Hemos perdido una nueva especie humana pero le he hemos puesto cara a otra. En 2021 un equipo de investigadores chinos determinó que un cráneo casi completo de al menos 146.000 años de antigüedad encontrado en Harbin (China) pertenecía a una nueva especie humana a la que denominaron ‘Hombre dragón’, una idea muy controvertida. Se equivocaron. Nuevos estudios llevados a cabo a partir de moléculas antiguas publicados en las revistas ‘Cell’ y ‘Science’ han revelado la auténtica identidad del fósil. El misterioso homínido no es un desconocido para la ciencia sino que se trata de un denisovano, un primo de los neandertales con el que llegamos a cruzarnos, pero del que hasta ahora desconocíamos su aspecto porque solo se habían encontrado unos escasos restos fragmentados. Solo conocíamos su existencia a partir del ADN. El cráneo, uno de los fósiles humanos arcaicos mejor conservados, por fin nos dice cómo eran estos humanos en realidad.La historia del hallazgo del cráneo ya es bastante enmarañada. Qiang Ji, paleontólogo de la Universidad Hebei GEO en Shijiazhuang, obtuvo el fósil en 2018 de un hombre anónimo que le contó su procedencia. Según su versión, su abuelo lo había descubierto hacía más de ochenta años durante las obras de construcción de un puente sobre Long Jiang (que significa río dragón) y lo enterró en un pozo abandonado, donde permaneció hasta una confesión en su lecho de muerte.Noticia Relacionada Comiendo ovejas azules estandar Si Así sobrevivieron los denisovanos en el Tíbet cientos de miles de años José Manuel Nieves Ji y sus colegas llegaron a la conclusión de que el cráneo representaba a una nueva especie, a la que denominaron Homo longi (Hombre dragón). El equipo de Qiaomei Fu, genetista del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín, se puso en contacto con Ji para estudiar el fósil. Primero intentaron extraer ADN antiguo del hueso petroso y de un diente adherido, pero no fueron capaces de recupera material genético. En cambio, extrajeron y secuenciaron fragmentos de 95 proteínas antiguas.Al comparar esas secuencias con las de neandertales, humanos modernos y denisovanos, una coincidió exactamente con la de una proteína del hueso del dedo de un denisovano hallado en las montañas de Altai, en el sur de Siberia, y con otros restos de la misma especie descubiertos en el Tíbet y Taiwán. Tres variantes de aminoácidos hacían ‘match’. Esto sugería que el Hombre dragón era denisovano. Después de quince años, era la primera vez que los científicos podían contemplar sus características morfológicas. También se pudo aislar ADN mitocondrial del cálculo dental relacionado con los primeros individuos denisovanos del sur de Siberia, observada previamente en la cueva de Denisova.Recreación del hombre dragónGran cerebro, rostro anchoEl cráneo de Harbin muestra que los denisovanos podían tener un cerebro comparable en tamaño al de los humanos modernos, si bien poseía cuencas oculares más grandes, casi cuadradas, cejas gruesas, una boca ancha y dientes de gran tamaño. En el rostro ancho llama la atención un arco superciliar prominente, pero una parte inferior relativamente plana, distinta a la de otros homínidos más antiguos que sobresale como la de los primates. De tamaño muy grande, sugiere que los denisovanos también eran robustos y fuertes. Los hallazgos arrojan luz sobre los entresijos de la evolución humana y muestran que estos homínidos habitaron una amplia distribución geográfica en Asia durante el Pleistoceno Medio.Los humanos modernos, neandertales y denisovanos coexistieron y se cruzaron, y su mezcla sigue presente en nuestro ADN. Desde que se analizó el genoma de los denisovanos en 2010 –con las pocas piezas fósiles que se hallaron: una falange y dos molares– se sabe que algunas poblaciones de Oceanía, como los papúes, indígenas de Nueva Guinea e islas cercanas, comparten hasta un 5% de su ADN con esos humanos extintos. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Las polillas utilizan las estrellas como brújula para orientarse durante sus migraciones de hasta mil kilómetros noticia Si La humanidad se ‘entrenó’ en distintos hábitats antes de poder salir de ÁfricaLos humanos modernos heredamos ciertos rasgos genéticos de los denisovanos, como la adaptación a grandes altitudes, la resistencia a algunas enfermedades y la regulación del metabolismo lipídico para climas fríos. Además, algunas variantes genéticas denisovanas se han asociado con predisposiciones a trastornos neuropsiquiátricos en poblaciones actuales. Ahora ya les hemos puesto rostro a esos parientes. Hemos perdido una nueva especie humana pero le he hemos puesto cara a otra. En 2021 un equipo de investigadores chinos determinó que un cráneo casi completo de al menos 146.000 años de antigüedad encontrado en Harbin (China) pertenecía a una nueva especie humana a la que denominaron ‘Hombre dragón’, una idea muy controvertida. Se equivocaron. Nuevos estudios llevados a cabo a partir de moléculas antiguas publicados en las revistas ‘Cell’ y ‘Science’ han revelado la auténtica identidad del fósil. El misterioso homínido no es un desconocido para la ciencia sino que se trata de un denisovano, un primo de los neandertales con el que llegamos a cruzarnos, pero del que hasta ahora desconocíamos su aspecto porque solo se habían encontrado unos escasos restos fragmentados. Solo conocíamos su existencia a partir del ADN. El cráneo, uno de los fósiles humanos arcaicos mejor conservados, por fin nos dice cómo eran estos humanos en realidad.La historia del hallazgo del cráneo ya es bastante enmarañada. Qiang Ji, paleontólogo de la Universidad Hebei GEO en Shijiazhuang, obtuvo el fósil en 2018 de un hombre anónimo que le contó su procedencia. Según su versión, su abuelo lo había descubierto hacía más de ochenta años durante las obras de construcción de un puente sobre Long Jiang (que significa río dragón) y lo enterró en un pozo abandonado, donde permaneció hasta una confesión en su lecho de muerte.Noticia Relacionada Comiendo ovejas azules estandar Si Así sobrevivieron los denisovanos en el Tíbet cientos de miles de años José Manuel Nieves Ji y sus colegas llegaron a la conclusión de que el cráneo representaba a una nueva especie, a la que denominaron Homo longi (Hombre dragón). El equipo de Qiaomei Fu, genetista del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín, se puso en contacto con Ji para estudiar el fósil. Primero intentaron extraer ADN antiguo del hueso petroso y de un diente adherido, pero no fueron capaces de recupera material genético. En cambio, extrajeron y secuenciaron fragmentos de 95 proteínas antiguas.Al comparar esas secuencias con las de neandertales, humanos modernos y denisovanos, una coincidió exactamente con la de una proteína del hueso del dedo de un denisovano hallado en las montañas de Altai, en el sur de Siberia, y con otros restos de la misma especie descubiertos en el Tíbet y Taiwán. Tres variantes de aminoácidos hacían ‘match’. Esto sugería que el Hombre dragón era denisovano. Después de quince años, era la primera vez que los científicos podían contemplar sus características morfológicas. También se pudo aislar ADN mitocondrial del cálculo dental relacionado con los primeros individuos denisovanos del sur de Siberia, observada previamente en la cueva de Denisova.Recreación del hombre dragónGran cerebro, rostro anchoEl cráneo de Harbin muestra que los denisovanos podían tener un cerebro comparable en tamaño al de los humanos modernos, si bien poseía cuencas oculares más grandes, casi cuadradas, cejas gruesas, una boca ancha y dientes de gran tamaño. En el rostro ancho llama la atención un arco superciliar prominente, pero una parte inferior relativamente plana, distinta a la de otros homínidos más antiguos que sobresale como la de los primates. De tamaño muy grande, sugiere que los denisovanos también eran robustos y fuertes. Los hallazgos arrojan luz sobre los entresijos de la evolución humana y muestran que estos homínidos habitaron una amplia distribución geográfica en Asia durante el Pleistoceno Medio.Los humanos modernos, neandertales y denisovanos coexistieron y se cruzaron, y su mezcla sigue presente en nuestro ADN. Desde que se analizó el genoma de los denisovanos en 2010 –con las pocas piezas fósiles que se hallaron: una falange y dos molares– se sabe que algunas poblaciones de Oceanía, como los papúes, indígenas de Nueva Guinea e islas cercanas, comparten hasta un 5% de su ADN con esos humanos extintos. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Las polillas utilizan las estrellas como brújula para orientarse durante sus migraciones de hasta mil kilómetros noticia Si La humanidad se ‘entrenó’ en distintos hábitats antes de poder salir de ÁfricaLos humanos modernos heredamos ciertos rasgos genéticos de los denisovanos, como la adaptación a grandes altitudes, la resistencia a algunas enfermedades y la regulación del metabolismo lipídico para climas fríos. Además, algunas variantes genéticas denisovanas se han asociado con predisposiciones a trastornos neuropsiquiátricos en poblaciones actuales. Ahora ya les hemos puesto rostro a esos parientes.
El fósil hallado en China, de al menos 146.000 años de antigüedad, pone fin a quince años de especulaciones sobre la apariencia de esta especie humana
Hemos perdido una nueva especie humana pero le he hemos puesto cara a otra. En 2021 un equipo de investigadores chinos determinó que un cráneo casi completo de al menos 146.000 años de antigüedad encontrado en Harbin (China) pertenecía a una nueva especie humana … a la que denominaron ‘Hombre dragón’, una idea muy controvertida. Se equivocaron. Nuevos estudios llevados a cabo a partir de moléculas antiguas publicados en las revistas ‘Cell’ y ‘Science’ han revelado la auténtica identidad del fósil.
El misterioso homínido no es un desconocido para la ciencia sino que se trata de un denisovano, un primo de los neandertales con el que llegamos a cruzarnos, pero del que hasta ahora desconocíamos su aspecto porque solo se habían encontrado unos escasos restos fragmentados. Solo conocíamos su existencia a partir del ADN. El cráneo, uno de los fósiles humanos arcaicos mejor conservados, por fin nos dice cómo eran estos humanos en realidad.
La historia del hallazgo del cráneo ya es bastante enmarañada. Qiang Ji, paleontólogo de la Universidad Hebei GEO en Shijiazhuang, obtuvo el fósil en 2018 de un hombre anónimo que le contó su procedencia. Según su versión, su abuelo lo había descubierto hacía más de ochenta años durante las obras de construcción de un puente sobre Long Jiang (que significa río dragón) y lo enterró en un pozo abandonado, donde permaneció hasta una confesión en su lecho de muerte.
Ji y sus colegas llegaron a la conclusión de que el cráneo representaba a una nueva especie, a la que denominaron Homo longi (Hombre dragón). El equipo de Qiaomei Fu, genetista del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín, se puso en contacto con Ji para estudiar el fósil. Primero intentaron extraer ADN antiguo del hueso petroso y de un diente adherido, pero no fueron capaces de recupera material genético. En cambio, extrajeron y secuenciaron fragmentos de 95 proteínas antiguas.
Al comparar esas secuencias con las de neandertales, humanos modernos y denisovanos, una coincidió exactamente con la de una proteína del hueso del dedo de un denisovano hallado en las montañas de Altai, en el sur de Siberia, y con otros restos de la misma especie descubiertos en el Tíbet y Taiwán. Tres variantes de aminoácidos hacían ‘match’. Esto sugería que el Hombre dragón era denisovano. Después de quince años, era la primera vez que los científicos podían contemplar sus características morfológicas.
El cráneo de Harbin muestra que los denisovanos tenían un rostro ancho con un arco superciliar prominente, pero los pómulos más delicados y una parte inferior del rostro relativamente plana, distinta a la de otros homínidos más antiguos que sobresale como la de los primates. De tamaño muy grande, sugiere que los denisovanos también eran grandes y fuertes. Los hallazgos arrojan luz sobre los entresijos de la evolución humana y muestran que los denisovanos habitaron una amplia distribución geográfica en Asia durante el Pleistoceno Medio.
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