Fordo, el complejo nuclear iraní enterrado en una montaña sagrada casi impenetrable

Israel no dispone de una bomba tan potente como para penetrar en esas instalaciones, situadas a 80 metros bajo tierra. Estados Unidos, sí Leer Israel no dispone de una bomba tan potente como para penetrar en esas instalaciones, situadas a 80 metros bajo tierra. Estados Unidos, sí Leer  

«Toda esta operación debe completarse con la eliminación de Fordo», aseguró el embajador israelí en Washington, Yechiel Leiter, sobre la campaña de ataques de su ejército iniciada el pasado viernes contra Irán. Dispuesto a dañar o destruir por completo el programa atómico iraní, el ejército israelí ha matado a nueve científicos nucleares y bombardeado sus instalaciones en varios puntos del país, lo que ha creado alarma entre la comunidad científica por los riesgos de fuga de material radiactivo.

Si bien la columna vertebral de la infraestructura nuclear iraní se encuentra en la provincia central de Isfahán, en Natanz, que cuenta con el mayor número de centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, Fordo es la segunda estructura más importante y el objetivo militar más difícil para Israel. Construido a 100 kilómetros al suroeste de Teherán, en las imágenes satélite de Fordo apenas se puede apreciar una pequeña instalación y la entrada de cuatro túneles. Es a través de estas estructuras subterráneas que se puede acceder al gran complejo nuclear, totalmente enterrado bajo una montaña, a 80 metros bajo tierra. Construido en un territorio aislado que fue escenario de violentos enfrentamientos en la guerra contra Irak en los años 80, ahora esta montaña sagrada custodia el programa nuclear iraní.

Los bombardeos israelíes por el momento han arañado la superficie del monte. Sin embargo, Israel no dispone de una bomba tan potente que pueda penetrar hasta tal profundidad. Aunque se cree que sus ataques sí habrían dañado los sistemas de defensa aérea que protegen las instalaciones, y un golpe a sus túneles podría torpedear durante semanas las actividades nucleares de esta instalación.

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Construida hace 20 años, el Gobierno iraní no reconoció la existencia de Fordo hasta que puso en marcha las instalaciones en 2009. Según la agencia atómica de Naciones Unidas (OIEA), Irán produce uranio altamente enriquecido en Fordo, que ha desarrollado hasta el 60%, un nivel suficiente como para poder acelerar su crecimiento y poder crear armas nucleares en pocas semanas. Teherán por su parte, insiste desde hace años que su política nuclear se limita a un uso civil y no tiene intención de crear armas atómicas. La OIEA por su parte, pese a ser muy crítica con la falta de transparencia por parte de Irán, detalla también en sus informes que a día de hoy Irán no tiene armas nucleares y que los resultados de sus investigaciones tampoco indican que se encuentre en un proceso de obtenerlas.

La desconfianza entre Teherán, la agencia de la ONU y la comunidad internacional, aumentó en 2018, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, se retiró durante su primer mandato del acuerdo nuclear, por el que Irán se comprometía a limitar sus reservas de uranio y someterse a inspecciones internacionales regulares a cambio de un alivio de las sanciones. Desde entonces Teherán aceleró el enriquecimiento de uranio a la par que sufría un creciente aislamiento internacional. El intento reciente de alcanzar un nuevo pacto entre Estados Unidos y Teherán parece haber hecho aguas tras la ofensiva aérea lanzada por Israel el pasado viernes.

El Gobierno israelí intenta que su principal socio, Estados Unidos, se sume a la escalada bélica contra Irán. De hecho, los analistas apuntan a que solo una intervención estadounidense podría acabar con las instalaciones de Fordo, ya que Washington dispone de bombas «rompebúnkeres» que pueden penetrar hasta 60 metros bajo tierra antes de explotar. Fordo se encuentra a una mayor profundidad, pero el lanzamiento de una segunda bomba podría penetrar aún más en la montaña, destrozando las instalaciones pero creando un gran riesgo de fuga radiactiva.

Dicha bomba, de más de 13.000 kilogramos, solo puede ser lanzada por un avión estadounidense, lo que implicaría una intervención directa de Washington en el conflicto. Una investigación publicada a principios de año por The New York Times señaló que el ejército israelí no descarta una intervención de sus fuerzas especiales en las instalaciones, para compensar la falta de bombas suficientemente potentes.

Sin embargo, una operación en territorio iraní podría comportar muchas bajas entre las filas israelíes. El embajador israelí Leiter no descarta ninguna opción. «Constamos de varias contingencias que nos permitirán lidiar con Fordo», aseguró. «No todo se trata de, ya saben, de volar y bombardear a distancia», dijo.

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