De niño obrero a presidente de Corea del Sur: Lee Jae-myung, el activista de «vida miserable» que sobrevivió a un apuñalamiento en el cuello

Tras sobrevivir a un intento de asesinato, haber sido alcalde, gobernador provincial, líder de la oposición y sorteado varias causas de corrupción, el líder del Partido Democrático logra que su país vire a la izquierda Leer Tras sobrevivir a un intento de asesinato, haber sido alcalde, gobernador provincial, líder de la oposición y sorteado varias causas de corrupción, el líder del Partido Democrático logra que su país vire a la izquierda Leer  

Era una fría mañana de enero de 2024 en Busan, una ciudad costera al sureste de Corea del Sur. Lee Jae-myung (61 años), líder de la oposición, estaba visitando unas obras en el puerto cuando un hombre se le acercó aparentemente para pedirle un autógrafo. De repente, el hombre se abalanzó sobre él con un cuchillo de 18 centímetros y lo apuñaló en el cuello. Lee cayó desplomado al suelo y uno de sus acompañantes sacó rápido un pañuelo para hacer presión sobre la herida. El atacante trató de huir, pero fue detenido por la multitud que había acudido para arropar al político en aquel acto de su partido. Unas pocas después de que fuera trasladado en helicóptero al hospital, el equipo médico anunció que, tras una intervención de emergencia, Lee se encontraba estable y que había sufrido una laceración de un centímetro en el lado izquierdo del cuello.

Algo más de 11 meses después de sobrevivir al apuñalamiento, las imágenes de las televisiones locales captaron el momento en el que Lee saltaba la valla del Parlamento, asediado por los militares que habían sido enviados por el entonces presidente Yoon Suk Yeol tras declarar una ley marcial que brindaba poderes excepcionales al ejército. Lee, al frente del Partido Democrático (PD), había hecho un llamamiento rápido a los legisladores de su formación para que acudieran inmediatamente al hemiciclo, se saltaran por la fuerza si fuera necesario el control de los soldados, quienes habían recibido órdenes de no dejar entrar a nadie, y tumbaran el decreto autoritario con una votación de emergencia. Un mensaje que se difundió masivamente por redes sociales y que empujó a una furiosa multitud a marchar hacia el Parlamento para defender la democracia.

Para muchos surcoreanos, Lee fue uno de los héroes que logró frenar la efímera ley marcial de Yoon. Luego, se supo que su nombre estaba en la lista de políticos de la oposición que iban a ser detenidos tras el golpe de Estado. Aquello disparó aún más la popularidad de un abogado de derechos humanos que en 2022 perdió las elecciones contra Yoon por un estrecho margen y que acaba de lograr su revancha al ser elegido nuevo presidente de la cuarta economía más grande de Asia.

Después de un intento de asesinato, de haber sido alcalde, gobernador provincial, líder de la oposición y sorteado varias causas de corrupción, Lee ganó el martes las elecciones con el 51% de los votos, muy por encima del 39,3% conseguido por ex ministro de Trabajo, Kim Moon-soo, el candidato del conservador Partido del Poder Popular (PPP). Con esta apabullante victoria, asumirá el cargo como uno de los presidentes más poderosos de Corea del Sur en las últimas décadas.

Antes de la ley marcial, nadie apostaba por que este veterano dirigente de izquierdas, quien acababa de ser condenado por unas afirmaciones falsas sobre que nunca había jugado al golf con un ejecutivo de una empresa involucrada en un controvertido proyecto urbanístico en Seongnam en la etapa en la que Lee era alcalde de esta ciudad. Más adelante, la sentencia fue revocada y por ello Lee pudo presentarse a las elecciones.

La mayor crisis institucional en décadas devolvió a Lee a la carrera por la presidencia, donde sacó de nuevo a pasear su historia de superación personal. De cuna muy pobre, se crio en Andong, una localidad en las montañas de la provincia de Gyeongbuk, en una familia de siete hermanos que se mudó a Seúl para vivir en un cobertizo semisubterráneo, al estilo de la aclamada película Parásitos, en un barrio marginal de la capital. Sus padres se ganaban la vida recogiendo basura y limpiando baños públicos. Tras terminar la primaria, Lee trabajó una fábrica de guantes de béisbol y luego en varios talleres clandestinos.

«Mi vida miserable me ha dado la fuerza para seguir adelante ante las dificultades», relataba en sus memorias. Aunque nunca asistió a la escuela secundaria, Lee aprobó los exámenes de ingreso a la universidad y puso estudiar Derecho gracias a una beca. Después, hizo carrera durante dos décadas como abogado de derechos humanos y activista antes de entrar en política como alcalde de Seongnam en 2010, donde fueron muy popular sus políticas de bienestar que luego le llevaron a ser elegido gobernador de la provincia de Gyeonggi.

A Lee le han perseguido toda la vida tanto los triunfos como los escándalos. En 2004 tuvo un accidente mientras conducía borracho y la prensa surcoreana contó que mantuvo graves disputas familiares con sus hermanos y una relación extramatrimonial. En curso tiene un proceso por corrupción, soborno y abuso de poder relacionado proyecto de desarrollo de tierras en 2023. El último debate presidencial estuvo marcado por un intenso escrutinio sobre acusaciones contra Lee por haber realizado supuestas transferencias ilegales de efectivo a Corea del Norte que se habrían saltado las sanciones de la ONU al régimen de Kim Jong-un.

La tarea más importante que tiene el nuevo líder por delante es reparar la enorme división social heredada del caos autoritario que provocó su antecesor. A lo largo de la campaña, Lee propuso reducir el riesgo de una nueva crisis política limitando los poderes del líder a dos mandatos de tres o cuatro años -en comparación con el actual de cinco años- y la descentralización de las competencias.

En política exterior, Lee se ha comprometido a reducir las tensiones con Corea del Norte, reestableciendo la línea directa militar que Pyongyang rompió hace un par de años. También ha apostado por continuar estrechando la tradicional alianza con Estados Unidos. El lunes aseguró que una de sus prioridades será las negociaciones comerciales con Washington. «De ser necesario, incluso me arrastraré bajo las piernas del presidente Donald Trump», soltó el nuevo presidente de un país que quiere dejar atrás seis desastrosos meses de caos político.

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