutas y traumatólogos y que se han dado por desahuciados o que han pensado que ya no pueden curarse. Algunos incluso se han hecho una o dos cirugías. Pero la mayoría de ellos, más que un diagnóstico, han recibido una sentencia, pues les han augurado que vivirán toda la vida con dolor y que iban a tener que adaptarse. A algunos les envían a la unidad del dolor que es más un tratamiento paliativo que otra cosa. Y a otros les hinchan a pastillas para que vivan inhibiendo el síntoma. Pero en la mayoría de los casos no se aborda el origen real del problema, sino que se centran en los síntomas.¿Y eso qué implicaciones tiene?Te voy a dar un dato llamativo. Más del 80% de las lesiones lumbares tienen su origen en las piernas y no en la espalda. Pero a la hora de hacer un estudio no se suelen mirar las piernas ni trabajar las articulaciones. Se revisan los glúteos, las caderas y la espalda, pero no las piernas. Y cuando les tratamos en consulta comprobamos que sufren más al palparles las piernas con una terapia manual porque es donde realmente tienen el problema. Por eso a menudo les recuerdo a los pacientes es que el lugar donde les duele no es el sitio en el que tienen el problema. Hay que ir al origen. Pongo un ejemplo. La hernia por pinzamiento es una consecuencia, no es la causa. Algo en el cuerpo de esa persona no funciona bien. La hernia genera el dolor, sí, pero la pregunta correcta es: ¿Qué genera la hernia? Hay que preguntarse por qué porque sucede lo que sucede. Si no preguntas los porqués, nunca encontrarás la solución. Cuando les trato en consulta les veo de todas las maneras posibles: les digo que se sienten, que se pongan de pie, que se aten un zapato, que se coloquen en una posición o en otra… Y con todas esas acciones hago un diagnóstico y comienzo a pautar un tratamiento que permita trabajar con ellos. Noticias relacionadas estandar Si Por qué el ‘buenos días’ es un ejercicio que utilizan tantos métodos de entrenamiento Alfonso M. Arce estandar No Toni Pérez, creador de @fisioteduca «Un buen fisioterapeuta no es un masajista ni un sacacuartos» Raquel Alcolea¿Existen diferentes tolerancias al dolor?Sí, es algo que depende del sistema nervioso. Hay personas que tienen una mayor tolerancia sin ayuda de inhibidores y otros que no. Pero algo que me gustaría dejar claro es que el dolor no es el problema. El dolor es un síntoma que indica que algo en tu cuerpo no funciona bien. Aunque sea el que nos machaca, no es el culpable, solo indica que algo no funciona bien y lo que se necesita es encontrar lo que no funciona. Es como el chivato del coche, que indica que hay una avería. Hay que olvidarse de la hernia y hay que poner el foco en lo que la provoca. Creo que mi libro no pretender dar una receta para todo el mundo, sino más bien una bofetada de realidad para despertar y ponerse las pilas. El 80% del éxito depende del paciente, y el 20% restante del conocimiento de los profesionales. Acabar con el dolor exige esfuerzo, disciplina, sacrificio y compromiso con uno mismo. Si mis pacientes dicen que no van a hacer nada porque no pueden o porque no quieren, les explico que no voy a trabajar con ellos porque no puedo reparar sus déficit sin su ayuda. Hay que comprometerse con uno mismo a ponerse manos a la obra. Tres cuartos de la población occidental ha padecido, padece o padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida, pero la mayoría de los tratamientos que existen se centran en atacar el síntoma y olvidan el origen del problema, según destaca el fisioterapeuta Juanma Ortega . Lleva más de veinte años trabajando en el tratamiento del dolor y asegura que su enfoque es disruptivo porque, más que aliviar los síntomas, su método se basa en ofrecer técnicas activas que conviertan al paciente en el protagonista de su recuperación y que, de alguna manera, sean sus propios «fisios» gracias al conocimiento del cuerpo. En su libro ‘Tu dolor de espalda tiene solución (si sabes cómo)’ (Alienta) el experto en recuperación de lesiones de columna vertebral sin cirugía aporta estrategias para llevar una vida sin dolor y muestra aspectos importantes sobre el dolor de espalda y las hernias discales que, según asegura, desconocen muchos médicos y fisioterapeutas. ¿Cuáles son las lesiones más frecuentes de espalda que suele tratar en consulta?La mayoría de los pacientes que acuden con lesiones de columna vienen con hernias discales . Es lo que más se ve, casi podría decirse que es una plaga. Y los problemas son similares. En torno al 3-4% de los pacientes han sufrido un traumatismo, un accidente o cualquier proceso traumático sobre su espalda. Pero la gran mayoría, que es el otro 96-97%, es su día a día y sus hábitos los que le han llevado al dolor y no un proceso traumático o un accidente.En estos casos lo más frecuente es que exista una falta de elasticidad del tejido muscular tremenda. La consecuencia de esto, explicado de una forma sencilla, es que esa rigidez produce una mayor compresión entre las articulaciones, que es la que provoca el deterioro. Comienzan a comprimirse los amortiguadores, es decir, los discos en el caso de la espalda, empiezan a chocar las piezas óseas entre ellas y eso lleva al desgaste y con ello a patologías como la artrosis. A menudo se asocia el cuadro doloroso o la sintomatología que produce el desgaste, pero lo que sucede realmente es que el tejido muscular no está bien y eso tiene consecuencias. ¿Qué parte de responsabilidad en las lesiones o en el dolor tiene la falta de ejercicio?El sedentarismo prevalece en la sociedad actual, pues los trabajos cada vez son menos activos y más repetitivos. Y lo cierto es que resulta más dañina la repetición de un gesto que cargar o coger peso. Si te das cuenta, hoy en día no hay tantas personas que tengan que cargar mucho peso a diario de forma constante o durante varias horas al día, pero sí que hay personas que repiten gestos (movimientos, formas de moverse…) muchas veces al día. También es importante saber que hacer deporte no va a salvar a nadie de padecer dolor, sobre todo si uno piensa que hacer deporte es jugar al pádel, hacer natación, ir a pilates o salir a correr. De hecho, hay algo importante que pocas veces se dice y es que en realidad para practicar cualquier deporte se tiene que partir desde una buena base física, una buena elasticidad muscular y una buena fuerza estabilizadora. Y eso no suele ser así, sino más bien al contrario.¿Qué significa exactamente «tener una buena fuerza estabilizadora»?Es un concepto más importante que el volumen muscular pues tener músculos grandes no es un sinónimo de estar fuerte. Muchas veces creemos que alguien está fuerte porque su cuerpo está definido y musculado, pero la realidad es que cuando en la consulta nos ponemos a trabajar con ellos en seguida se dan cuenta de que no tienen tanta fuerza como creen. Muchas personas que trabajan la fuerza no lo hacen correctamente, bien por cómo están diseñadas las máquinas o bien por los objetivos que se han marcado, que a menudo son equivocados. Muchos suelen decir que entrenan fuerza para mejorar salud, pero el trasfondo es que buscan un objetivo estético y quieren verse mejor físicamente y eso puede llegar a distorsionar el objetivo de un entrenamiento de fuerza. Por tanto, una persona que vaya al gimnasio y haga una rutina de gimnasio convencional, puede tener el mismo riesgo o más de sufrir lesiones si no trabaja adecuadamente los estabilizadores articulares correctos a nivel muscular. «Para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad. Aunque la masa muscular sea grande, si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para el día a día ni para la práctica deportiva» Juanma Ortega Fisioterapeuta¿Cómo les ayuda a sus pacientes a entender que esa aparente fuerza no les está protegiendo de las lesiones?A menudo lo que trabajamos en la consulta es justo lo contrario de lo que la gente entiende que es trabajar la fuerza. Lo más habitual es trabajar la fuerza o incluso el ejercicio en general, de una forma muy global, con patrones de movimientos muy globales, pero hay que tener en cuenta que el cuerpo está formado por músculos y estructuras que tienen que trabajar conjuntamente y generando sinergias. Esto significa que si tienes débiles unos determinados músculos cuando vayas a hacer el ejercicio de fuerza global unos tirarán más que otros y eso generará descompensaciones. Y eso, repetido en el tiempo, es la lesión de una persona a la que suelo calificar como «pseudosaludable», es decir, una persona que se considera que está sana por invertir su tiempo y su esfuerzo en salud. El problema es que muchas de esas personas «pseudosaludables» no entienden por qué se lesionan hasta que vienen a la consulta y les enseñamos cómo funcionan los músculos, los estabilizadores de cadera o los estabilizadores de la zona escapular. Con un solo test de fuerza, bastante sencillo, se dan cuenta en seguida de que no están tan fuertes como creen, incluso se llegan a frustrar porque creen que no ha valido la pena lo que llevaban haciendo desde hace más de diez años. Nos hemos encontrado a gente que ha hecho CrossFit y ha levantado peso durante mucho tiempo pero que en realidad no tiene fuerza en los estabilizadores de articulaciones principales como la cadera, los hombros o la columna. Noticias relacionadas estandar Si Ni entrenamiento ni nutrición, sigue estos consejos de estilo de vida para mejorar tu salud Alfonso M. Arce estandar Si «Soy alguien normal, ¿cuánto entrenamiento de fuerza necesito para notar resultados?» Alfonso M. ArceEn las redes sociales es cada vez más frecuente encontrar mensajes en los que se habla de la importancia de entrenar la fuerza…Esos mensajes de «hay que ganar masa muscular para prevenir la sarcopenia» deberían completarse de esta manera: para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad . La masa muscular puede ser grande y definida, pero si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para afrontar los desafíos del día a día o incluso de la práctica deportiva. Por eso a veces a la gente les llama la atención que les diga que lo que intento es que sepan cómo entrenar para estar bien sentado durante ocho horas en la oficina. ¿Pero cómo voy a entrenar para estar sentado?, me preguntan extrañados. Y entonces les explico que estar bien sentado no es fácil y que de cada 50 oficinistas, 49 están mal sentados. Hay que entrenar para nuestra vida y si en nuestra vida pasamos más de ocho horas sentados al día hay que tenerlo en cuenta. Es más, no debería entrenar de la misma manera la elasticidad y la fuerza una persona que trabaja de pie que aquella que permanece todo el día sentada. ¿Y qué pasa con las personas que comienzan a entrenar la fuerza de forma tardía, a una edad avanzada y casi partiendo de cero?Es importante tener en cuenta que cuando una persona lleva un tiempo sin practicar una actividad física, ya sea correr, o hacer cardio o hacer trabajo de fuerza o incluso de elasticidad no se puede pasar de cero a cien ni tampoco empezar con intensidad. Tiene que hacerlo de forma progresiva y procurar mejorar poco a poco la materia prima del cuerpo, que es el tejido muscular y el tejido articular. Un caso llamativo es el de las mujeres en perimenopausia o menopausia a las que se les ha metido miedo y casi se les ha sentenciado diciéndoles que si no trabajan la fuerza están perdidas debido a la pérdida de masa muscular y al deterioro del tejido óseo. Hay que dar diagnósticos y no sentencias, pues se corre el riesgo de que muchas de ellas se pongan a hacer ejercicios de una manera intensa intentando recuperar en dos años lo que no han hecho en 20. Eso no se puede hacer, es algo de sentido común y se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida. Lo que conviene es actuar de forma inteligente y de forma progresiva. No hay que intentar ganar el partido en el minuto uno, sino aprovechar los 90 minutos trabajando con cabeza. En el libro lo que intento es poner el foco en la formación y el conocimiento. Explico que es importante saber qué ocurre, por qué y cuáles son las posibles soluciones que se pueden tener al alcance. Más que un tratamiento lo que hacemos en consulta es una formación exhaustiva para que el paciente entienda cómo funciona el cuerpo. Siempre he defendido que no solo hay que ayudar a revertir el problema, sino que lo ideal es mostrar los conocimientos necesarios para que esa persona pueda crear un hábito de autocuidado. Me gustaría que llegase el momento en el que esa persona fuera, entre comillas, su propio fisioterapeuta gracias a los conocimientos y la capacidad de autobservación que ha adquirido.A la hora de distinguir los tipos de dolor, ¿Qué hay que observar para saber si el dolor implica parar y en qué casos implica moverse de otra manera?Si no se sabe interpretar el dolor, hay que ir de la mano con un profesional para entenderlo. Cuando comienzo a trabajar con alguien les detallo por qué le duele la espalda y le aclaro que durante el trabajo terapéutico su dolor puede ir a peor debido a la tremenda rigidez muscular que sufre. La explicación está en que cuando se aplica una técnica de forma repetida sobre un músculo rígido y dañado; el cuerpo reacciona para intentar parar el dolor a través de un mecanismo específico. Pero si ese proceso se está haciendo de la mano de un profesional, es decir, si esa persona está siendo supervisada por un profesional que sabe lo que está haciendo, será posible reorientar ese dolor y entender por qué es necesario seguir trabajando en él. Mis pacientes pueden trabajar en su recuperación a diario a través de la unidad online, activa los 365 días al año. Lo más gratificante para mí es ver que pacientes de hace diez o doce años no han vuelto a sufrir dolores de espalda porque han incorporado en su rutina (dos o tres días por semana) la hoja de ruta con los ejercicios de prevención que les di en su día. Han aprendido a que no solo hay que ir al gimnasio por ir, sino que debes saber lo que tienes que hacer y aprender a interpretar lo que le pasa a tu cuerpo. Mi enfoque no es aliviar los síntomas, sino buscar soluciones. Soy tajante en esto y para algunas personas es algo disruptivo. Esta visión, aunque disruptiva, es esperanzadora porque hay muchas personas que creen que el dolor es para siempre…El tipo de paciente predominante en mi consulta, me atrevería a decir que cerca del 70% de los casos, es aquel que ha consultado a decenas de fisioterapeutas y traumatólogos y que se han dado por desahuciados o que han pensado que ya no pueden curarse. Algunos incluso se han hecho una o dos cirugías. Pero la mayoría de ellos, más que un diagnóstico, han recibido una sentencia, pues les han augurado que vivirán toda la vida con dolor y que iban a tener que adaptarse. A algunos les envían a la unidad del dolor que es más un tratamiento paliativo que otra cosa. Y a otros les hinchan a pastillas para que vivan inhibiendo el síntoma. Pero en la mayoría de los casos no se aborda el origen real del problema, sino que se centran en los síntomas.¿Y eso qué implicaciones tiene?Te voy a dar un dato llamativo. Más del 80% de las lesiones lumbares tienen su origen en las piernas y no en la espalda. Pero a la hora de hacer un estudio no se suelen mirar las piernas ni trabajar las articulaciones. Se revisan los glúteos, las caderas y la espalda, pero no las piernas. Y cuando les tratamos en consulta comprobamos que sufren más al palparles las piernas con una terapia manual porque es donde realmente tienen el problema. Por eso a menudo les recuerdo a los pacientes es que el lugar donde les duele no es el sitio en el que tienen el problema. Hay que ir al origen. Pongo un ejemplo. La hernia por pinzamiento es una consecuencia, no es la causa. Algo en el cuerpo de esa persona no funciona bien. La hernia genera el dolor, sí, pero la pregunta correcta es: ¿Qué genera la hernia? Hay que preguntarse por qué porque sucede lo que sucede. Si no preguntas los porqués, nunca encontrarás la solución. Cuando les trato en consulta les veo de todas las maneras posibles: les digo que se sienten, que se pongan de pie, que se aten un zapato, que se coloquen en una posición o en otra… Y con todas esas acciones hago un diagnóstico y comienzo a pautar un tratamiento que permita trabajar con ellos. Noticias relacionadas estandar Si Por qué el ‘buenos días’ es un ejercicio que utilizan tantos métodos de entrenamiento Alfonso M. Arce estandar No Toni Pérez, creador de @fisioteduca «Un buen fisioterapeuta no es un masajista ni un sacacuartos» Raquel Alcolea¿Existen diferentes tolerancias al dolor?Sí, es algo que depende del sistema nervioso. Hay personas que tienen una mayor tolerancia sin ayuda de inhibidores y otros que no. Pero algo que me gustaría dejar claro es que el dolor no es el problema. El dolor es un síntoma que indica que algo en tu cuerpo no funciona bien. Aunque sea el que nos machaca, no es el culpable, solo indica que algo no funciona bien y lo que se necesita es encontrar lo que no funciona. Es como el chivato del coche, que indica que hay una avería. Hay que olvidarse de la hernia y hay que poner el foco en lo que la provoca. Creo que mi libro no pretender dar una receta para todo el mundo, sino más bien una bofetada de realidad para despertar y ponerse las pilas. El 80% del éxito depende del paciente, y el 20% restante del conocimiento de los profesionales. Acabar con el dolor exige esfuerzo, disciplina, sacrificio y compromiso con uno mismo. Si mis pacientes dicen que no van a hacer nada porque no pueden o porque no quieren, les explico que no voy a trabajar con ellos porque no puedo reparar sus déficit sin su ayuda. Hay que comprometerse con uno mismo a ponerse manos a la obra.
Tres cuartos de la población occidental ha padecido, padece o padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida, pero la mayoría de los tratamientos que existen se centran en atacar el síntoma y olvidan el origen del problema, según destaca el fisioterapeuta Juanma Ortega. Lleva más de veinte años trabajando en el tratamiento del dolor y asegura que su enfoque es disruptivo porque, más que aliviar los síntomas, su método se basa en ofrecer técnicas activas que conviertan al paciente en el protagonista de su recuperación y que, de alguna manera, sean sus propios «fisios» gracias al conocimiento del cuerpo.
En su libro ‘Tu dolor de espalda tiene solución (si sabes cómo)’ (Alienta) el experto en recuperación de lesiones de columna vertebral sin cirugía aporta estrategias para llevar una vida sin dolor y muestra aspectos importantes sobre el dolor de espalda y las hernias discales que, según asegura, desconocen muchos médicos y fisioterapeutas.
¿Cuáles son las lesiones más frecuentes de espalda que suele tratar en consulta?
La mayoría de los pacientes que acuden con lesiones de columna vienen con hernias discales. Es lo que más se ve, casi podría decirse que es una plaga. Y los problemas son similares. En torno al 3-4% de los pacientes han sufrido un traumatismo, un accidente o cualquier proceso traumático sobre su espalda. Pero la gran mayoría, que es el otro 96-97%, es su día a día y sus hábitos los que le han llevado al dolor y no un proceso traumático o un accidente.
En estos casos lo más frecuente es que exista una falta de elasticidad del tejido muscular tremenda. La consecuencia de esto, explicado de una forma sencilla, es que esa rigidez produce una mayor compresión entre las articulaciones, que es la que provoca el deterioro. Comienzan a comprimirse los amortiguadores, es decir, los discos en el caso de la espalda, empiezan a chocar las piezas óseas entre ellas y eso lleva al desgaste y con ello a patologías como la artrosis.
A menudo se asocia el cuadro doloroso o la sintomatología que produce el desgaste, pero lo que sucede realmente es que el tejido muscular no está bien y eso tiene consecuencias.
¿Qué parte de responsabilidad en las lesiones o en el dolor tiene la falta de ejercicio?
El sedentarismo prevalece en la sociedad actual, pues los trabajos cada vez son menos activos y más repetitivos. Y lo cierto es que resulta más dañina la repetición de un gesto que cargar o coger peso. Si te das cuenta, hoy en día no hay tantas personas que tengan que cargar mucho peso a diario de forma constante o durante varias horas al día, pero sí que hay personas que repiten gestos (movimientos, formas de moverse…) muchas veces al día.
También es importante saber que hacer deporte no va a salvar a nadie de padecer dolor, sobre todo si uno piensa que hacer deporte es jugar al pádel, hacer natación, ir a pilates o salir a correr. De hecho, hay algo importante que pocas veces se dice y es que en realidad para practicar cualquier deporte se tiene que partir desde una buena base física, una buena elasticidad muscular y una buena fuerza estabilizadora. Y eso no suele ser así, sino más bien al contrario.
¿Qué significa exactamente «tener una buena fuerza estabilizadora»?
Es un concepto más importante que el volumen muscular pues tener músculos grandes no es un sinónimo de estar fuerte. Muchas veces creemos que alguien está fuerte porque su cuerpo está definido y musculado, pero la realidad es que cuando en la consulta nos ponemos a trabajar con ellos en seguida se dan cuenta de que no tienen tanta fuerza como creen. Muchas personas que trabajan la fuerza no lo hacen correctamente, bien por cómo están diseñadas las máquinas o bien por los objetivos que se han marcado, que a menudo son equivocados. Muchos suelen decir que entrenan fuerza para mejorar salud, pero el trasfondo es que buscan un objetivo estético y quieren verse mejor físicamente y eso puede llegar a distorsionar el objetivo de un entrenamiento de fuerza. Por tanto, una persona que vaya al gimnasio y haga una rutina de gimnasio convencional, puede tener el mismo riesgo o más de sufrir lesiones si no trabaja adecuadamente los estabilizadores articulares correctos a nivel muscular.
«Para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad. Aunque la masa muscular sea grande, si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para el día a día ni para la práctica deportiva»
Juanma Ortega
Fisioterapeuta
¿Cómo les ayuda a sus pacientes a entender que esa aparente fuerza no les está protegiendo de las lesiones?
A menudo lo que trabajamos en la consulta es justo lo contrario de lo que la gente entiende que es trabajar la fuerza. Lo más habitual es trabajar la fuerza o incluso el ejercicio en general, de una forma muy global, con patrones de movimientos muy globales, pero hay que tener en cuenta que el cuerpo está formado por músculos y estructuras que tienen que trabajar conjuntamente y generando sinergias. Esto significa que si tienes débiles unos determinados músculos cuando vayas a hacer el ejercicio de fuerza global unos tirarán más que otros y eso generará descompensaciones. Y eso, repetido en el tiempo, es la lesión de una persona a la que suelo calificar como «pseudosaludable», es decir, una persona que se considera que está sana por invertir su tiempo y su esfuerzo en salud.
El problema es que muchas de esas personas «pseudosaludables» no entienden por qué se lesionan hasta que vienen a la consulta y les enseñamos cómo funcionan los músculos, los estabilizadores de cadera o los estabilizadores de la zona escapular. Con un solo test de fuerza, bastante sencillo, se dan cuenta en seguida de que no están tan fuertes como creen, incluso se llegan a frustrar porque creen que no ha valido la pena lo que llevaban haciendo desde hace más de diez años. Nos hemos encontrado a gente que ha hecho CrossFit y ha levantado peso durante mucho tiempo pero que en realidad no tiene fuerza en los estabilizadores de articulaciones principales como la cadera, los hombros o la columna.
En las redes sociales es cada vez más frecuente encontrar mensajes en los que se habla de la importancia de entrenar la fuerza…
Esos mensajes de «hay que ganar masa muscular para prevenir la sarcopenia» deberían completarse de esta manera: para que un músculo esté bien debe tener fuerza. Y eso no tiene que ver con el volumen sino con la funcionalidad. La masa muscular puede ser grande y definida, pero si no se trabaja adecuadamente no tendrá fuerza, no será funcional para afrontar los desafíos del día a día o incluso de la práctica deportiva.
Por eso a veces a la gente les llama la atención que les diga que lo que intento es que sepan cómo entrenar para estar bien sentado durante ocho horas en la oficina. ¿Pero cómo voy a entrenar para estar sentado?, me preguntan extrañados. Y entonces les explico que estar bien sentado no es fácil y que de cada 50 oficinistas, 49 están mal sentados. Hay que entrenar para nuestra vida y si en nuestra vida pasamos más de ocho horas sentados al día hay que tenerlo en cuenta. Es más, no debería entrenar de la misma manera la elasticidad y la fuerza una persona que trabaja de pie que aquella que permanece todo el día sentada.
¿Y qué pasa con las personas que comienzan a entrenar la fuerza de forma tardía, a una edad avanzada y casi partiendo de cero?
Es importante tener en cuenta que cuando una persona lleva un tiempo sin practicar una actividad física, ya sea correr, o hacer cardio o hacer trabajo de fuerza o incluso de elasticidad no se puede pasar de cero a cien ni tampoco empezar con intensidad. Tiene que hacerlo de forma progresiva y procurar mejorar poco a poco la materia prima del cuerpo, que es el tejido muscular y el tejido articular.
Un caso llamativo es el de las mujeres en perimenopausia o menopausia a las que se les ha metido miedo y casi se les ha sentenciado diciéndoles que si no trabajan la fuerza están perdidas debido a la pérdida de masa muscular y al deterioro del tejido óseo. Hay que dar diagnósticos y no sentencias, pues se corre el riesgo de que muchas de ellas se pongan a hacer ejercicios de una manera intensa intentando recuperar en dos años lo que no han hecho en 20. Eso no se puede hacer, es algo de sentido común y se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida.
Lo que conviene es actuar de forma inteligente y de forma progresiva. No hay que intentar ganar el partido en el minuto uno, sino aprovechar los 90 minutos trabajando con cabeza. En el libro lo que intento es poner el foco en la formación y el conocimiento. Explico que es importante saber qué ocurre, por qué y cuáles son las posibles soluciones que se pueden tener al alcance. Más que un tratamiento lo que hacemos en consulta es una formación exhaustiva para que el paciente entienda cómo funciona el cuerpo. Siempre he defendido que no solo hay que ayudar a revertir el problema, sino que lo ideal es mostrar los conocimientos necesarios para que esa persona pueda crear un hábito de autocuidado. Me gustaría que llegase el momento en el que esa persona fuera, entre comillas, su propio fisioterapeuta gracias a los conocimientos y la capacidad de autobservación que ha adquirido.
A la hora de distinguir los tipos de dolor, ¿Qué hay que observar para saber si el dolor implica parar y en qué casos implica moverse de otra manera?
Si no se sabe interpretar el dolor, hay que ir de la mano con un profesional para entenderlo. Cuando comienzo a trabajar con alguien les detallo por qué le duele la espalda y le aclaro que durante el trabajo terapéutico su dolor puede ir a peor debido a la tremenda rigidez muscular que sufre. La explicación está en que cuando se aplica una técnica de forma repetida sobre un músculo rígido y dañado; el cuerpo reacciona para intentar parar el dolor a través de un mecanismo específico. Pero si ese proceso se está haciendo de la mano de un profesional, es decir, si esa persona está siendo supervisada por un profesional que sabe lo que está haciendo, será posible reorientar ese dolor y entender por qué es necesario seguir trabajando en él.
Mis pacientes pueden trabajar en su recuperación a diario a través de la unidad online, activa los 365 días al año. Lo más gratificante para mí es ver que pacientes de hace diez o doce años no han vuelto a sufrir dolores de espalda porque han incorporado en su rutina (dos o tres días por semana) la hoja de ruta con los ejercicios de prevención que les di en su día. Han aprendido a que no solo hay que ir al gimnasio por ir, sino que debes saber lo que tienes que hacer y aprender a interpretar lo que le pasa a tu cuerpo.
Mi enfoque no es aliviar los síntomas, sino buscar soluciones. Soy tajante en esto y para algunas personas es algo disruptivo.
Esta visión, aunque disruptiva, es esperanzadora porque hay muchas personas que creen que el dolor es para siempre…
El tipo de paciente predominante en mi consulta, me atrevería a decir que cerca del 70% de los casos, es aquel que ha consultado a decenas de fisioterapeutas y traumatólogos y que se han dado por desahuciados o que han pensado que ya no pueden curarse. Algunos incluso se han hecho una o dos cirugías. Pero la mayoría de ellos, más que un diagnóstico, han recibido una sentencia, pues les han augurado que vivirán toda la vida con dolor y que iban a tener que adaptarse. A algunos les envían a la unidad del dolor que es más un tratamiento paliativo que otra cosa. Y a otros les hinchan a pastillas para que vivan inhibiendo el síntoma. Pero en la mayoría de los casos no se aborda el origen real del problema, sino que se centran en los síntomas.
¿Y eso qué implicaciones tiene?
Te voy a dar un dato llamativo. Más del 80% de las lesiones lumbares tienen su origen en las piernas y no en la espalda. Pero a la hora de hacer un estudio no se suelen mirar las piernas ni trabajar las articulaciones. Se revisan los glúteos, las caderas y la espalda, pero no las piernas. Y cuando les tratamos en consulta comprobamos que sufren más al palparles las piernas con una terapia manual porque es donde realmente tienen el problema.
Por eso a menudo les recuerdo a los pacientes es que el lugar donde les duele no es el sitio en el que tienen el problema. Hay que ir al origen. Pongo un ejemplo. La hernia por pinzamiento es una consecuencia, no es la causa. Algo en el cuerpo de esa persona no funciona bien. La hernia genera el dolor, sí, pero la pregunta correcta es: ¿Qué genera la hernia? Hay que preguntarse por qué porque sucede lo que sucede. Si no preguntas los porqués, nunca encontrarás la solución. Cuando les trato en consulta les veo de todas las maneras posibles: les digo que se sienten, que se pongan de pie, que se aten un zapato, que se coloquen en una posición o en otra… Y con todas esas acciones hago un diagnóstico y comienzo a pautar un tratamiento que permita trabajar con ellos.
¿Existen diferentes tolerancias al dolor?
Sí, es algo que depende del sistema nervioso. Hay personas que tienen una mayor tolerancia sin ayuda de inhibidores y otros que no. Pero algo que me gustaría dejar claro es que el dolor no es el problema. El dolor es un síntoma que indica que algo en tu cuerpo no funciona bien. Aunque sea el que nos machaca, no es el culpable, solo indica que algo no funciona bien y lo que se necesita es encontrar lo que no funciona. Es como el chivato del coche, que indica que hay una avería. Hay que olvidarse de la hernia y hay que poner el foco en lo que la provoca.
Creo que mi libro no pretender dar una receta para todo el mundo, sino más bien una bofetada de realidad para despertar y ponerse las pilas. El 80% del éxito depende del paciente, y el 20% restante del conocimiento de los profesionales. Acabar con el dolor exige esfuerzo, disciplina, sacrificio y compromiso con uno mismo. Si mis pacientes dicen que no van a hacer nada porque no pueden o porque no quieren, les explico que no voy a trabajar con ellos porque no puedo reparar sus déficit sin su ayuda. Hay que comprometerse con uno mismo a ponerse manos a la obra.
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