Europa, preocupada por las misiones espaciales en el punto de mira de Trump

La Agencia Espacial Europea (ESA) siempre ha sido clara: su principal socio en el espacio es su homóloga americana, la NASA. No en vano, entre ellas ahora mismo existen 19 misiones planeándose o en curso, lo que da cuenta de la importante colaboración entre ambas agencias. Sin embargo, esta buena relación que lleva durando décadas podría verse interrumpida por el nuevo rumbo que están tomando las cosas al otro lado del Atlántico. El presidente de EE.UU. Donald Trump, ha sido claro: no está interesado en los proyectos científicos espaciales, que son el punto fuerte de Europa. Y el viejo continente ya está pensando en las consecuencias de que los peores pronósticos se cumplan. Porque, de materializarse el borrador planteado por la Administración Trump, la agencia podría ver recortado en un 24% su presupuesto para el 2026. Y que aunque las cuentas siguen saliendo para 16 de las 19 misiones a pesar de los recortes planteados, 3 de ellas podrían verse seriamente afectadas. En concreto, serían el observatorio espacial de ondas gravitacionales LISA, que estudiará las perturbaciones en el espacio-tiempo predichas por la relatividad general de Einstein, generadas por fenómenos astrofísicos extremos; el orbitador EnVision, que debería dirigirse a Venus para recabar información desde su núcleo interno hasta la atmósfera superior, y determinar cómo y por qué el apodado como ‘gemelo de la Tierra’ evolucionó de forma tan diferente; y, finalmente, NewAthena, el mayor observatorio de rayos X jamás construido por la humanidad, que tenía como objetivo estudiar los fenómenos más energéticos del cosmos. «Durante años hemos tenido una colaboración muy prolífica con nuestros colegas de la NASA», señaló la directora científica de la ESA, Carole Mundell , en una rueda de prensa con motivo de una nueva reunión del Consejo de la agencia. «Pero somos conscientes de que estas tres misiones potenciales, si la propuesta presupuestaria se aprueba tal como está redactada, requerirían acciones de recuperación». Es decir, la ESA tendría que ‘rescatar’ las partes de las que la agencia espacial estadounidense está ahora mismo a cargo, lo que podría suponer un enorme impacto para las cuentas del viejo continente, que tiene que poder de acuerdo a casi tres decenas de países. Mundell, además, subrayó que la situación es complicada, pero que Europa tiene o podría adquirir las capacidades técnicas para reducir y reproducir los elementos faltantes. «Estamos trabajando en ello».Por su parte, el director general de la ESA, Josef Aschbacher, fue más rotundo sobre la situación y añadió: «Aún estamos negociando con Estados Unidos. No nos corresponde, como ESA, comentar estas conversaciones ni interferir en ellas, pero nos vemos afectados en varios ámbitos que, al menos por el momento, se proponen cancelar o reducir. Aún no es una decisión final, pero esto requerirá que algunas actividades queden congeladas».Otras misiones afectadasEl panorama no es muy halagüeño. Por ejemplo, aunque el lanzamiento el 16 de noviembre de 2025 del satélite Sentinel-6B, cuyo objetivo será monitorizar el aumento del nivel del mar, seguirá adelante según lo planeado, su misión hermana, Sentinel-6C, podría verse afectada por los recortes presupuestarios, ya que se considera un proyecto destinado a combatir el cambio climático, un asunto en el que la administración Trump no está interesada.«Cuando era director de observación de la Tierra, propuse renombrar el satélite Sentinel-6 con el nombre de Michael Freilich, quien fue director de la División de Ciencias de la Tierra de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA de 2006 a 2019», recordó Aschbacher. Aquello era una «muestra visible de la profunda cooperación» entre ambos organismos. «Sería sin lugar a dudas una lástima que Sentinel-6C no recibiera financiación ni apoyo, ya que ese satélite, además, será el sucesor de la misión creada por el propio Freilich y que aún sigue en el espacio».Los recortes presupuestarios propuestos en EE. UU. también podrían afectar al rover marciano Rosalind Franklin, anteriormente conocido como rover ExoMars. Hace más de diez años, esta misión ya se planteó como una colaboración entre la ESA y la NASA; sin embargo, en 2012 y también debido a recortes presupuestarios, la agencia espacial estadounidense decidió abandonar el proyecto. En ese momento, la ESA se alió con la agencia espacial rusa, Roscosmos. Pero llegó la guerra en Ucrania y la ESA decidió cortar toda relación con Roscosmos. En ese momento, la NASA volvió a entrar en juego, pero parece que de nuevo peligra lo que muchos ya han bautizado como la ‘misión maldita’ europea. Sin embargo, desde la ESA aseguran que los equipos están preparados para desarrollar por su cuenta la tecnología de la que se encargaban los norteamericanos: el lanzador, la unidad de calentamiento de radiosiótopos y el motor de aerofrenado. Sin embargo, de tener que asumir estas nuevas responsabilidades, es posible que el calendario, previsto para que Rosalind llegue a Marte en 2028, no se cumpla. Presupuestos a falta de aprobaciónA pesar de todo, aún hay un rayo de esperanza, porque los recortes anunciados por Trump no son definitivos: el Congreso de EE.UU. tendrá la última palabra para aprobar los nuevos presupuestos que, de entrada, se han topado con bastante rechazo, incluso entre las filas republicanas. Se espera que la decisión final llegue en otoño de 2025, algo antes de que los miembros de la ESA se reúnan en noviembre para aprobar las cuentas de la agencia espacial. «Necesitamos evaluar, por un lado, cuánto cuesta esperar y cuánto tiempo podemos aguardar que se resuelva —dijo Aschbacher—. Hay muchos análisis y opciones que deben verificarse y debatirse. Pero, el punto clave que hemos acordado es asegurar que Europa aumente su resiliencia y autonomía, para asegurarnos que contamos con las tecnologías que necesitaremos en el futuro». Sin duda, un futuro incierto en el espacio. La Agencia Espacial Europea (ESA) siempre ha sido clara: su principal socio en el espacio es su homóloga americana, la NASA. No en vano, entre ellas ahora mismo existen 19 misiones planeándose o en curso, lo que da cuenta de la importante colaboración entre ambas agencias. Sin embargo, esta buena relación que lleva durando décadas podría verse interrumpida por el nuevo rumbo que están tomando las cosas al otro lado del Atlántico. El presidente de EE.UU. Donald Trump, ha sido claro: no está interesado en los proyectos científicos espaciales, que son el punto fuerte de Europa. Y el viejo continente ya está pensando en las consecuencias de que los peores pronósticos se cumplan. Porque, de materializarse el borrador planteado por la Administración Trump, la agencia podría ver recortado en un 24% su presupuesto para el 2026. Y que aunque las cuentas siguen saliendo para 16 de las 19 misiones a pesar de los recortes planteados, 3 de ellas podrían verse seriamente afectadas. En concreto, serían el observatorio espacial de ondas gravitacionales LISA, que estudiará las perturbaciones en el espacio-tiempo predichas por la relatividad general de Einstein, generadas por fenómenos astrofísicos extremos; el orbitador EnVision, que debería dirigirse a Venus para recabar información desde su núcleo interno hasta la atmósfera superior, y determinar cómo y por qué el apodado como ‘gemelo de la Tierra’ evolucionó de forma tan diferente; y, finalmente, NewAthena, el mayor observatorio de rayos X jamás construido por la humanidad, que tenía como objetivo estudiar los fenómenos más energéticos del cosmos. «Durante años hemos tenido una colaboración muy prolífica con nuestros colegas de la NASA», señaló la directora científica de la ESA, Carole Mundell , en una rueda de prensa con motivo de una nueva reunión del Consejo de la agencia. «Pero somos conscientes de que estas tres misiones potenciales, si la propuesta presupuestaria se aprueba tal como está redactada, requerirían acciones de recuperación». Es decir, la ESA tendría que ‘rescatar’ las partes de las que la agencia espacial estadounidense está ahora mismo a cargo, lo que podría suponer un enorme impacto para las cuentas del viejo continente, que tiene que poder de acuerdo a casi tres decenas de países. Mundell, además, subrayó que la situación es complicada, pero que Europa tiene o podría adquirir las capacidades técnicas para reducir y reproducir los elementos faltantes. «Estamos trabajando en ello».Por su parte, el director general de la ESA, Josef Aschbacher, fue más rotundo sobre la situación y añadió: «Aún estamos negociando con Estados Unidos. No nos corresponde, como ESA, comentar estas conversaciones ni interferir en ellas, pero nos vemos afectados en varios ámbitos que, al menos por el momento, se proponen cancelar o reducir. Aún no es una decisión final, pero esto requerirá que algunas actividades queden congeladas».Otras misiones afectadasEl panorama no es muy halagüeño. Por ejemplo, aunque el lanzamiento el 16 de noviembre de 2025 del satélite Sentinel-6B, cuyo objetivo será monitorizar el aumento del nivel del mar, seguirá adelante según lo planeado, su misión hermana, Sentinel-6C, podría verse afectada por los recortes presupuestarios, ya que se considera un proyecto destinado a combatir el cambio climático, un asunto en el que la administración Trump no está interesada.«Cuando era director de observación de la Tierra, propuse renombrar el satélite Sentinel-6 con el nombre de Michael Freilich, quien fue director de la División de Ciencias de la Tierra de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA de 2006 a 2019», recordó Aschbacher. Aquello era una «muestra visible de la profunda cooperación» entre ambos organismos. «Sería sin lugar a dudas una lástima que Sentinel-6C no recibiera financiación ni apoyo, ya que ese satélite, además, será el sucesor de la misión creada por el propio Freilich y que aún sigue en el espacio».Los recortes presupuestarios propuestos en EE. UU. también podrían afectar al rover marciano Rosalind Franklin, anteriormente conocido como rover ExoMars. Hace más de diez años, esta misión ya se planteó como una colaboración entre la ESA y la NASA; sin embargo, en 2012 y también debido a recortes presupuestarios, la agencia espacial estadounidense decidió abandonar el proyecto. En ese momento, la ESA se alió con la agencia espacial rusa, Roscosmos. Pero llegó la guerra en Ucrania y la ESA decidió cortar toda relación con Roscosmos. En ese momento, la NASA volvió a entrar en juego, pero parece que de nuevo peligra lo que muchos ya han bautizado como la ‘misión maldita’ europea. Sin embargo, desde la ESA aseguran que los equipos están preparados para desarrollar por su cuenta la tecnología de la que se encargaban los norteamericanos: el lanzador, la unidad de calentamiento de radiosiótopos y el motor de aerofrenado. Sin embargo, de tener que asumir estas nuevas responsabilidades, es posible que el calendario, previsto para que Rosalind llegue a Marte en 2028, no se cumpla. Presupuestos a falta de aprobaciónA pesar de todo, aún hay un rayo de esperanza, porque los recortes anunciados por Trump no son definitivos: el Congreso de EE.UU. tendrá la última palabra para aprobar los nuevos presupuestos que, de entrada, se han topado con bastante rechazo, incluso entre las filas republicanas. Se espera que la decisión final llegue en otoño de 2025, algo antes de que los miembros de la ESA se reúnan en noviembre para aprobar las cuentas de la agencia espacial. «Necesitamos evaluar, por un lado, cuánto cuesta esperar y cuánto tiempo podemos aguardar que se resuelva —dijo Aschbacher—. Hay muchos análisis y opciones que deben verificarse y debatirse. Pero, el punto clave que hemos acordado es asegurar que Europa aumente su resiliencia y autonomía, para asegurarnos que contamos con las tecnologías que necesitaremos en el futuro». Sin duda, un futuro incierto en el espacio.  

La Agencia Espacial Europea (ESA) siempre ha sido clara: su principal socio en el espacio es su homóloga americana, la NASA. No en vano, entre ellas ahora mismo existen 19 misiones planeándose o en curso, lo que da cuenta de la importante colaboración entre … ambas agencias. Sin embargo, esta buena relación que lleva durando décadas podría verse interrumpida por el nuevo rumbo que están tomando las cosas al otro lado del Atlántico. El presidente de EE.UU. Donald Trump, ha sido claro: no está interesado en los proyectos científicos espaciales, que son el punto fuerte de Europa. Y el viejo continente ya está pensando en las consecuencias de que los peores pronósticos se cumplan.

Porque, de materializarse el borrador planteado por la Administración Trump, la agencia podría ver recortado en un 24% su presupuesto para el 2026. Y que aunque las cuentas siguen saliendo para 16 de las 19 misiones a pesar de los recortes planteados, 3 de ellas podrían verse seriamente afectadas. En concreto, serían el observatorio espacial de ondas gravitacionales LISA, que estudiará las perturbaciones en el espacio-tiempo predichas por la relatividad general de Einstein, generadas por fenómenos astrofísicos extremos; el orbitador EnVision, que debería dirigirse a Venus para recabar información desde su núcleo interno hasta la atmósfera superior, y determinar cómo y por qué el apodado como ‘gemelo de la Tierra’ evolucionó de forma tan diferente; y, finalmente, NewAthena, el mayor observatorio de rayos X jamás construido por la humanidad, que tenía como objetivo estudiar los fenómenos más energéticos del cosmos.

«Durante años hemos tenido una colaboración muy prolífica con nuestros colegas de la NASA», señaló la directora científica de la ESA, Carole Mundell, en una rueda de prensa con motivo de una nueva reunión del Consejo de la agencia. «Pero somos conscientes de que estas tres misiones potenciales, si la propuesta presupuestaria se aprueba tal como está redactada, requerirían acciones de recuperación». Es decir, la ESA tendría que ‘rescatar’ las partes de las que la agencia espacial estadounidense está ahora mismo a cargo, lo que podría suponer un enorme impacto para las cuentas del viejo continente, que tiene que poder de acuerdo a casi tres decenas de países.

Mundell, además, subrayó que la situación es complicada, pero que Europa tiene o podría adquirir las capacidades técnicas para reducir y reproducir los elementos faltantes. «Estamos trabajando en ello».

Por su parte, el director general de la ESA, Josef Aschbacher, fue más rotundo sobre la situación y añadió: «Aún estamos negociando con Estados Unidos. No nos corresponde, como ESA, comentar estas conversaciones ni interferir en ellas, pero nos vemos afectados en varios ámbitos que, al menos por el momento, se proponen cancelar o reducir. Aún no es una decisión final, pero esto requerirá que algunas actividades queden congeladas».

Otras misiones afectadas

El panorama no es muy halagüeño. Por ejemplo, aunque el lanzamiento el 16 de noviembre de 2025 del satélite Sentinel-6B, cuyo objetivo será monitorizar el aumento del nivel del mar, seguirá adelante según lo planeado, su misión hermana, Sentinel-6C, podría verse afectada por los recortes presupuestarios, ya que se considera un proyecto destinado a combatir el cambio climático, un asunto en el que la administración Trump no está interesada.

«Cuando era director de observación de la Tierra, propuse renombrar el satélite Sentinel-6 con el nombre de Michael Freilich, quien fue director de la División de Ciencias de la Tierra de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA de 2006 a 2019», recordó Aschbacher. Aquello era una «muestra visible de la profunda cooperación» entre ambos organismos. «Sería sin lugar a dudas una lástima que Sentinel-6C no recibiera financiación ni apoyo, ya que ese satélite, además, será el sucesor de la misión creada por el propio Freilich y que aún sigue en el espacio».

Los recortes presupuestarios propuestos en EE. UU. también podrían afectar al rover marciano Rosalind Franklin, anteriormente conocido como rover ExoMars. Hace más de diez años, esta misión ya se planteó como una colaboración entre la ESA y la NASA; sin embargo, en 2012 y también debido a recortes presupuestarios, la agencia espacial estadounidense decidió abandonar el proyecto. En ese momento, la ESA se alió con la agencia espacial rusa, Roscosmos.

Pero llegó la guerra en Ucrania y la ESA decidió cortar toda relación con Roscosmos. En ese momento, la NASA volvió a entrar en juego, pero parece que de nuevo peligra lo que muchos ya han bautizado como la ‘misión maldita’ europea. Sin embargo, desde la ESA aseguran que los equipos están preparados para desarrollar por su cuenta la tecnología de la que se encargaban los norteamericanos: el lanzador, la unidad de calentamiento de radiosiótopos y el motor de aerofrenado. Sin embargo, de tener que asumir estas nuevas responsabilidades, es posible que el calendario, previsto para que Rosalind llegue a Marte en 2028, no se cumpla.

Presupuestos a falta de aprobación

A pesar de todo, aún hay un rayo de esperanza, porque los recortes anunciados por Trump no son definitivos: el Congreso de EE.UU. tendrá la última palabra para aprobar los nuevos presupuestos que, de entrada, se han topado con bastante rechazo, incluso entre las filas republicanas. Se espera que la decisión final llegue en otoño de 2025, algo antes de que los miembros de la ESA se reúnan en noviembre para aprobar las cuentas de la agencia espacial.

«Necesitamos evaluar, por un lado, cuánto cuesta esperar y cuánto tiempo podemos aguardar que se resuelva —dijo Aschbacher—. Hay muchos análisis y opciones que deben verificarse y debatirse. Pero, el punto clave que hemos acordado es asegurar que Europa aumente su resiliencia y autonomía, para asegurarnos que contamos con las tecnologías que necesitaremos en el futuro». Sin duda, un futuro incierto en el espacio.

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