Una palabra puede tener más de un significado, también denominado acepción, y la encontramos en el diccionario con una sola entrada. Por ejemplo, si buscamos ratón, leeremos la acepción del mamífero roedor y también, por el camino del sentido figurado o metafórico, el aparato que usamos para mover el puntero de la pantalla del ordenador. Como la palabra ratón tiene más de un significado, decimos que es polisémica.
Una palabra puede tener más de un significado, también denominado acepción, y la encontramos en el diccionario con una sola entrada. Por ejemplo, si buscamos ratón, leeremos la acepción del mamífero roedor y también, por el camino del sentido figurado o metafórico, el aparato que usamos para mover el puntero de la pantalla del ordenador. Como la palabra ratón tiene más de un significado, decimos que es polisémica.Seguir leyendo…
Una palabra puede tener más de un significado, también denominado acepción, y la encontramos en el diccionario con una sola entrada. Por ejemplo, si buscamos ratón, leeremos la acepción del mamífero roedor y también, por el camino del sentido figurado o metafórico, el aparato que usamos para mover el puntero de la pantalla del ordenador. Como la palabra ratón tiene más de un significado, decimos que es polisémica.
Por otra parte, hay palabras que se escriben igual, pero que tienen sentidos y orígenes distintos. Es el caso de falla. Por una parte, tenemos la “fractura de la corteza terrestre acompañada de deslizamiento de uno de los bordes”, según la define el diccionario de la RAE. Y también el “conjunto de figuras de carácter burlesco que, dispuestas sobre un tablado, se queman públicamente en Valencia por las fiestas de San José”.
En Alicante las ‘falles’ son las hogueras y en el Pirineo son las antorchas; todo tiene que ver con el fuego
Estas dos fallas son homónimas, es decir, dos cosas que tienen el mismo nombre, pero que no tienen nada que ver en cuanto a su significado ni a su etimología. La falla tectónica está relacionada con un latín vulgar que designaba un defecto, quizá de fallere, con el sentido de engañar. Mientras que la falla valenciana proviene del latín facŭla, que significaba antorcha.
La curiosidad es que el castellano ha tomado esta falla del catalán, lengua en la que tiene muchos otros significados. En algunas poblaciones del País Valenciano, como Alicante, una ciudad donde hay personajes que dicen que no es una ciudad valencianohablante, resulta que por Sant Joan encienden fuegos que llaman falles. Exactamente igual a lo que se hace en Catalunya con las fogueres de Sant Joan, o en Mallorca con los foguerons de Sant Antoni en enero. La diversidad lingüística hace que las fogueres del norte sean las falles del sur y los foguerons de las islas, exactamente con el mismo significado. Ahora nos encontramos en el campo de las variantes geodialectales: la misma cosa llamada de modo distinto según la zona geográfica.
A su vez, si vamos al Pirineo en verano, también encontramos falles de fuego, que son las que los vecinos bajan encendidas por las montañas para reunirlas en la plaza del pueblo y conseguir una gran hoguera. En este caso, la falla es sinónimo de antorcha, lo que supone otra variante geodialectal. Por tanto, la palabra falla sirve para las antorchas en el Pirineo, para las hogueras en el País Valenciano y, específicamente, para las esculturas de la capital que se queman por San José.
La etimología que consta en el diccionario de la RAE reza: “Del cat. falla, y este del lat. facŭla ‘antorcha’”. A Dios gracias que la RAE no ha caído en la estupidez política, y sigue considerando el valenciano la misma lengua que el catalán.
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