Dos años atrás, Enric Montefusco descartaba en este mismo diario cualquier reencuentro de Standstill, “estamos viviendo en lugares distintos” decía el vocalista y compositor durante la presentación de su tercer álbum en solitario. Meses después el propio artista dejaba caer una posible reunión de la banda, materializada en el festival Vida del 2024 y coronada el pasado 30 de noviembre con un concierto en la sala Apolo, el lugar que la formación eligió para despedirse en el 2015. Una venganza contra nadie de la formación que prefirió desaparecer a ceder ante los postulados de la industria, y que ahora vuelve a los escenarios para disfrutar de su público sin condicionantes.
Standstill certifica con una gira en salas el éxito de su regreso tras nueve años de silencio
Dos años atrás, Enric Montefusco descartaba en este mismo diario cualquier reencuentro de Standstill, “estamos viviendo en lugares distintos” decía el vocalista y compositor durante la presentación de su tercer álbum en solitario. Meses después el propio artista dejaba caer una posible reunión de la banda, materializada en el festival Vida del 2024 y coronada el pasado 30 de noviembre con un concierto en la sala Apolo, el lugar que la formación eligió para despedirse en el 2015. Una venganza contra nadie de la formación que prefirió desaparecer a ceder ante los postulados de la industria, y que ahora vuelve a los escenarios para disfrutar de su público sin condicionantes.
Montefusco habla desde su casa mientras hace los preparativos para machar cuatro días. Son las obligaciones de esta gira por salas que ha resucitado a los autores de Vivalaguerra o Adelante Bonaparte con gran éxito de convocatoria. “Intuíamos que el regreso sería emocionante, que tendría una recepción fuerte”, pero pese a estar prevenidos “resulta abrumador, te remueve, ya nos pasó con la despedida y ahora nos vuelve a sorprender el volumen y la energía, comprobar que el tiempo no nos ha difuminado sino casi lo contrario”.
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“El paso del tiempo ha cambiado los condicionantes”, se justifica el cantante y compositor de una de las formaciones seminales del Indie rock patrio. “Llegó un momento en que las razones por las que lo habíamos dejado ya no estaban vigentes”. La vuelta de Standstill supone un cambio de rasante muy adecuado para la formación que comenzó en el hardcore, saltó al indie en inglés y acabó por pasarse apropiadamente al castellano hace ahora dos décadas. “Sinceramente, no era algo que esperase”, reconoce, “durante mucho tiempo no pensé en la banda ni quise hacerlo, lo disfruté mucho pero acabamos demasiado desgastados”.
No hubo una caída del caballo que explicara esta reunión, “las decisiones que hemos tomado, artísticas o de otros órdenes, han obedecido a una intuición interior, nunca han sido muy racionales”. Algo parecido sucedió nueve años atrás, cuando decidieron disolverse al perder lo que Montefusco tipifica como una fe en su trabajo, “en ser radicales a la hora de ofrecer aquello que nos saliera, yo en casa componiendo o con ellos cuando nos juntábamos, sin importar lo que dijeran o lo que se pudiera recibir en primera instancia”.
“En los festivales, sólo valoraban tu capacidad de convocatoria, el valor artístico que aportaras era muy secundario”
La abrasión que los disolvió en el 2015 provenía del contacto obligado con una industria que representaba muchas de las cosas a las que Standstill se oponía, “no había el retorno que necesitábamos, invertimos mucho para preservar la integridad artística”. Así las cosas, la estocada final llegó con su último espectáculo, “nos esforzamos para hacer algo especial, una puesta en escena con escenografía y audiovisuales, a la gente le gustó mucho”, pero a la hora de la verdad todo aquello no se valoraba. “Sobre todo en los festivales, sólo valoraban tu capacidad de convocatoria, el valor artístico que aportaras era muy secundario. Incluso tuve la sensación de ir por los festivales molestando”, recuerda. “Sólo te pedían que lo hicieras fácil, y esto me dejaba fuera de juego”.
“Antes teníamos que pelearnos para cerrar festivales o cerrar una gira de salas extensa y concentrada como la que haremos ahora”
Su juego, el de toda la banda, pasaba por un credo artístico rayano en lo neurótico, “pero bendita sea la enfermedad”, afirma Montefusco. “Tenía la vida solucionada con 21 años en términos de estabilidad económica, pero lo dejamos todo para irnos literalmente a dormir a un lavabo o sobre el mismo escenario, una cosa muy loca y romántica, pero era lo que tocaba, éramos felices”.
El paso del tiempo ha jugado a favor de la banda, que en los conciertos de este años se han encontrado “donde siempre habíamos querido estar” tanto en la recepción de la industria como del público, “el de toda la vida y el de las nuevas generaciones”. A este lugar soñado han llegado, además, de la manera que consideran adecuada: con un repertorio que apenas tiene estribillos ni concesiones a los cánones comerciales. “Nunca hemos renunciado al gran público, pero no a un precio”, apunta Montefusco, que destaca el cambio en la predisposición del sector, “sentimos cierta justicia poética al tocar en festivales a la mejor hora sin haber claudicado a la musicalidad que a priori encaja”. Esto también se ha notado en la contratación, “no hemos tenido que hacer nada, antes teníamos que pelearnos para cerrar festivales o cerrar una gira de salas extensa y concentrada como la que haremos ahora” y que, recuerda, han tirado adelante sin ni siquiera promoción, “sólo hicimos una nota de prensa y se abrió la puerta”. Un éxito, eso sí, logrado tras nueve años de ostracismo.
Durante este tiempo, Montefusco emprendió una carrera en solitario que le llevó a interesarse por la música popular, derivando en la canción de autor y el folklore, un entorno al que fue a parar en busca de la de transversalidad que no encontraba en el Indie. “Para entender la cultura indie tradicional has de tener un cierto bagaje musical o cultural, y eso acabó por molestarme”, comenta. Por el contrario, su voluntad era la de desnudarse, “tocar a la otra persona”, algo que consiguió a través de la música popular a pesar de que la encontró pervertida por la cultura de masas. “Creo más en la cultura que se ha hecho en los pueblos toda la vida, donde todo el mundo se junta para cantar, compartir penas y alegrías, que en el circo en el que se ha convertido”, un contraste entre la virginal imagen primigenia y el negocio puro y duro que, reconoce, explica la implosión de la banda, “nos resultaba imposible hacer las cosas de una forma coherente y pura”.
¿Habrá un nuevo camino para Standstill? “Ahora estamos removidos por todo lo que sucede, tenemos que digerirlo y valorar la recepción, que por ahora ha sido inmejorable”, comenta Montefusco, reacio a mojarse. “Es más sencillo hacer una gira de retorno, donde casi no has de entrar en la rueda, que generar material nuevo”, lo que exigiría encontrar financiamiento, una discográfica, preparar la promoción o la distribución. Mientras se lo piensan, aprovechan para echar la vista atrás con una prespectiva diferente a la del pasado, “cuando estábamos en la locura tirábamos para adelante y apenas veíamos el rastro”. Ahora en cambio, “nuestra obra da más respeto, y si hemos de seguir adelante debe ser con los mismos valores, política y energía que siempre”. La posibilidad de seguir este rumbo marcará el futuro de la banda, “si no encontramos la manera, personalmente preferiría no hacer nada más, no quiero tirar del hilo para amortizar”.
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