Iberdrola: un atribulado sueño americano

Hace apenas dos meses Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, definía en una conferencia con analistas la apuesta de la compañía por EE.UU. como “una oportunidad única”. La pasión del directivo por el país de las barras y estrellas viene de lejos. Ya en el 2008 aseguraba que el país era “el lugar natural para crecer”. Así ha sido desde que, el 26 de junio del 2007, Ibedrola anunció la compra de Energy East, una comercializadora de electricidad y gas estadounidense, con la que Galán estrenó su sueño americano.

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 La compañía incrementa del 53,5% al 84% su porcentaje del capital en su filial brasileña  

Hace apenas dos meses Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, definía en una conferencia con analistas la apuesta de la compañía por EE.UU. como “una oportunidad única”. La pasión del directivo por el país de las barras y estrellas viene de lejos. Ya en el 2008 aseguraba que el país era “el lugar natural para crecer”. Así ha sido desde que, el 26 de junio del 2007, Ibedrola anunció la compra de Energy East, una comercializadora de electricidad y gas estadounidense, con la que Galán estrenó su sueño americano.

En la actualidad Iberdrola, de la mano de su filial Avangrid, cuenta con 80 instalaciones en suelo estadounidense distribuidas en más de 20 estados. En total posee 10,5 gigavatios (GW) de energía instalada, de los que 9,7 GW son renovables. A ellos se suman 170.000 kilómetros de redes eléctricas en estados como Nueva York, Connecticut, Main o Massachusetts con las que dan servicio a más de tres millones de personas. En el 2024, EE.UU. aportó 7.752 millones de euros al Grupo Iberdrola, el 17,3% del total.

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El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán

Pero Donald Trump se ha cruzado en el camino de Galán para convertir en realidad aquello de que para conseguir el sueño americano también “hay que sudar”. El magnate ya alertó a la compañía durante su primer mandato por su marcada posición antirrenovables y su defensa de los combustibles fósiles. Entonces la amenaza no pasó de las declaraciones. Por el contrario su sucesor, Joe Biden, regó el país de ayudas e incentivos para impulsar las energías limpias con su millonaria ley de Reducción de la Inflación (IRA). Con ella, los halagos de Galán a la estrategia y estabilidad estadounidense eran tan contundentes como las críticas a la inestabilidad regulatoria del Gobierno español.

Trump pone en riesgo algunas de sus inversiones aunque los analistas minimizan el impacto

Esto llevó al directivo a enfocar su apuesta inversora al otro lado del Atlántico pese a los numerosos conflictos judiciales que ha tenido que afrontar durante su andadura, entre los que destaca la prohibición de hacerse con la PNM, la eléctrica de Nuevo México, valorada en 8.300 millones. Tras cuatro años de lucha, Galán tiró la toalla en el 2024.

La decisión no impidió que el último plan estratégico de la compañía 2024-2026 situase a EE.UU. como principal destino de sus inversiones. Se llevaba el 35% de los 36.000 millones proyectados para invertir durante esos dos años. En línea con el nuevo rumbo de la mayor eléctrica europea por capitalización, la apuesta se centraba en la construcción y actualización de redes eléctricas y es el arma con la que ahora negocian los equipos de Iberdrola.

Todas las vistas están puestas en el plan estratégico que Iberdrola presentará el 24 de septiembre

Porque la realidad ha dejado de lado aquella laureada estabilidad regulatoria. Ahora las amenazas se materializan y ello pese a que Galán ha estrechado la mano del magnate actual en la Casa Blanca en diversas ocasiones, y de que a ambos les unen amistad y negocios con el emir de Qatar, propietario del fondo de inversión de ese país, principal accionista de Iberdrola.

Nada de eso impidió que el pasado 3 de septiembre las alarmas sonaran en el cuartel general de Iberdrola cuando se supo que el Departamento de Justicia de EE.UU. estudiaba revocar el permiso de dos parques eólicos marinos proyectados frente a las costas de Massachusetts, denominados New England Win 1 y 2. “Es un impacto moderado. Peor hubiera sido una decisión sobre Vineyard Win I”, apuntaban desde la compañía, respirando con alivio momentáneo porque se había salvado su mayor parque eólico marino del país. Vineyard Win I tiene 806 MW de capacidad instalada, se le han destinado 2.700 millones de inversión y ya está en operación.

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-FOTODELDIA- GRAFCAV4118. BILBAO, 01/04/2020.-Torre de la compañía eléctrica Iberdrola y sede social de la compañía en la capital vizcaína, donde mañana jueves se celebrará por primera vez en su historia, su junta de accionistas en Bilbao de forma no presencial ante las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus, que hará que se desarrolle totalmente por medios telemáticos. EFE/LUIS TEJIDO.

“La decisión del Gobierno de Trump de eliminar los incentivos a las renovables es un riesgo, pero Iberdrola es una compañía muy diversificada también en EE.UU., con lo que se reduce el impacto ”, asegura Ramón Alfonso, socio de Norz Patrimonia. La misma tranquilidad transmite Aranzazu Bueno, analista de Bankinter. “Que Trump es una fuente de inestabilidad es innegable. Pero la apuesta de Iberdrola por las redes es muy sólida y necesaria para EE.UU. En este aspecto Trump no supone ningún problema”, asegura Bueno.

El problema es que este contratiempo ha llegado a las puertas de presentar el nuevo plan estratégico de la compañía y lo complica todo. “Iberdrola negocia contra el reloj para llegar al 24 de septiembre con un acuerdo con Trump, al que busca convencer con las millonarias inversiones que proyecta. Pero, mientras, debe adecuar su plan estratégico a la situación actual En menos de dos semanas veremos si la apuesta por EE.UU. se mantiene en las mismas condiciones”, dice Bueno.

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