El peor año de Jakob Ingebrigtsen, del juicio por abusos contra su padre a sus dudas en el Mundial: «Perder siempre duele»

Eliminado en la primera ronda de los 1.500 metros por primera vez en su vida, encara este viernes los 5.000 con su método en entredicho. Habla con EL MUNDO sobre ello y, entre otras cosas, sobre su vida en Sierra Nevada Leer Eliminado en la primera ronda de los 1.500 metros por primera vez en su vida, encara este viernes los 5.000 con su método en entredicho. Habla con EL MUNDO sobre ello y, entre otras cosas, sobre su vida en Sierra Nevada Leer  

Hace dos meses, el tribunal noruego de Sandnes absolvió a Gjert Ingebrigtsen, padre y ex entrenador de Jakob Ingebrigtsen, del cargo de abusos y maltrato a sus hijos. Durante el proceso, el vigente campeón olímpico de 5.000 metros relató una infancia marcada por el miedo, los golpes y los gritos, pero no fue suficiente para condenarle. Sus abogados tan solo demostraron que, en 2022, había golpeado con una toalla en la mejilla a su hermana pequeña Ingrid, que entonces tenía 15 años, y por eso recibió una condena de 15 días de prisión.

No ha sido un año alegre para Ingebrigtsen. El talento noruego, uno de los mejores mediofondistas de la historia, pasó varios días en los tribunales narrando los peores momentos de su vida y, mientras tanto, estaba completamente parado. Una lesión recurrente en el tendón de Aquiles no le permitió entrenar durante varias semanas. Por todo ello, no fue una sorpresa mayúscula que su estreno en el Mundial de Tokio fuera un desastre. El pasado domingo quedó eliminado en la primera ronda de los 1.500 metros por primera vez en su vida y su actuación este viernes (13.00 horas, Eurosport y Teledeporte) en las series de su mejor prueba, los 5.000 metros, es todavía una incógnita. A su alrededor se especula con un posible abandono, pero él asegura que correrá.

«Estoy decepcionado por lo que ocurrió en el 1.500, pero me queda el 5.000 y, cada vez que me pongo los clavos, es para competir. Si no pensase que puedo ganar, ya me hubiera ido a casa», reconoce a EL MUNDO en un encuentro con unos pocos medios internacionales. Sobre la mesa está la petición de que no haya preguntas sobre su padre, pero igualmente el proceso judicial se nota en sus palabras. Ingebrigtsen es un hombre distinto.

A los 24 años ya no necesita ser aquel adolescente fanfarrón que asombró en el Europeo de 2018. Llegó a decir que era indiscutiblemente el mejor corredor de 1.500 metros de la historia. Ahora, después del chasco de este Mundial y de las derrotas en 2022 y 2023, como mínimo acepta el debate: «Creo que lo soy. He corrido más rápido que casi todos y he ganado muchos títulos en poco tiempo. Pero habrá quien diga que el mejor es otro. Siempre habrá discusión».

¿Qué ha descubierto de las derrotas?
Perder nunca es divertido. No importa quién seas o qué hayas ganado anteriormente, perder siempre duele. Pero, al mismo tiempo, una derrota te enseña más que una victoria. Si pierdo es porque no he llegado preparado o no he hecho lo necesario. Y eso me da mucha motivación para trabajar más duro después. También es positivo para el deporte que haya jóvenes que alcancen a los mejores y les lleven al límite.
KIRILL KUDRYAVTSEVAFP

Desde que empezó a destacar, el método de entrenamiento de Ingebrigtsen siempre levantó suspicacias y ahora vuelve la controversia. En una época marcada por la intensidad, la rebaja del volumen, la máxima de correr lo justo, el noruego se pegaba auténticas kilometradas siendo todavía un niño y había quien decía que duraría dos días en la élite. No fueron dos días, pero quizá esas voces tenían razón. ¿Y si ha llegado a su máximo? Él sigue a lo suyo. El pasado martes, a 30 grados, con la humedad de Tokio, corrió unas series de vértigo con su hermano Henrik tirando de él con una bicicleta de paseo alquilada.

«Entreno dos veces al día casi todos los días del año. Para mí es un enfoque normal, aunque supongo que es diferente al de otros corredores. Hago mucho volumen, mucho trabajo de base, muchas salidas largas. Me gusta correr y disfruto mucho de esa parte. Siento que es el entrenamiento que necesito para competir», cuenta, y asegura que «tarde o temprano» se pasará al maratón y que prácticamente vive en España.

El Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada es su casa durante varios meses al año y, por eso, se atreve con un «hola» para saludar a este medio. «Descubrí Sierra Nevada durante la pandemia porque el resto de centros del mundo estaban cerrados. Y fue una sorpresa. Para mí es ideal. Hay vuelo directo de Stavanger a Málaga, hay buen clima y buenas instalaciones. En muy pocos sitios hay centros a tanta altitud que sean tan accesibles. Además, me gusta porque puedo hacer vida, no tengo que estar encerrado en la habitación. Disfruto en España», reconoce. No ha sido un año alegre para Ingebrigtsen. Es un hombre distinto. Pero sigue siendo Ingebrigtsen.

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