Más de 2.500 organizaciones se manifiestan contra la «militarización de nuestras comunidades» y la «deriva autoritaria» de la Administración, que tacha las convocatorias de «antiamericanas» Leer Más de 2.500 organizaciones se manifiestan contra la «militarización de nuestras comunidades» y la «deriva autoritaria» de la Administración, que tacha las convocatorias de «antiamericanas» Leer
Cientos de miles de estadounidenses han salido este sábado a las calles de todo el país para protestar contra la «deriva autoritaria» del «aspirante a rey» Trump. En un país marcado por un asociacionismo decreciente, y en el que los movimientos en la calle son vistos a menudo con recelo, marchas, largas y pequeñas, han llenado las ciudades de colores, disfraces, pancartas y megáfonos. Buscando el ambiente más festivo posible para contrarrestar las acusaciones del Ejecutivo y sus aliados de que se trata de demostraciones de «antiamericanismo» de simpatizantes de «Hamas y Antifa». Y con el doble objetivo de conseguir una participación récord y evitar a toda costa incidentes.
Las de hoy, bajo el lema «No Kings», «América no tiene reyes, el poder pertenece al pueblo», aspiran a ser las manifestaciones más multitudinarias contra el presidente. Olas de camisetas, gorras y pancartas amarillas, un simbolismo pensado para asociar esta causa con las luchas por la democracia en Hong Kong, Ucrania o los lazos amarillos de Corea del Sur y otros países asiáticos. Y banderas estadounidenses para recalcar que la denuncia es contra el presidente, pero en defensa del país, sus instituciones y su gente.
Entre los organizadores hay instituciones muy reconocidas, como la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, junto con grupos más recientes como Invisible o Move On o incluso recientemente formados para protestar contra este mandato de Trump, como el movimiento 50501. Y se han sumado las principales figuras del Partido Demócrata, del gobernador de California, Gavin Newson, a senadores como Bernie Sanders o Chris Murphy (ambos con discursos en la capital), pasando por la ex vicepresidenta Kamala Harris. Y todo coincidiendo con una etapa en la que el Gobierno federal está «cerrado», con cientos de miles de funcionarios en casa sin trabajar ni cobrar, por la falta de acuerdo para la financiación en el Congreso.
En junio, cinco millones de personas, según los convocantes, participaron en las primeras manifestaciones, la mayoría pequeñas. «Salimos pacíficamente a las calles declarando al unísono: ‘¡No a los reyes!’. El mundo vio el poder del pueblo, y el intento de coronación del presidente Trump se derrumbó ante la fuerza de un movimiento que se alzaba contra sus abusos de poder», explican los organizadores hablando de aquella ronda, que coincidió con los intentos del presidente de celebrar su cumpleaños con un gigantesco desfile militar en la capital. «Ahora, Trump redobla la apuesta: envía agentes militarizados a nuestras comunidades, silencia a los votantes y reparte beneficios a multimillonarios mientras las familias pasan apuros. Esto no es sólo política. Es democracia contra dictadura. Y juntos, elegimos la democracia», prosigue la convocatoria ciudadana.
Los organizadores, numerosos grupos a lo largo y ancho del país, confiaban en atraer a más personas, especialmente en Washington, donde confiaban en llegar a 100.000 en las puertas del Capitolio. Para denunciar las políticas del Gobierno, especialmente el papel del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), con agentes sin identificar y encapuchados haciendo arrestos y llevándose a gente de las calles sin ninguna transparencia, y contra el despliegue de tropas de la Guardia Nacional, contra la voluntad de los gobernadores, especialmente en ciudades gobernadas por alcaldes demócratas. Pero también para las medidas que privarán a millones de personas de seguro médico, el enriquecimiento de la familia Trump o los despidos de funcionarios.
«El presidente cree que su poder es absoluto. Pero en Estados Unidos no tenemos reyes y no cederemos ante el caos, la corrupción y la crueldad«, dice la página web de No Kings. «El propósito es solidarizarnos, organizarnos, defender nuestra democracia y protegernos mutuamente y a nuestras comunidades, y simplemente decir basta», ha explicado Lisa Gilbert, copresidenta de Public Citizen, uno de los organizadores.
Las convocatorias han sido también las más vilificadas por el Partido Republicano, el Ejecutivo y sus medios e influencers más afines. La administración lleva semanas arremetiendo contra ellas, calificándolas de «antiamericanas», o de gente «que odia América», en palabras del speaker del Congreso, el Republicano Mike Johnson. «A ver quién se presenta», declaró el miércoles en una conferencia de prensa con otros líderes republicanos de la Cámara de Representantes. «Apuesto a que verán simpatizantes de Hamas, apuesto a que verán a miembros de Antifa, apuesto a que verán a los marxistas en plena manifestación, a la gente que no quiere ponerse de pie y defender las verdades fundamentales de esta república», prosiguió. «Odian» al país, y buscan apaciguar al ala terrorista del Partido Demócrata», afirmó incluso el whip de los republicanos, el congresista Tom Emmer. «Ya saben, si no hay reyes, no hay sueldos. Sin sueldos, no hay Gobierno», avisó Scott Bessent, secretario del Tesoro.
Para evitar problemas, los organizadores llevan semanas realizando talleres de «capacitación» y de «estrategias para reducir la tensión», mientras forman a los interesados para que conozcan sus derechos. Porque tensión hay mucha. Trump instó a los líderes de los tres ejércitos a sumarse a su lucha «contra el enemigo interno» y dijo que su despliegue por las grandes ciudades es un «entrenamiento». Y su equipo ha seguido calentando el ambiente. En una entrevista con Fox News el jueves, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que el «principal electorado del Partido Demócrata está compuesto por terroristas de Hamas, inmigrantes ilegales y criminales violentos». Y su jefe ha declarado «terrorista» a «antifa», a la que considera una organización concreta, aunque realmente no haya tal cosa.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, ordenó desplegar a la Guardia Nacional estatal para reforzar a la Policía en Austin antes de las protestas. El gobernador de Virginia, el también republicano Glenn Youngkin, autorizó ayer el servicio activo estatal para miembros de la Guardia Nacional en respuesta a las convocatorias. Y actuaciones similares se han preparado en muchos otros estados.
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