No es casualidad que más de un curioso se pasee estos días por las inmediaciones del Four Seasons de Praga, uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Si el individuo en cuestión lleva bajo su brazo un libro de Dan Brown (Exeter, EE.UU., 1964), es fácil adivinar sus intenciones: o bien averiguan si el escritor se hospeda estos días de promoción literaria allí; o, los más fantasiosos, puede que comprueben si en algún momento tendrá lugar o no un simulacro de bomba. No se alarmen, nadie está en peligro. Al menos, en el mundo real.
El escritor estadounidense da una rueda de prensa mundial en Praga para anunciar su nueva novela, ‘El último secreto’, que vuelve a las librerías tras ocho años de silencio
No es casualidad que más de un curioso se pasee estos días por las inmediaciones del Four Seasons de Praga, uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Si el individuo en cuestión lleva bajo su brazo un libro de Dan Brown (Exeter, EE.UU., 1964), es fácil adivinar sus intenciones: o bien averiguan si el escritor se hospeda estos días de promoción literaria allí; o, los más fantasiosos, puede que comprueben si en algún momento tendrá lugar o no un simulacro de bomba. No se alarmen, nadie está en peligro. Al menos, en el mundo real.
En El último secreto, en cambio, la nueva novela del autor estadounidense que llegó a las librerías el pasado 10 de septiembre de la mano de Planeta, en castellano, y Columna, en catalán, más de uno teme en un momento u otro por su vida, empezando por su ya icónico personaje Robert Langdon, el célebre profesor de simbología que, con este, suma seis libros al frente de historias como Ángeles y demonios, El código Da Vinci y Origen, que salió a la venta hace ya ocho años. Una pausa algo larga y, también, complicada, pues en este periodo falleció su madre.
Dan BrownEscritor
“Fue entonces cuando empecé a preguntarme qué ocurre cuando alguien muere. Hasta ese momento hubiera dicho que nada, oscuridad total. Pero tras años hablando con físicos y personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte, he salido del atolladero con la firme convicción de que la conciencia humana, de alguna forma, sobrevive a la muerte del cuerpo. No se debe a una experiencia religiosa. La ciencia que se está desarrollando ahora mismo, a mi entender, ha demostrado que algo sucede al morir, pero supongo que tendremos que esperar mucho tiempo para saber exactamente el qué”, ha reflexionado este jueves el escritor en una rueda de prensa mundial realizada en la Capilla de los Espejos, en el complejo del Clementinum, ubicada a pocos metros del Four Seasons, para despiste de sus seguidores.

Reuters
Hasta allí se han acercado la mayoría de editores de sus distintas lenguas y un total de 140 periodistas tras un registro que los ha obligado a presentarse con al menos una hora de antelación. También el alcalde y otras personalidades políticas, que le entregaron de forma simbólica las llaves de la ciudad. Todo ellos le han escuchado hablar de sus personajes, los clásicos y los nuevos, como Katherine Solomon, una científica noética, especializada en la conciencia humana, que ha robado el corazón a Robert Langdon y que despierta a su audiencia, y al propio autor, todo tipo de preguntas sobre ciencia y religión. “Son solo dos lenguajes diferentes que intentan contar la misma historia. Lo interesante de la ciencia es que, contra más te adentras en ella, más espiritual parece. Creo firmemente que la ciencia y la religión pueden coexistir y cooperar. Al fin y al cabo, las dos intentan responder a esas preguntas que se nos escapan”.
Katherine Solomon y Robert Langdon viajan a Praga y, para Brown, el motivo de esta elección tiene una razón de ser. “Más allá de por sus capiteles, criptas y pasadizos secretos, supe que ambientaría la historia aquí en cuanto comprendí que iba a escribir sobre la conciencia humana. Desde la época del emperador Rodolfo II, en el siglo XVI, ha sido la capital mística, donde todos los magos y alquimistas venían para intentar comunicarse con el más allá. Y es evidente que Praga está impregnada de este aura, pues se siente solo cruzar el Puente de Carlos, y está repleta de secretos. He tratado de incluir varios en la novela, pero me quedan muchos otros por descubrir, así que espero regresar varias veces”.
Que Brown haya elegido el Clementinum para dar su primera rueda de prensa mundial no es fruto del azar, pues en este espacio concreto se desarrollan algunas acciones cruciales de la trama. Además, tanto él como seguramente los equipos de marketing debieron imaginar de forma astuta que el lugar se convertiría en todo un deleite para los congregados por su impresionante decoración interior, repleta de espejos. El complejo cuenta además con una envidiable biblioteca que ha acogido a lo largo de los años a destacadas personalidades, desde Mozart hasta Einstein. El edificio cuenta también con una torre astronómica que frecuentaron en su momento Tycho Brahe y Johannes Kepler.
En la ruta literaria que inspira El último secreto y que las autoridades de Praga ya han puesto en marcha, además del Clementinum, no faltan otras visitas emblemáticas, como la plaza de la Ciudad Vieja, en la que se hallan edificios tan destacados como las iglesias de Nuestra Señora de Týn y de San Nicolás o la joya de la corona: el reloj astronómico, emplazado en el ayuntamiento y que se convierte en punto de encuentro indiscutible de los turistas, a juzgar por la cantidad de guías con paraguas de free tours que merodean por allí. Aquí aparece por primera vez el Golem, un misterioso y monstruoso personaje legendario que el autor se apropia y cuya tenebrosidad cobrará más fuerza conforme avanza la historia.
No menos instagrameable es el puente de Carlos, también en el centro (o a pocos metros), donde para el profesor Langdon empiezan todos los quebraderos de cabeza después de cruzarse con una mujer que “huele a muerte” y que porta una corona radiada y una lanza. La descripción coincide con la pesadilla que tuvo la anterior noche su amada, de quien desconoce su paradero y a quien buscará a lo largo de las más de 800 páginas a través de todo tipo de pistas ‘made in’ Dan Brown.
Lo último que se sabe sobre Solomon es que había quedado con Brigita Gessner, una neurocientífica que la invitó a la ciudad de Kafka para dar una conferencia el día anterior en el Castillo. Algo que Langdon, que la acompaña en esta aventura, no acaba de entender, pues Gessner rechaza las aproximaciones noéticas de la experta y lo demuestra sin ningún tipo de reparo. De ahí que se convierta en sospechosa cuando la Policía no las encuentra en el Bastión del Crucifijo, la pequeña fortificación medieval donde Gessner tiene su laboratorio. Tampoco en la Torre de Petrin, escenario donde en el pasado tuvieron lugar sacrificios de vírgenes y cuya estructura recuerda a la Torre Eiffel. El protagonista se acercará hasta allí tras recibir un mensaje anónimo. ¿Será ella la responsable de la desaparición?
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