Esos locos galos en el país del bacalao

Como saben los que estudiaron latín en el bachillerato, “la Galia está dividida en tres partes”, frase con la que empezaba Julio César De bello gallico , la obra en la que narraba sus batallas contra los galos. Una lectura obligatoria en los viejos planes de estudio.

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 Astérix y Obélix viajan desde su irreductible aldea hasta la Lisboa romana en su cuadragésimo primer álbum  

Como saben los que estudiaron latín en el bachillerato, “la Galia está dividida en tres partes”, frase con la que empezaba Julio César De bello gallico , la obra en la que narraba sus batallas contra los galos. Una lectura obligatoria en los viejos planes de estudio.

Pero el emperador romano no conoció a Astérix y Obélix, que son fruto de la imaginación de René Goscinny y Albert Uderzo. Y si coincide con ellos, es gracias a la mezcla de historia y ficción del cómic que crearon y que, tras su muerte, sigue inspirando a sus continuadores, en este caso el guionista Fabcaro y el dibujante Didier Conrad.

Ambos estuvieron en Madrid ayer para presentar el nuevo álbum de la colección, Astérix en Lusitania , en el que los dos héroes galos viajan a Olissipo (Lisboa) y descubren que la esencia de Portugal es eterna. La saudade , la porcelana y el bacalao ya estaban allí en época romana.

Sobre estos clichés bromeó el embajador luso en España, anfitrión del acto, para quien el fatalismo y el existencialismo que se atribuye a la mentalidad portuguesa, muy presente en la historieta, puede ser motivo de diversión y enriquecedor desde el punto de vista cultural.

Y, efectivamente, Astérix en Lusitania ofrece la gama completa de los tópicos asociados a los portugueses: desde la ingesta de bacalao en cantidades industriales –para gran disgusto del carnívoro Obélix– hasta la saudade que tiñe de melancolía cualquier circunstancia de la vida cotidiana, por nimia que sea. Pasando, cómo no, por su retrato: hombres bajitos y peludos y mujeres morenas y lozanas.

El nuevo álbum de ‘Astérix’ retrata un Portugal lleno de tópicos, pero con un “humor bondadoso”

Esta caricatura del otro hecha desde la óptica actual francesa –muy propia de las aventuras fuera de la aldea gala de la serie, por otra parte– está planteada con “humor bondadoso”, relata el guionista, que quiso buscar el “equilibrio adecuado” para hablar de la cultura portuguesa: “De lo que se trata es de reírnos juntos”, asegura Fabcaro.

Tanto él como Conrad se documentaron sobre la época romana en Lusitania –nada de palmeras, por ejemplo– para incluir algunos episodios históricos significativos, como la traición que sufre Viriato, el gran caudillo de la resistencia ibérica contra los romanos.

“El 95% de la ambientación es verídica”, relata Conrad, que ha querido traducir en viñetas el “carácter especial de la atmósfera” de Portugal y su paisaje verde y húmedo, atlántico.

Con todo, “la antigüedad de Astérix es una antigüedad soñada, no es auténtica”, argumenta el guionista, que recuerda que el personaje también ha evolucionado con el paso del tiempo: el álbum sobre sus aventuras en Hispania, por ejemplo, se publicó bajo la dictadura de Franco, y si hoy el guerrero galo visitara España –algo que Fabcaro no descarta para una futura entrega– la imagen que se daría de ella sería muy distinta.

En el fondo, coinciden ambos, el cómic es un pretexto para hablar de la sociedad actual, como se puede ver en la absurda escena en la que aparece una agencia de publicidad que está haciendo una campaña para promocionar el garum , la afamada salsa de pescado que se enviaba de la península Ibérica a Roma y que articula la trama.

El dibujante Didier Conrad ha recreado en sus viñetas el paisaje verde y húmedo del Atlántico

“La sociedad está más crispada que en la época de Goscinny y Uderzo”, concluye el guionista de esta nueva aventura de Astérix, la segunda –y espera que haya más– que firma tras El lirio blanco . Esa es, insiste, junto con la creciente homogeneidad de los países de Europa, cada vez más parecidos entre sí, la mayor dificultad a la que se ha enfrentado para seguir siendo fiel al espíritu original de la serie.

“Como lector, prefiero los álbumes que transcurren en la aldea gala, porque adoro sus personajes –que no se embarcan hacia Portugal con Astérix y Obélix y, por tanto, quedan en esta ocasión en un segundo plano–, pero como autor, como cuentista, he disfrutado mucho al poder hablar de otra cultura, aunque sea difícil. Me ha resultado más divertido”, reflexiona Fabcaro.

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