El Barça, con dentelladas de furia de Fermín, Raphinha y Lewandowski, hace jirones a un horrible Valencia

Vence 6-0 en su estreno en el Johan Cruyff, en un duelo que dominó de principio a fin sin que el equipo de Corberán pudiera inquietarle Leer Vence 6-0 en su estreno en el Johan Cruyff, en un duelo que dominó de principio a fin sin que el equipo de Corberán pudiera inquietarle Leer  

A Fermín solo había que ponerlo en el campo para que demostrara por qué era una locura que al Barça se le pasara por la cabeza dejarle escapar. El Johan Cruyff es el jardín en el que ha crecido y allí desató la furia que lo reivindica como culé. Entre él, Raphinha y Lewandowski castigaron a latigazos a un horrible Valencia apático que se ubicó como un equipo de futbolín: con orden y sin alma. Y así jamás se sobrevive. [Narración y estadísticas: 6-0]

No echaron en falta los azulgranas a Lamine Yamal, ni a De Jong ni a Balde, ni a Gavi, para endosarle al rival una goleada, otra, sonrojante. Apenas pisó el Barça un poquito el acelerador para someter a un Valencia que no vio la pelota y mucho menos pisó campo rival. Si no quería Corberán otra goleada, lo vio avanzar como una apisonadora, como si el partido fuera un amistoso del Gamper. Joan García no agarró un balón ni para sacar de puerta.

Ferran fue el primero en ponerse los galones para convertirse en una pesadilla indetectable. Dos minutos tardó en asistir a Rashford que, incomodado por Tárrega, no dirigió su disparo entre los tres palos. El Tiburón encontraba las grietas en una defensa poblada, pero blanda y poco avispada. Tanto que fue un remate de Foulquier en propia puerta a la salida de un córner la primera parada de mérito de Agirrezabala.

Con Javi Guerra y Santamaría persiguiendo sombras, Pedri habilitó a Ferran para que, en una baldosa, picara el balón por encima de la meta del guardameta vasco. Otra vez tuvo que intervenir para atajar un disparo del debutante Roony Bardghji. Sólo era cuestión de tiempo que una entrara, y ocurrió a la media hora, justo después de que Danjuma tuviera el primer cuerpo a cuerpo que le ganó Éric García. Al neerlandés, el arma en que confiaba el valencianismo, apenas se le vio más.

En tres pases, Fermín celebró con la grada que él siempre quiso quedarse. Un balón largo de Cubarsí desde la defensa se lo abrió Ferran a la banda para que cruzara un disparo imposible que batió a Agirrezabala. Con el primero en el marcador, Ferran enfiló en otro mano a mano con el guardameta que salvó Copete. La única respuesta del Valencia fue otra carrera de Danjuma para poner un centro a Hugo Duro que salvó Cubarsí.

Si en la primera mitad el Valencia no existió, en la segunda se descosió por completo. Flick perdonó a Raphinha, que se había quedado en el banquillo por llegar tarde a la charla, y suyo fue el segundo tanto. Un centro-chut de Rashford al segundo palo, Agirrezabala gritó a Copete que era suya, pero no la atajó. Como un rayo apareció el brasileño para empujarla. Unos minutos antes, Ferran había estrellado un remate en el poste. El Barça se estaba engrasando y la goleada se empezaba a oler en la grada… y en los banquillos.

La euforia de Fermín tras el primer gol.
La euforia de Fermín tras el primer gol.EFE

No había manera de parar a un Barça desatado, y menos con una actitud casi apática y pocos recursos. Por eso cuando Fermín encontró un balón en la medialuna y se vio solo, armó un zurdazo inapelable para marcar el tercero. La cascada no cesó.

Un taconazo de Pedri a Fermín para que pusiera un balón llovido que, de nuevo en la indecisión de Gayà y Copete, Raphinha enganchó a bote pronto sin piedad. No rebajó la intensidad del Barça, sino que el técnico alemán puso más pólvora mandando al campo a Lewandowski. En 20 minutos, el polaco, dosificado esta temporada, tuvo tiempo de marcar dos goles más. En primero, en una transición conducida por Dani Olmo. El segundo, en una asistencia de Marc Bernal. Sí, el Barça se quedó los tres puntos, regaló un partido brillante a sus socios y, además, vio cómo una estrella emergente como el joven centrocampista volvía a un terreno de juego 383 días después de romperse la rodilla.

No pudo haber jornada más perfecta para los azulgranas, que tienen en este Valencia de Corberán a la víctima perfecta. En tres partidos, dos de Liga y uno de Copa, le han hecho 18 goles. No se perdonará en Valencia una humillación tan mayúscula como la vivida.

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