No se llega a ser un superventas mundial con 250 millones de ejemplares vendidos por casualidad. Dan Brown es un maestro en lo suyo, y maneja una fórmula que se ha revelado imbatible. Introducir lo que en el sector editorial se conoce como “big subject”, un tema de importancia universal, en una trama repleta de giros y sorpresas que no dejan respiro. En su primer gran éxito, El código Da Vinci, se trataba del supuesto linaje de Cristo; en El símbolo perdido, la tradición masónica; en Inferno, el vértigo demográfico; en Origen, los inicios de la humanidad.
No se llega a ser un superventas mundial con 250 millones de ejemplares vendidos por casualidad. Dan Brown es un maestro en lo suyo, y maneja una fórmula que se ha revelado imbatible. Introducir lo que en el sector editorial se conoce como “big subject”, un tema de importancia universal, en una trama repleta de giros y sorpresas que no dejan respiro. En su primer gran éxito, El código Da Vinci, se trataba del supuesto linaje de Cristo; en El símbolo perdido, la tradición masónica; en Inferno, el vértigo demográfico; en Origen, los inicios de la humanidad.Seguir leyendo…
No se llega a ser un superventas mundial con 250 millones de ejemplares vendidos por casualidad. Dan Brown es un maestro en lo suyo, y maneja una fórmula que se ha revelado imbatible. Introducir lo que en el sector editorial se conoce como “big subject”, un tema de importancia universal, en una trama repleta de giros y sorpresas que no dejan respiro. En su primer gran éxito, El código Da Vinci, se trataba del supuesto linaje de Cristo; en El símbolo perdido, la tradición masónica; en Inferno, el vértigo demográfico; en Origen, los inicios de la humanidad.

EFE
Su protagonista habitual, el profesor de Harvard Robert Langdon (en cine Tom Hanks), hace avanzar la acción a buen ritmo y le da un tono cultural con sus conocimientos de simbología. A pesar de su ya veterana presencia en las obras de Brown, Langdon apenas tiene vida privada: según explicaba su creador en una entrevista reciente, no puede entretenerse en relaciones sentimentales porque se pasa el día corriendo de un lado a otro.
Eso cambia parcialmente en El último secreto. La historia arranca cuando Langdon sale de su hotel de madrugada para ir a nadar, y a media mañana, en efecto, han pasado ya tantas cosas que el lector está sin resuello. Pero esta vez el simbólogo sí ha iniciado una relación amorosa, que será clave en el devenir de los hechos.
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Un atractivo de la obra del novelista estadounidense radica en la variedad de escenarios que se despliegan en sus anteriores títulos: Roma, París, Washington, Florencia, varias ciudades españolas en Origen, entre ellas Barcelona, de donde reflejó la expresividad de la arquitectura modernista y la potencia del supercomputador Mare Nostrum. En El último secreto el protagonismo ambiental recae en Praga, ciudad mágica por excelencia de la vieja Europa, a cuyo arsenal de viejas tradiciones esotéricas Brown recurre de forma intensiva (y por supuesto no podía faltar el Golem).
La última obra de Brown se publicó en 2017; ha tardado ocho años en volver a la palestra, se dice que entre otros motivos por las complicaciones de un divorcio especialmente conflictivo. Para el firmante de estas líneas, las dos novelas que siguieron al El código Da Vinci estuvieron por debajo del nivel de ésta, hasta que en Origen el autor remontó el vuelo. El último secreto aún es mejor, un entretenidísimo misterio lleno de golpes de efecto que aborda un tema tan de actualidad como la conciencia post mortem, y que hace volar la imaginación del lector a lo largo de más de 800 páginas muy bien aprovechadas.
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