Habana Rubio, actriz: “He visto accidentes muy graves en Estados Unidos, por eso conduzco siempre con mucho cuidado, no solo por mí, sino también por quienes me rodean”

A sus 21 años, Habana Rubio ha vivido más experiencias que muchas personas en toda una vida. Con tan solo 7 años debutó en el musical Sonrisas y lágrimas y, con 9, formó parte del elenco de El Rey León. Su carrera abarca desde Billy Elliot hasta series como RESEC o películas como Yo quisiera, pasando por Carolina del Sur, lugar en el que estudió Business y Música. Además, hace poco tiempo, el público norteamericano pudo disfrutar de su maravillosa voz en el Carnegie Hall de Nueva York. Esta incombustible actriz estará del 23 al 27 de julio en el Festival de Teatro de Mérida, con Cleopatra enamorada, el Musical, al lado de actrices y actores de la talla de Natalia Millán o Alex O’Dogherty. Con tanto recorrido profesional y personal, Habana ha hecho de los viajes y la movilidad una parte fundamental de su vida, descubriendo en cada lugar una nueva fuente de inspiración, tanto para su arte como para su día a día. Hoy vamos a descubrir, justamente, esa parte de ella, la más personal y la que la acompaña en cada uno de los escenarios a los que sube.

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 La joven, pero veterana actriz, nos cuenta la complejidad de sus inicios en Carolina del Sur: “Allí tienes que moverte tú y buscar tú misma las oportunidades”.  

A sus 21 años, Habana Rubio ha vivido más experiencias que muchas personas en toda una vida. Con tan solo 7 años debutó en el musical Sonrisas y lágrimas y, con 9, formó parte del elenco de El Rey León. Su carrera abarca desde Billy Elliot hasta series como RESEC o películas como Yo quisiera, pasando por Carolina del Sur, lugar en el que estudió Business y Música. Además, hace poco tiempo, el público norteamericano pudo disfrutar de su maravillosa voz en el Carnegie Hall de Nueva York. Esta incombustible actriz estará del 23 al 27 de julio en el Festival de Teatro de Mérida, con Cleopatra enamorada, el Musical, al lado de actrices y actores de la talla de Natalia Millán o Alex O’Dogherty. Con tanto recorrido profesional y personal, Habana ha hecho de los viajes y la movilidad una parte fundamental de su vida, descubriendo en cada lugar una nueva fuente de inspiración, tanto para su arte como para su día a día. Hoy vamos a descubrir, justamente, esa parte de ella, la más personal y la que la acompaña en cada uno de los escenarios a los que sube.

Sonrisas y lágrimas, Billy Elliot, El Rey León, estudios en Carolina del Sur, a punto de estrenar en Mérida Cleopatra enamorada, el Musical… Una carrerón, pero, a todo esto, ¿tienes carnet de conducir?

Sí, tengo carnet de conducir desde hace cuatro años. Vivo en Estados Unidos, y cumplí la mayoría de edad allí. Cuando volví aquí para las vacaciones veraniegas fui directamente a sacármelo, y lo conseguí ese mismo verano.

¿Te gusta conducir? ¿Qué coche tienes?

La verdad es que me encanta conducir, aunque le tengo mucho respeto. Viviendo en Estados Unidos, he sido testigo de la cantidad de accidentes que ocurren. De hecho, una amiga tuvo uno muy grave. Así que disfruto conduciendo, pero siempre con mucho cuidado, no solo por mí, sino también por quienes me rodean. Tengo un Fiat 500.

¿Conduces en Estados Unidos?

Solo conduzco de verdad cuando vengo a España. Llevo mi Fiat 500 manual, que es perfecto para moverme por aquí.  En Estados Unidos estuve a punto de comprarme un coche, pero al final decidí no hacerlo porque vi que iba a suponer un gasto que realmente no me hacía tanta falta. Además, allí todos los automóviles son automáticos, mientras que aquí no tanto, aunque es verdad que se están volviendo un poco más populares con el tiempo. Aun así, el mío es de marchas.

Habana Rubio participó en el musical El Rey León cuando tenía 9 años
Habana Rubio participó en el musical El Rey León cuando tenía 9 años

Con una carrera tan activa, ¿cómo llevas la constante movilidad entre ciudades, entre países, escenarios?

No voy a mentir, a veces sí que resulta un poco duro porque sometes el cuerpo a un cambio constante. Aunque mentalmente sepas que estás en un sitio, luego en otro y después en otro más, al organismo le cuesta un poco más de tiempo adaptarse y asimilarlo. Aun así, me encanta viajar, descubrir nuevas culturas, tradiciones, gastronomías y formas de vida distintas. Poder moverme entre ciudades o países es un auténtico lujo y, cada vez que lo hago, por mucho que tenga que trabajar o atender cosas en ese nuevo lugar, intento aprovecharlo al máximo.

Viajar siempre implica encontrar un nuevo “hogar” temporal. En tus diferentes proyectos, ¿cómo logras crear esa sensación de “raíz” en un lugar o un personaje cuando te mueves tanto?

Me fui sola a Estados Unidos con 16 años, uno de los cambios más drásticos de mi vida. No sabía qué esperar ni cómo me iba a sentir. Para crear un hogar, me marqué pequeños retos: investigué actividades del colegio, contacté directores y participé para conocer gente. En Nueva York, me he apuntado a clases de baile, que me ayudan a seguir creciendo como artista y a conectar con personas. España es mi hogar y donde está familia. Cada vez que cambio de lugar hay miedo, pero también ganas de enfrentar retos y descubrir qué me espera.

De todos los países y ciudades en los que has estado: ¿Qué conversación con un chófer o taxista no olvidarás?

Nueva York fue mi última parada hace un par de meses; un taxista me advirtió que encontrar comunidad allí es difícil porque la gente está muy enfocada en sus metas, a diferencia de España, donde la calidad de vida es mejor. Eso me dio miedo, siendo muy familiar y con muchos amigos, pero también me motivó porque admiro la lucha y el valor que se da al trabajo. Esta conversación me marcó y no la olvidaré.

Me fui sola a Estados Unidos con 16 años, uno de los cambios más drásticos de mi vida; no sabía qué esperar ni cómo me iba a sentir”

Al igual que Cleopatra, tienes una imagen poderosa y conquistadora. ¿Cuál es la cualidad que te ha permitido conquistar el espacio que habitas, aunque sea de forma temporal?

Creo que lo más importante es la humildad, sin importar dónde estés. En mi caso, ahora mismo interpreto a la hija de Cleopatra, Cleopatra Selene II. Es fundamental valorar y agradecer a todo el equipo: elenco, ayudantes de producción, técnicos y directores. Aprender de todos ellos me ayuda a enriquecer mi personaje, no solo para impactar en el escenario, sino también para conectar mejor con el público. Aunque la historia que se cuenta es lo que ellos ven, soy consciente de que detrás hay mucho más: los momentos compartidos, el esfuerzo, los conflictos superados. Eso es algo mucho más hermoso que ojalá todos pudieran apreciar.

¿Cuáles han sido los viajes en coche que nunca olvidarás, tanto de infancia como profesionales?

El viaje en coche que nunca olvidaré fue uno que hice con el instituto a Andorra, donde íbamos todos los años a esquiar con mis amigos. Aunque no recuerdo los detalles, guardo esa experiencia con mucha alegría: siendo niños, sin padres, viajando juntos, jugando en el autobús, viendo películas y haciendo bromas. Artísticamente no he viajado tanto, ya que, al ser de Madrid, la mayoría de los musicales los he hecho allí, y el primero fuera será en Mérida. Sin embargo, recuerdo un viaje con el elenco del musical El Rey León a Toledo antes de que empezara la temporada, una especie de mini fiesta de verano. Íbamos niños y adultos, cantantes y actores. Fue una experiencia única compartir ese momento en el bus, escuchando historias y conociéndonos todos antes del estreno. Siempre la recordaré.

Habana Rubio, en las pirámides de Egipto
Habana Rubio, en las pirámides de Egipto

Cuando te subes a un coche en el que sabes que vas a pasar varias horas, ¿Qué sueles llevar contigo?

Soy una persona a la que no le cuesta nada dormir. Mis padres siempre me dicen que me puedo quedar dormida en cualquier lugar, y es cierto. Cuando viajo en coche, me pongo los cascos para escuchar música, me apoyo en la ventana y paso la mayor parte del tiempo durmiendo. A veces también llevo una manta porque soy friolera y una sudadera, que uso como almohada.

¿Eres fácil de llevar o vas guiando sin parar a la persona que conduce?

Soy muy fácil de llevar, nada exigente. Incluso, a veces, pienso que debería estar más pendiente por si acaso, porque nunca se puede confiar del todo en el conductor. Suelo ser la típica que se sube al coche y simplemente confía.

¿Cuál fue tu primer “gran” viaje? ¿El de Carolina del Sur?

No, ese fue mi primer gran cambio de residencia dentro de España, pero mi primer gran viaje internacional fue a Tailandia. Soy muy afortunada, porque desde pequeña mis padres me inculcaron la cultura del viaje, el aprendizaje de nuevas culturas y el interés por conocer diferentes países. He viajado mucho desde niña, sobre todo por Europa, Francia, y también a ciudades grandes y modernas, como Nueva York. Sin embargo, llegar a Tailandia fue un choque cultural impresionante, muy diferente a todo lo que había visto hasta entonces, y aunque fue hace muchos años, nunca lo olvidaré. Después de ese viaje también he visitado lugares muy distintos a mi entorno habitual, como Egipto o Bali, pero Tailandia sigue siendo el que más me impactó.

Cuando viajo en coche, me pongo los cascos para escuchar música, me apoyo en la ventana y paso la mayor parte del tiempo durmiendo”

Hablando de Carolina del Sur, tú estudiaste allí, en un lugar que, aunque dentro de Estados Unidos, tiene una atmósfera y cultura bastante diferente a la de España. ¿Qué dejó esa experiencia a nivel académico y personal?

Una de las cosas más importantes que he aprendido en Carolina del Sur es que tienes que moverte tú y buscar tú las oportunidades. Me mudé siendo pequeña y, tras vivir en España, noté muchas diferencias. Aquí todo es más espontáneo: sales a comer, conoces gente y haces contactos. En Madrid, todos nos conocemos o tenemos conexiones. Pero en EE. UU., y especialmente en Carolina del Sur, la gente es más cerrada, sobre todo con los que venimos de fuera. He aprendido que debo ser yo quien haga amigos, abra la mente y se adapte con respeto. Allí no es como aquí, donde hay eventos espontáneos; si quieres algo, debes informarte y organizarte tú. Eso me ha ayudado a madurar y a salir a buscar lo que quiero, en lugar de esperar.

¿Recuerdas la primera vez que llegaste? ¿Qué fue lo primero que viste? ¿Qué había? ¿Qué pensaste?

Sí, me acuerdo perfectamente. Iba a cursar primero y segundo de bachillerato. Llegué un miércoles por la noche. Me vino a recoger uno de los responsables del internado donde viví durante los dos primeros años. El trayecto desde el aeropuerto hasta el colegio duró unos treinta minutos en coche. Como ya era de noche, no veía mucho por la ventana, pero lo primero que me impresionó fue la entrada al colegio. 

El internado estaba dentro del propio centro; bajabas una cuesta y quedaba justo por detrás. Me fascinó. Vi el campo de fútbol americano, como los que se ven en las películas, y todo el colegio iluminado con el logo encendido. No me lo podía creer, tenía unas ganas inmensas de que llegara el día siguiente para empezar las clases. 

Al llegar conocí a mi compañera de habitación, que me advirtió que iba a ser difícil adaptarse. Encima, había llegado una semana tarde por temas de visado, así que me perdí los primeros días de curso. Ella me dijo que todavía no había hecho amigos, y yo me estresé bastante. Pero al final no me costó nada. Al día siguiente, ya conocía a muchísima gente y estaba feliz.

La actriz Habana Rubio, cenando en un rooftop de Marakesh (Marruecos), en verano de 2024
La actriz Habana Rubio, cenando en un rooftop de Marakesh (Marruecos), en verano de 2024

¿En algún viaje te has sentido perdida en alguna situación de la que no sabías cómo salir?

Sí, justo hace un par de meses, antes de graduarme, viví uno de los momentos más difíciles de toda mi vida. Estaba a punto de terminar la universidad y la incertidumbre sobre el futuro me invadía. Aplicaba a másters, pensaba en qué pasaría si no me aceptaban, mientras intentaba mantener buenas notas y optar a becas. Estar sola lo hacía más duro, porque no quería cargar a mis padres, que ya tienen sus propios problemas y cuidan de mi hermano. Además, como pasa en la vida, una pelea con un amigo o algún contratiempo se suma a todo. 

Ese momento fue duro por la presión: graduarme, los másters, las notas, las becas y asuntos personales. Me sentía impotente y sola. Aunque tengo amigos cercanos, no es lo mismo que los amigos de siempre ni la familia. Hubiera querido tener a mis padres cerca para guiarme, pero la vida me enseñó que estás creciendo, que tus padres no estarán siempre y que los amigos pueden cambiar o alejarse. Al final, entiendes que son retos que preparan para la vida real y aprendes a salir adelante por ti misma.

¿Hay algún destino que te haya dado una sensación de “renacimiento” o transformación?

Sí, yo diría que hay dos destinos que me marcaron especialmente. El primero fue Egipto, hace un par de años, y fue una auténtica locura. Ver cómo era el mundo hace millones de años, recorrer templos y escuchar las historias que representaban, me hizo darme cuenta de que muchas cosas de entonces siguen reflejando aspectos de la vida actual. Me impactó mucho pensar que, pese al paso del tiempo, la mentalidad humana en ciertos temas sigue siendo bastante similar. 

El segundo destino fue Bali, en Indonesia, también hace un par de años, con mi familia. Igual que me pasó en Tailandia, fue un lugar que me sorprendió muchísimo por lo diferente que era a todo lo que había conocido antes. Fue uno de los viajes que más he disfrutado. Aunque Egipto me fascinó, fue un viaje completamente distinto al de Bali, que viví de forma muy familiar, con mi padre, mi madre y mi hermano. Recuerdo una madrugada en la que nos levantamos muy temprano para ver el amanecer desde la playa, rodeados de naturaleza. Solo pensar en ese momento me llena de luz. Así que esos dos destinos han sido los que más me han marcado.

Me dio tristeza pensar que, mientras yo he crecido en un entorno donde hay libertad y respeto, aún hay gente que no puede elegir con quién estar, como le pasó a un guía local de Bali”

Bali es un lugar único en cuanto a espiritualidad, naturaleza… ¿Hubo algún momento en tu viaje que te haya dejado algo más que una postal para el recuerdo?

Hubo una experiencia positiva y otra que no. La parte negativa fue durante una visita a un templo, donde tuvimos un guía local que hablaba español y nos contó su historia personal. Nos explicó que su mujer pertenecía a una clase social más alta que la suya y que, por eso, su familia la rechazó cuando se enamoraron. Su hijo, a día de hoy, no tiene contacto con la familia materna. Nos lo contó con lágrimas en los ojos, y me impactó muchísimo ver que el sistema de castas todavía se respeta de esa forma tan estricta. 

Me dio tristeza pensar que, mientras yo he crecido en un entorno donde hay libertad y respeto, aún hay gente que no puede elegir con quién estar. La parte positiva fue el tiempo en familia. Siempre intentamos viajar una vez al año y tenemos la tradición de pasar Navidad o Año Nuevo en un sitio diferente. No fue solo un viaje bonito, fue algo muy nuestro.

Por otro lado, viajaste, no hace tanto a México, un lugar donde la vida se vive con intensidad y pasión. ¿Qué te llevó allí?

México me encantó. Fue el viaje más largo que hicimos, unas tres semanas recorriendo San Miguel de Allende, Guadalajara, Tequila, Ciudad de México, Cancún, Playa del Carmen y Holbox. Me impresionó mucho cómo en Ciudad de México podías estar en una calle llena de vida y belleza, y al girar la esquina, estar en un sitio totalmente distinto. Incluso una vez un taxista se negó a llevarnos a un restaurante porque había que pasar por una zona peligrosa. Yo tenía 17 años y fue impactante ver esas diferencias tan marcadas. También aprendí lo importante que es informarse bien del lugar al que viajas y moverte con cuidado. Una de las mejores experiencias fue sacarme la licencia de buceo. Nunca pensé que lo haría, pero el hotel ofrecía el curso y, como venía una tormenta, lo hicimos rápido, en tres días. Éramos solo mi hermano y yo con el monitor, y aunque la marea estaba revuelta, fue una experiencia increíble que siempre recordamos con risas.

Habana Rubio, en el templo Tirta Empul durante las navidades del 2023 en Bali, Indonesia. Viajó con sus padres y su hermano
Habana Rubio, en el templo Tirta Empul durante las navidades del 2023 en Bali, Indonesia. Viajó con sus padres y su hermano

Tus viajes no quedan ahí… Tengo entendido que ahora que estrenas, en Mérida, Cleopatra enamorada. El musical, lo llevas superbién porque has pisado, literalmente, por los mismos lugares que la última reina de Egipto.

Sí, sí, estamos muy contentos. Visité el Teatro Romano de Mérida hace años en una excursión con mi colegio en Madrid, pero ahora volver siendo consciente de lo que es realmente es otra cosa. Con mis amigos nos quedamos alucinados; te deja sin palabras por lo impresionante que es. Ahora, saber que voy a estar en ese escenario interpretando a la hija de Cleopatra es un sueño hecho realidad. Además, trabajar con actores como Natalia Millán, Álex Doherty, Paco Morales o Beatriz Ros es increíble. Siento que hasta que no esté allí no me lo acabaré de creer, pero me encanta. Mi pasión por Egipto y poder dar vida a personajes históricos en un lugar así me hace sentir muy afortunada y feliz.

Viajamos hasta Nueva York para hablar de algo impresionante: Tú has actuado en el Carnegie Hall, un lugar por el que han pasado genios como Tchaikovsky, Maria Callas, Ella Fitzgerald, The Beatles, The Rolling Stones, Frank Sinatra, Bob Dylan, Josephine Baker, Stevie Wonder, David Bowie… Puedo seguir, pero la lista es inmensa. ¿Qué cambia en ti cuando estás sobre un escenario de ese calibre y en un lugar cargado de tanta historia?

Pues la verdad, me pasó igual que con el Teatro Romano de Mérida: no fui consciente de lo que estaba viviendo hasta entrar por esas puertas. Toda mi vida he sido pianista de música clásica y acabo de terminar la carrera, además con una beca por piano. Siempre he admirado a Tchaikovsky, y saber que él estrenó este auditorio, que voy a pisar el mismo sitio donde estuvo, fue muy impactante. Cuando entré por la puerta de artistas, tenían una foto enorme de Tchaikovsky, y ahí sí que sentí la realidad. Durante los ensayos, solo miraba a mi alrededor y respiraba para disfrutar el momento. Ojalá pudiera repetirlo, pero con una vez me basta; quiero aprovecharlo al máximo y guardar esos sentimientos para siempre. Intentaba ser consciente de dónde estaba y quién había estado antes que yo.

¿Cómo influye la historia de un lugar como este en tu interpretación?

Muchísimo. Para mí, esto es un paso clave en mi camino profesional, como subir un escalón. Siempre he hecho teatro, música, baile, interpretación y danza, pero estar en el Carnegie Hall cantando ha sido otro nivel. Ahora siento que me exige más, porque ya estoy en una posición más alta que antes o que mucha gente de mi edad, y eso implica una mayor responsabilidad conmigo misma. Aunque algunos lo vean negativo, para mí es una oportunidad para crecer. Esta experiencia me ha enseñado que ya no puedo conformarme con hacer las cosas a medias; tengo que pulir cada detalle y ser lo mejor que pueda ser. Sé que lo que venga después será aún más exigente, y estoy lista para afrontarlo con toda la energía.

¿Planes para hoy?

Hoy ya he ensayado, por lo que me toca repasar mi texto y practicar las correcciones del director para mejorar el personaje. Después seguiré estudiando y pasaré tiempo con mis padres.

Habana Rubio no solo es una joven actriz cuyo futuro parece no tener límites, sino una persona que ha sabido tomar cada experiencia viajera como una oportunidad para crecer. Sus respuestas revelan a una mujer apasionada por su trabajo, pero también por la vida que ha decidido vivir más allá de los focos y del escenario. En cada ciudad, en cada paso, Habana va forjando su propio camino, uno que no solo la lleva de un escenario a otro, sino que también la conecta con sus propias raíces. Nos quedamos con la certeza de que su pasión por el viaje —y por la movilidad, ya sea física o emocional— seguirá inspirándonos mucho tiempo después de que su próximo musical haya terminado.

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