El emérito sigue siendo protocanónigo honorario de la Basílica; se desconoce si Felipe VI asumirá el título Leer El emérito sigue siendo protocanónigo honorario de la Basílica; se desconoce si Felipe VI asumirá el título Leer
Aunque el Papa Francisco decidió que sus restos no fueran enterrados en el interior de San Pedro en el Vaticano, sí descansarán de ahora en adelante en territorio de la Santa Sede. Porque conviene destacar la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, una de las basílicas papales, goza de derechos de extraterritorialidad, tal como se recogen en el Tratado de Letrán firmado en 1929 entre la Santa Sede y el Reino de Italia que entonces encabezaba Víctor Manuel III, aunque el país se encontraba bajo la bota fascista de Mussolini.
Santa María la Mayor, el templo tan querido para el Pontífice recién fallecido, está íntimamente ligada a la Monarquía española desde tiempos del primero de nuestros reyes de la Casa de Austria, Carlos I, que gobernó en el siglo XVI -aunque incluso antes los Reyes Católicos contribuyeron económicamente al embellecimiento del lugar-. Consagrada a la Virgen María y considerada como la primera iglesia dedicada a ella en Occidente, se convirtió desde entonces en un puente entre la fe romana y la Corona española. Eran tiempos en los que la Ciudad Eterna era el epicentro del poder espiritual de la cristiandad y la Monarquía hispánica ejercía como la gran defensora del catolicismo. Ello derivó en una alianza muy potente entre el Papado y la Corona de estos lares, en un tiempo en el que los cismas en el seno de la Iglesia la debilitaban.
Un siglo después, el 7 de octubre de 1647, el Papa Inocencio X, tras una petición del rey Felipe IV, instituyó mediante la Constitución apostólica Sacri Apostolatus la llamada Obra Pía de Santa María la Mayor. Era un acuerdo por el que, a cambio de una renta anual al cabildo de la basílica, se tenían que celebrar oraciones y actos litúrgicos en honor de la Corona hispánica. Desde entonces, los sucesivos monarcas españoles se han convertido en benefactores del templo, han contribuido a la realización de obras de restauración y mejora, etcétera. Una estatua de Felipe IV diseñada por Gian Lorenzo Bernini destaca en el atrio de un lugar tan visitado por los turistas y los fieles católicos.
El Rey Juan Carlos I visitó junto a la Reina Sofía por última vez la basílica en 2018, y entonces recordó su vinculación actual con España reafirmada en 1953 mediante la Bula Hispaniarum Fidelitas de Pío XII. Y es que, tras la firma del Concordato con la Santa Sede, se acodó que todos los reyes españoles serían protocanónigos honarios del Cabildo Liberiano de la basílica de Santa María la Mayor. En aquel viaje de 2018 a Roma, los Reyes Eméritos presidieron la inauguración de la nueva iluminación de la Basílica, de la que se hizo cargo Enel, junto a su restauración, después de que la Fundación Endesa firmara un acuerdo con el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Se da la circunstancia de que el Rey emérito sigue siendo protocanónigo honorario de la Basílica, un título que aceptó en un viaje a la Ciudad Eterna en 1977, más de un año después de su proclamación como Jefe de Estado. «Asumo hoy la dignidad de protocanónigo de esta Santa Basílica Liberiana, que como Rey de España me corresponde», dijo en un discurso solemne Don Juan Carlos en su discurso de aceptación.
Y es que el actual titular de la Corona, Felipe VI, no ha dado el paso de aceptar el nombramiento, a pesar de que ocupa el Trono desde 2014. Y se desconoce, en realidad, si nuestro Monarca seguirá o no con la centenaria tradición. Porque en esta «Monarquía renovada para un tiempo nuevo» se están dando pasos de gigante para secularizar del todo a la institución.
Lo que está claro es que el título de Sus Católicas Majestades que ostentan Don Felipe y Doña Letizia, un honor extraordinario que se remonta a los tiempos de Carlos V, cada vez está más vaciado de contenido real.
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