Edicions Cal·ligraf ha publicado el libro Oleeé! Torno a ser aquí , del radiofonista Jordi Vendrell (Manlleu, 1947 – Barcelona, 2001). Es un homenaje oportuno, que documenta la trayectoria de Vendrell a través de los testimonios de familiares, amigos, colegas y colaboradores. Los anfitriones del libro son Nurith Levy y Jordi Rodón, que se encargan de ordenar sus contenidos más interesantes, como el dietario sobre la creación, el arranque y los primeros pasos del programa L’orquestra (Catalunya Ràdio), o el anexo, que hoy parece subversivo, que transcribe la emisión que, por censura política contra el independentismo, silenció la exitosa orquesta.
Edicions Cal·ligraf ha publicado el libro Oleeé! Torno a ser aquí , del radiofonista Jordi Vendrell (Manlleu, 1947 – Barcelona, 2001). Es un homenaje oportuno, que documenta la trayectoria de Vendrell a través de los testimonios de familiares, amigos, colegas y colaboradores. Los anfitriones del libro son Nurith Levy y Jordi Rodón, que se encargan de ordenar sus contenidos más interesantes, como el dietario sobre la creación, el arranque y los primeros pasos del programa L’orquestra (Catalunya Ràdio), o el anexo, que hoy parece subversivo, que transcribe la emisión que, por censura política contra el independentismo, silenció la exitosa orquesta.Seguir leyendo…
Edicions Cal·ligraf ha publicado el libro Oleeé! Torno a ser aquí , del radiofonista Jordi Vendrell (Manlleu, 1947 – Barcelona, 2001). Es un homenaje oportuno, que documenta la trayectoria de Vendrell a través de los testimonios de familiares, amigos, colegas y colaboradores. Los anfitriones del libro son Nurith Levy y Jordi Rodón, que se encargan de ordenar sus contenidos más interesantes, como el dietario sobre la creación, el arranque y los primeros pasos del programa L’orquestra (Catalunya Ràdio), o el anexo, que hoy parece subversivo, que transcribe la emisión que, por censura política contra el independentismo, silenció la exitosa orquesta.

Otras Fuentes
Hijo de la generación de los Pallardó y del mítico Al mil por mil , cómplice del espíritu vital y espectral de Jordi Costa, Vendrell no era sectario. Sabía entusiasmarse con los abismos de la voz de Constantino Romero, la efervescencia creativa de Luís Arribas Castro o los silencios estratégicos de Jesús Quintero o José Maria García (que le gustaban especialmente cuando se oía como encendían un pitillo). En un estudio de radio, Vendrell jugaba a quitarse importancia, pero, en realidad, era exigente y perfeccionista a la hora de, por decirlo a su manera, “controlar el cotarro”. Sabía que la repetición es el secreto para construir un estilo propio. Quizá por eso, insistía en compartir denominaciones como “La Mercantil Radiofónica” (con sus socios Ramon Barnils, Quim Monzó y Judit Sala), o expresiones como el “oleeé” o el “àpali” con las que combatía una persistente hipotensión.
En un estudio de radio, Jordi Vendrell jugaba a quitarse importancia
Otro elemento que lo definía era la carcajada, a medio camino entre la reacción espontánea y el recurso calculado como lubricante contra la tentación de la trascendencia y la petulancia. Después, cuando se escuchaba –a menudo el programa estaba grabado y lo escuchaba para mejorar–, no siempre le gustaba lo que oía. En su dietario escribe: “Quizá me río demasiado: tengo que intentar reír más lejos del micrófono”. Es una inquietud por el detalle que se ha perdido. Hoy se estila la estridencia risueña omnipresente y se impone una informalidad reiterativa, cargante, más mecanizada que sutil.
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Después se convirtió en pionero de la pedagogía radiofónica sobre internet, con una comunidad de prescriptores, socios y simpatizantes que hoy son referentes del universo digital en catalán. Tenía un gusto musical exquisito, que compartía con el gran Xavier Salvà y, en otra vida, produjo dos discos inmortales: Brossa d’ahir , de Pep Laguarda i Carabruta , de Gato Pérez. Como era un fanático de Apple, un día le pedí que me recomendara un ordenador. Me dijo: “Cómprate un iMac, que son preciosos”. Como me vio dudar, insistió: “¿Necesitas otra razón que un diseño precioso?” Le hice caso.
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