Charlie Kirk: muerte por meme

Me enteré del asesinato de Charlie Kirk en directo y por dos vías distintas. Por un lado por un WhatsApp de mis amigos de San Francisco con la noticia. Le siguieron varios enlaces de contexto por si no sabía de quién estábamos hablando. Nunca había visto un vídeo suyo.

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 Me enteré del asesinato de Charlie Kirk en directo y por dos vías distintas. Por un lado por un WhatsApp de mis amigos de San Francisco con la noticia. Le siguieron varios enlaces de contexto por si no sabía de quién estábamos hablando. Nunca había visto un vídeo suyo.Seguir leyendo…  

Me enteré del asesinato de Charlie Kirk en directo y por dos vías distintas. Por un lado por un WhatsApp de mis amigos de San Francisco con la noticia. Le siguieron varios enlaces de contexto por si no sabía de quién estábamos hablando. Nunca había visto un vídeo suyo.

Cuando aún no lo había compartido con los de casa, mi hijo de 16 años me informaba de que habían disparado a Charlie Kirk y que era muy fuerte. Corrió a comentarlo en los grupos de WhatsApp del instituto, de amigos y de judo, que ya hervían con los comentarios sobre la noticia. “Pero, ¿lo conocías?” , le dije. “Sí, todo el mundo”.

Más que fruto de su tiempo, Kirk era fruto de sus memes

La explicación del porqué es tan sencilla como preocupante. Kirk es un fenómeno de internet. Ni su mensaje ni su influencia se entienden sin la proyección de las redes sociales, especialmente de sus debates en plazas públicas. Se ofrecía a debatir con quién fuera sobre temas como el aborto, la inmigración, los judíos, las armas o las personas trans. Lo hacía para fomentar el diálogo entre oponentes, decía.

Pero, ay, ni los debates eran tales, ni el objetivo era el diálogo: eran los memes. Con una gran capacidad dialéctica, Kirk aceptaba preguntas que respondía con argumentos de manual de la ultraderecha, argucias dialécticas y citas de la Biblia. La última pregunta que le hicieron fue si sabía cuántos tiroteos masivos había habido en EE.UU. en los últimos años. Su respuesta: “¿contando o sin contar la violencia de bandas?”. El objetivo no era el debate, era generar contenido para las redes sociales; descontextualizado, fragmentario, fácilmente convertible en meme y que apelara más a las tripas que a la razón. Su vida no se entiende sin los memes.

Tampoco su muerte. Fuentes de la investigación revelaron que Tyler Robinson, el presunto asesino, había escrito mensajes en las vainas de las balas: “Se observan protuberancias, OwO, ¿qué es esto?”; “¡Eh, fascista! ¡Atrapa! [seguido de cinco flechas]”; “Oh, Bella ciao”; y “Si lees esto, eres gay, jajaja”.

Todos estos mensajes pueden parecerle un sin sentido de mal gusto, pero la generación de los más jóvenes se los encuentran en las redes, tal y como se encontraban los vídeos del difunto Charlie Kirk.

La referencia a OwO es un meme de la ultraderecha contra las identidades sexuales que consideran desviadas; la referencia al fascista es del videojuego Helldrivers 2 y las cinco flechas son la combinación que arroja una bomba de aniquilación total; y Bella Ciao ha sido cooptada por grupos radicales supremacistas para trollear (ha influido la serie La Casa de Papel).

Ah, un detalle: todos estos memes son compartidos por el movimiento Groyper —un grupo de ciberactivistas nacionalistas blancos, homófobos y antisemitas— enfrentado desde hace tiempo a Charlie Kirk, a quien consideraban demasiado blando.

La vida de Kirk fue fruto de los memes. Su muerte, también.

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