Hace unos 4.600 millones de años, la Tierra no se parecía en nada al planeta azul que conocemos hoy. Frecuentes y violentos impactos revolvían tanto la superficie como el interior, hasta convertirlo todo en un océano hirviente de magma, un entorno tan extremo que el agua líquida no podía existir. En aquella época nuestro planeta debió de ser la viva imagen del infierno.Y sin embargo, hoy el 70% de la superficie terrestre está cubierta de océanos… ¿Pero cómo pudo el agua resistir en aquel mundo de lava y terminar llenando las cuencas oceánicas? La cuestión, tras décadas de estudios y debates científicos sigue siendo, en gran parte, un misterio. Algunos sostienen que nuestro planeta, de alguna forma, logró ‘proteger’ su agua; otros, sin embargo, postulan que llegó de fuera.Ahora, y bajo la dirección de DU Zhixue, del Instituto de Geoquímica de Guangzhou de la Academia China de Ciencias, un equipo de investigadores acaba de dar un espaldarazo a la primera opción al descubrir que, en aquellos tiempos lejanos, una cantidad considerable de agua podría haber conseguido ‘encerrarse’ en lo más profundo del manto terrestre , a la espera de que el mundo se enfriara lo suficiente y pasara, de ser líquido, a sólido.Noticia Relacionada estandar Si ¡Sorpresa! Theia y la Tierra eran vecinos José Manuel NIeves El objeto del tamaño de Marte que hace 4.500 millones de años se estrelló contra nuestro mundo y dio origen a la Luna no venía del lejano Sistema Solar Exterior, sino que ‘nació muy cerca de nosotrosToda esa agua ‘secuestrada’, explican los investigadores en un artículo recién publicado en ‘Science’, podría haber desempeñado después un papel fundamental para transformar la Tierra en el mundo habitable que es en la actualidad.El superpoder de la bridgmanitaEstudios anteriores ya habían sugerido que, a la temperatura adecuada, la bridgmanita, (el mineral más abundante de la Tierra, ya que es el componente principal del manto) tiene una considerable capacidad de almacenar agua. Zhixue y sus colegas querían probar esta hipótesis, pero para conseguirlo tenían antes que superar dos grandes desafíos. Primero, necesitaban simular en laboratorio las condiciones extremas de presión que reinan a profundidades superiores a 660 kilómetros, donde la mayor parte de la bridgmanita se forma. Y segundo, debían ser capaces de detectar con precisión señales de agua en muestras del mineral (menores que la décima parte del ancho de un cabello humano), y en concentraciones tan bajas como unas pocas cientos de partes por millón.Los investigadores lograron demostrar que, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planetaLos investigadores lograron superar estos obstáculos construyendo una máquina especial que, en esencia, funciona como una olla a presión extrema. Usaron diamantes para aplastar las muestras y láseres para calentarlas a temperaturas de casi 4.100 grados, y todo mientras grababan lo que sucedía. En otras palabras, consiguieron imitar con éxito las condiciones que hay en las profundidades de la Tierra. De ese modo, pudieron medir el calor con exactitud y entender mejor cómo las rocas absorben agua en el interior del planeta.Además, Zhixue y su equipo utilizaron tecnología de análisis de última generación, y combinaron herramientas que funcionan como potentes escáneres médicos y cámaras de ultra alta resolución, pero diseñadas para ver cosas a escala atómica, más allá de la capacidad del ojo humano.Gracias a estas ‘super lupas’, pudieron localizar con exactitud dónde estaba el agua dentro de las muestras, y confirmar que, en efecto, el líquido elemento podía integrarse en la bridgmanita.Cuanto más calor, más aguaLos datos, además, revelaron algo inesperado: la capacidad de ‘bloqueo del agua’ de la bridgmanita aumenta significativamente con el aumento de la temperatura. Lo que significa que durante la fase más caliente del ‘océano magma’ de la Tierra, la bridgmanita podría haber retenido mucha más agua de la que se pensaba, lo que a su vez derriba la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.El hallazgo permitió a los investigadores hacer un modelo fiable del proceso de cristalización del océano de magma primordial. Las simulaciones resultantes mostraron que, gracias a la fuerte capacidad de bloqueo del agua de la bridgmanita bajo las altas temperaturas, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planeta tras la solidificación del océano de magma.Los hallazgos derriban la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.Y no hablamos de una cantidad despreciable. Según el modelo, en efecto, la capacidad de almacenamiento del manto podría haber sido entre cinco y diez veces mayor que las estimaciones anteriores. Lo cual eleva la cantidad total de agua retenida hasta la suficiente para llenar todos los océanos de la Tierra. Nada que ver con los cálculos anteriores, que limitaban esa agua a solo el 0,08% de la necesaria.Por último, el estudio revela que esta agua profundamente enterrada no era una simple reserva estática. En lugar de eso, actuó como un ‘lubricante’ para el enorme motor geológico de la Tierra: redujo el punto de fusión y la viscosidad de las rocas del manto, promoviendo la circulación interna y el movimiento de las placas, y proporcionó al planeta su capacidad (única entre todos los mundos conocidos) de sostener la vida durante largos millones de años. Con el tiempo, esta agua secuestrada fue gradualmente ‘bombeada’ de nuevo a la superficie mediante actividad magmática, contribuyendo a la formación de la atmósfera primordial y los océanos de la Tierra.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Primera imagen real de un planeta con dos soles noticia Si Las canciones se han vuelto más deprimentes en los últimos 50 añosEn su artículo, los investigadores señalan que la ‘chispa’ de esa agua sellada en las profundidades probablemente fue la fuerza crucial que transformó nuestro planeta de un infierno magmático en el mundo azul y favorable a la vida que conocemos hoy. Hace unos 4.600 millones de años, la Tierra no se parecía en nada al planeta azul que conocemos hoy. Frecuentes y violentos impactos revolvían tanto la superficie como el interior, hasta convertirlo todo en un océano hirviente de magma, un entorno tan extremo que el agua líquida no podía existir. En aquella época nuestro planeta debió de ser la viva imagen del infierno.Y sin embargo, hoy el 70% de la superficie terrestre está cubierta de océanos… ¿Pero cómo pudo el agua resistir en aquel mundo de lava y terminar llenando las cuencas oceánicas? La cuestión, tras décadas de estudios y debates científicos sigue siendo, en gran parte, un misterio. Algunos sostienen que nuestro planeta, de alguna forma, logró ‘proteger’ su agua; otros, sin embargo, postulan que llegó de fuera.Ahora, y bajo la dirección de DU Zhixue, del Instituto de Geoquímica de Guangzhou de la Academia China de Ciencias, un equipo de investigadores acaba de dar un espaldarazo a la primera opción al descubrir que, en aquellos tiempos lejanos, una cantidad considerable de agua podría haber conseguido ‘encerrarse’ en lo más profundo del manto terrestre , a la espera de que el mundo se enfriara lo suficiente y pasara, de ser líquido, a sólido.Noticia Relacionada estandar Si ¡Sorpresa! Theia y la Tierra eran vecinos José Manuel NIeves El objeto del tamaño de Marte que hace 4.500 millones de años se estrelló contra nuestro mundo y dio origen a la Luna no venía del lejano Sistema Solar Exterior, sino que ‘nació muy cerca de nosotrosToda esa agua ‘secuestrada’, explican los investigadores en un artículo recién publicado en ‘Science’, podría haber desempeñado después un papel fundamental para transformar la Tierra en el mundo habitable que es en la actualidad.El superpoder de la bridgmanitaEstudios anteriores ya habían sugerido que, a la temperatura adecuada, la bridgmanita, (el mineral más abundante de la Tierra, ya que es el componente principal del manto) tiene una considerable capacidad de almacenar agua. Zhixue y sus colegas querían probar esta hipótesis, pero para conseguirlo tenían antes que superar dos grandes desafíos. Primero, necesitaban simular en laboratorio las condiciones extremas de presión que reinan a profundidades superiores a 660 kilómetros, donde la mayor parte de la bridgmanita se forma. Y segundo, debían ser capaces de detectar con precisión señales de agua en muestras del mineral (menores que la décima parte del ancho de un cabello humano), y en concentraciones tan bajas como unas pocas cientos de partes por millón.Los investigadores lograron demostrar que, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planetaLos investigadores lograron superar estos obstáculos construyendo una máquina especial que, en esencia, funciona como una olla a presión extrema. Usaron diamantes para aplastar las muestras y láseres para calentarlas a temperaturas de casi 4.100 grados, y todo mientras grababan lo que sucedía. En otras palabras, consiguieron imitar con éxito las condiciones que hay en las profundidades de la Tierra. De ese modo, pudieron medir el calor con exactitud y entender mejor cómo las rocas absorben agua en el interior del planeta.Además, Zhixue y su equipo utilizaron tecnología de análisis de última generación, y combinaron herramientas que funcionan como potentes escáneres médicos y cámaras de ultra alta resolución, pero diseñadas para ver cosas a escala atómica, más allá de la capacidad del ojo humano.Gracias a estas ‘super lupas’, pudieron localizar con exactitud dónde estaba el agua dentro de las muestras, y confirmar que, en efecto, el líquido elemento podía integrarse en la bridgmanita.Cuanto más calor, más aguaLos datos, además, revelaron algo inesperado: la capacidad de ‘bloqueo del agua’ de la bridgmanita aumenta significativamente con el aumento de la temperatura. Lo que significa que durante la fase más caliente del ‘océano magma’ de la Tierra, la bridgmanita podría haber retenido mucha más agua de la que se pensaba, lo que a su vez derriba la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.El hallazgo permitió a los investigadores hacer un modelo fiable del proceso de cristalización del océano de magma primordial. Las simulaciones resultantes mostraron que, gracias a la fuerte capacidad de bloqueo del agua de la bridgmanita bajo las altas temperaturas, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planeta tras la solidificación del océano de magma.Los hallazgos derriban la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.Y no hablamos de una cantidad despreciable. Según el modelo, en efecto, la capacidad de almacenamiento del manto podría haber sido entre cinco y diez veces mayor que las estimaciones anteriores. Lo cual eleva la cantidad total de agua retenida hasta la suficiente para llenar todos los océanos de la Tierra. Nada que ver con los cálculos anteriores, que limitaban esa agua a solo el 0,08% de la necesaria.Por último, el estudio revela que esta agua profundamente enterrada no era una simple reserva estática. En lugar de eso, actuó como un ‘lubricante’ para el enorme motor geológico de la Tierra: redujo el punto de fusión y la viscosidad de las rocas del manto, promoviendo la circulación interna y el movimiento de las placas, y proporcionó al planeta su capacidad (única entre todos los mundos conocidos) de sostener la vida durante largos millones de años. Con el tiempo, esta agua secuestrada fue gradualmente ‘bombeada’ de nuevo a la superficie mediante actividad magmática, contribuyendo a la formación de la atmósfera primordial y los océanos de la Tierra.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Primera imagen real de un planeta con dos soles noticia Si Las canciones se han vuelto más deprimentes en los últimos 50 añosEn su artículo, los investigadores señalan que la ‘chispa’ de esa agua sellada en las profundidades probablemente fue la fuerza crucial que transformó nuestro planeta de un infierno magmático en el mundo azul y favorable a la vida que conocemos hoy.
Hace unos 4.600 millones de años, la Tierra no se parecía en nada al planeta azul que conocemos hoy. Frecuentes y violentos impactos revolvían tanto la superficie como el interior, hasta convertirlo todo en un océano hirviente de magma, un entorno tan extremo que … el agua líquida no podía existir. En aquella época nuestro planeta debió de ser la viva imagen del infierno.
Y sin embargo, hoy el 70% de la superficie terrestre está cubierta de océanos… ¿Pero cómo pudo el agua resistir en aquel mundo de lava y terminar llenando las cuencas oceánicas? La cuestión, tras décadas de estudios y debates científicos sigue siendo, en gran parte, un misterio. Algunos sostienen que nuestro planeta, de alguna forma, logró ‘proteger’ su agua; otros, sin embargo, postulan que llegó de fuera.
Ahora, y bajo la dirección de DU Zhixue, del Instituto de Geoquímica de Guangzhou de la Academia China de Ciencias, un equipo de investigadores acaba de dar un espaldarazo a la primera opción al descubrir que, en aquellos tiempos lejanos, una cantidad considerable de agua podría haber conseguido ‘encerrarse’ en lo más profundo del manto terrestre, a la espera de que el mundo se enfriara lo suficiente y pasara, de ser líquido, a sólido.
Toda esa agua ‘secuestrada’, explican los investigadores en un artículo recién publicado en ‘Science’, podría haber desempeñado después un papel fundamental para transformar la Tierra en el mundo habitable que es en la actualidad.
El superpoder de la bridgmanita
Estudios anteriores ya habían sugerido que, a la temperatura adecuada, la bridgmanita, (el mineral más abundante de la Tierra, ya que es el componente principal del manto) tiene una considerable capacidad de almacenar agua. Zhixue y sus colegas querían probar esta hipótesis, pero para conseguirlo tenían antes que superar dos grandes desafíos.
Primero, necesitaban simular en laboratorio las condiciones extremas de presión que reinan a profundidades superiores a 660 kilómetros, donde la mayor parte de la bridgmanita se forma. Y segundo, debían ser capaces de detectar con precisión señales de agua en muestras del mineral (menores que la décima parte del ancho de un cabello humano), y en concentraciones tan bajas como unas pocas cientos de partes por millón.
Los investigadores lograron demostrar que, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planeta
Los investigadores lograron superar estos obstáculos construyendo una máquina especial que, en esencia, funciona como una olla a presión extrema. Usaron diamantes para aplastar las muestras y láseres para calentarlas a temperaturas de casi 4.100 grados, y todo mientras grababan lo que sucedía. En otras palabras, consiguieron imitar con éxito las condiciones que hay en las profundidades de la Tierra. De ese modo, pudieron medir el calor con exactitud y entender mejor cómo las rocas absorben agua en el interior del planeta.
Además, Zhixue y su equipo utilizaron tecnología de análisis de última generación, y combinaron herramientas que funcionan como potentes escáneres médicos y cámaras de ultra alta resolución, pero diseñadas para ver cosas a escala atómica, más allá de la capacidad del ojo humano.
Gracias a estas ‘super lupas’, pudieron localizar con exactitud dónde estaba el agua dentro de las muestras, y confirmar que, en efecto, el líquido elemento podía integrarse en la bridgmanita.
Cuanto más calor, más agua
Los datos, además, revelaron algo inesperado: la capacidad de ‘bloqueo del agua’ de la bridgmanita aumenta significativamente con el aumento de la temperatura. Lo que significa que durante la fase más caliente del ‘océano magma’ de la Tierra, la bridgmanita podría haber retenido mucha más agua de la que se pensaba, lo que a su vez derriba la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.
El hallazgo permitió a los investigadores hacer un modelo fiable del proceso de cristalización del océano de magma primordial. Las simulaciones resultantes mostraron que, gracias a la fuerte capacidad de bloqueo del agua de la bridgmanita bajo las altas temperaturas, el manto inferior se convirtió en el mayor reservorio de agua del planeta tras la solidificación del océano de magma.
Los hallazgos derriban la creencia largamente sostenida de que el manto inferior profundo está prácticamente seco.
Y no hablamos de una cantidad despreciable. Según el modelo, en efecto, la capacidad de almacenamiento del manto podría haber sido entre cinco y diez veces mayor que las estimaciones anteriores. Lo cual eleva la cantidad total de agua retenida hasta la suficiente para llenar todos los océanos de la Tierra. Nada que ver con los cálculos anteriores, que limitaban esa agua a solo el 0,08% de la necesaria.
Por último, el estudio revela que esta agua profundamente enterrada no era una simple reserva estática. En lugar de eso, actuó como un ‘lubricante’ para el enorme motor geológico de la Tierra: redujo el punto de fusión y la viscosidad de las rocas del manto, promoviendo la circulación interna y el movimiento de las placas, y proporcionó al planeta su capacidad (única entre todos los mundos conocidos) de sostener la vida durante largos millones de años. Con el tiempo, esta agua secuestrada fue gradualmente ‘bombeada’ de nuevo a la superficie mediante actividad magmática, contribuyendo a la formación de la atmósfera primordial y los océanos de la Tierra.
En su artículo, los investigadores señalan que la ‘chispa’ de esa agua sellada en las profundidades probablemente fue la fuerza crucial que transformó nuestro planeta de un infierno magmático en el mundo azul y favorable a la vida que conocemos hoy.
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