El embriagador aroma de la euforia y la energía tras la victoria impregna aún la atmósfera del cuartel general del Sabadell en la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès. A las puertas de la sede operativa, Josep Oliu y César González-Bueno, presidente y consejero delegado del banco, respectivamente, se dieron el viernes un baño de masas celebrando el éxito de su resistencia. Júbilo posmoderno que resume el contraste de paradigma con las concentraciones de protesta a la entrada de las fábricas.
El embriagador aroma de la euforia y la energía tras la victoria impregna aún la atmósfera del cuartel general del Sabadell en la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès. A las puertas de la sede operativa, Josep Oliu y César González-Bueno, presidente y consejero delegado del banco, respectivamente, se dieron el viernes un baño de masas celebrando el éxito de su resistencia. Júbilo posmoderno que resume el contraste de paradigma con las concentraciones de protesta a la entrada de las fábricas.Seguir leyendo…
El embriagador aroma de la euforia y la energía tras la victoria impregna aún la atmósfera del cuartel general del Sabadell en la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès. A las puertas de la sede operativa, Josep Oliu y César González-Bueno, presidente y consejero delegado del banco, respectivamente, se dieron el viernes un baño de masas celebrando el éxito de su resistencia. Júbilo posmoderno que resume el contraste de paradigma con las concentraciones de protesta a la entrada de las fábricas.
Pero tras los festejos de rigor, la realidad se acabará imponiendo y el veterano banco vallesano, deberá, sin solución de continuidad, ponerse manos a la obra para apuntalar las bases que aseguren su continuidad en solitario y en condiciones de sobrevivir a la competencia.
El mantra de estos días es que el mejor núcleo accionarial de referencia lo conforman los miles y miles de pequeños accionistas, que negándose a acudir a la opa del BBVA han desbarato la amenaza de desaparición.
Pero este relato entre épico y pintoresco sirve de poco en las despiadadas aguas del mundo financiero. El Sabadell requerirá un escudo que le proteja de futuros asaltos no deseados, como el recientemente superado. Aunque es fácil presumir que durante un tiempo habrá pocos candidatos dispuestos a lanzarse a una operación similar, tras el fracaso del BBVA, la tregua es temporal.

Santander
Desde luego, quien se apuntara a un asalto similar debería pensar en ofrecer precios muy superiores a los manejados por el cicatero banco de origen vasco. Por descontado, no se atisba ninguno español. Y los competidores extranjeros con recursos suficientes saben que los problemas políticos serían aún mayores que en el caso de la operación recién fracasada. Las operaciones transnacionales son una rara avis en el mercado financiero europeo e internacional.
Pero no sería razonable exponerse a la azarosa irrupción de un peligroso escualo financiero. Y Oliu y lo suyos ya han demostrado sobradamente que son conscientes de la situación. Además de para protegerse, el Sabadell necesita accionistas de referencia para acometer sus apuestas estratégicas. Aumentar de tamaño es condición insuperable para ofrecer créditos en condiciones interesantes a esa misma base de clientes/accionistas que conforman su base social y su mercado natural. En el capitalismo, más aún en el financiero, el crecimiento es una de las primeras leyes de la existencia y de la supervivencia.

REDACCIÓN / Otras Fuentes
Ya antes de la opa, Oliu exploró operaciones corporativas, de fusión, a diferente profundidad, con entidades como la malagueña Unicaja, que preside José Sevilla, o el gallego Abanca, en este caso encabezada por el hispanovenezolano Juan Carlos Escotet. Nada salió, pero podrían ser expedientes a reabrir ahora que la legislación no impone a los gestores del Sabadell la pasividad que rige cuando está viva una opa.
¿El Santander podría tener un paquete en el Sabadell como La Caixa hace 25 años?

Banc Sabadell / ACN
Oliu, el veterano banquero, no se ha limitado a esas operaciones de manual, buscar posibles fusiones. También ha sondeado a posibles inversores dispuestos a conformar ese núcleo duro. Lo hizo antes de la opa, ya debe estar revisando su agenda para reactivar los contactos.
Pero esas alternativas tienen sus problemas. En la primera, Unicaja, la fusión daría a la fundación que posee el 30% del banco malagueño el control del fusionado. Ni hablar de Abanca, cuyo presidente tiene más del 90%. Y no se trata de haber cerrado una brillante campaña para defender la independencia del banco para acabar con la cesión de las riendas a un tercero. Y sin dar dinero al accionista.
Aunque hay alternativas. Algunas ya exploradas con éxito en el pasado por el banquero vallesano. Durante los primeros años de este siglo (2000-2006) el Sabadell tuvo a La Caixa de Josep Vilarasau como primer accionista, con un 15%. Precisamente para que no le pasara lo de ahora con el BBVA. No se entendieron demasiado, pero la entidad de ahorro cumplió su papel y salió con grandes plusvalías del banco vallesano.

Ahora, Criteria, el brazo financiero de La Caixa y primer accionista de Caixabank, no está por la labor, tiene otra estrategia de inversión. Y además las relaciones entre Isidro Fainé, presidente de La Caixa y de Criteria, y Oliu están congeladas desde hace años. Precisamente, una fusión fallida dejó las cosas mal entre ambos. Y así siguen.
El Sabadell está valorado en bolsa en unos 15.000 millones de euros, un 15% de su capital equivale a 2.250 millones. Y en España hay pocos operadores con esa capacidad de inversión. Menos en el mundo financiero, donde el número de bancos relevantes ha quedado reducido a apenas dos. Descartada Criteria, tan solo queda el Santander de Ana Botín.
Cabe preguntarse, ¿podría el banco de origen cántabro jugar ese papel de ancla accionarial del Sabadell mientras este define su futuro, como lo hizo La Caixa en el pasado? Ya le ha echado una mano contra la opa, probablemente decisiva, al comprarle el TSB británico a un precio de cine. Por ejemplo, tomando una participación significativa, del 15 o el 20%, acompañando a otros inversores con diversa capacidad económica.
Sin participar en la gestión, eludiendo así incompatibilidades y problemas de competencia. Para el banco de Botín se trataría de una simple participación financiera, disponible para la venta.
Para Oliu es complicado acometer fusiones que cedan el control del banco
Con un accionista ancla de estas características, el Sabadell podría concentrarse en su desarrollo y crecimiento sin estar pendiente con el rabillo del abordaje de algún agresivo bucanero. Y contaría con el respaldo de unos accionistas que asegurasen su músculo en caso de necesitar ampliar capital para acometer adquisiciones. Incluso para retomar fusiones ahora complicadas, como la de Unicaja. Especulaciones que a partir de ahora ocuparán a banqueros, financieros e inversores.
Economía