Chamanas, médiums, hechiceras

De vuelta al tajo. Aun siendo un mes muy lector de suyo, el pasado agosto resultó tan sumamente flojo, tan apagado –es un decir–, que una servidora y los bomberos (buenos) de Fahrenheit 451 temieron quedarse sin trabajo, reconcomidos bajo el ventilador por la idea funesta de que esta sección hubiese sido un espejismo tan efímero como la flor del cerezo en primavera. Nada. Ni una triste presentación que llevarse a la boca. Tanto fue así que Eloisa (sin acento) Faltoni, gestora cultural de Alibri, se sacó de la chistera una serie de meriendas temáticas con el fin de atraer lectores a la librería por el simple gusto de charlar de libros. Incluso dedicaron un coloquio con refrigerio a la literatura distópica, donde no podía faltar, por supuesto, la novela de Ray Bradbury bajo cuyo estandarte navegamos.

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 De vuelta al tajo. Aun siendo un mes muy lector de suyo, el pasado agosto resultó tan sumamente flojo, tan apagado –es un decir–, que una servidora y los bomberos (buenos) de Fahrenheit 451 temieron quedarse sin trabajo, reconcomidos bajo el ventilador por la idea funesta de que esta sección hubiese sido un espejismo tan efímero como la flor del cerezo en primavera. Nada. Ni una triste presentación que llevarse a la boca. Tanto fue así que Eloisa (sin acento) Faltoni, gestora cultural de Alibri, se sacó de la chistera una serie de meriendas temáticas con el fin de atraer lectores a la librería por el simple gusto de charlar de libros. Incluso dedicaron un coloquio con refrigerio a la literatura distópica, donde no podía faltar, por supuesto, la novela de Ray Bradbury bajo cuyo estandarte navegamos.Seguir leyendo…  

De vuelta al tajo. Aun siendo un mes muy lector de suyo, el pasado agosto resultó tan sumamente flojo, tan apagado –es un decir–, que una servidora y los bomberos (buenos) de Fahrenheit 451 temieron quedarse sin trabajo, reconcomidos bajo el ventilador por la idea funesta de que esta sección hubiese sido un espejismo tan efímero como la flor del cerezo en primavera. Nada. Ni una triste presentación que llevarse a la boca. Tanto fue así que Eloisa (sin acento) Faltoni, gestora cultural de Alibri, se sacó de la chistera una serie de meriendas temáticas con el fin de atraer lectores a la librería por el simple gusto de charlar de libros. Incluso dedicaron un coloquio con refrigerio a la literatura distópica, donde no podía faltar, por supuesto, la novela de Ray Bradbury bajo cuyo estandarte navegamos.

Dado el éxito de la iniciativa, las meriendas han llegado para quedarse a Alibri, la antigua Herder: las librerías se esfuerzan ahora en tejer redes, en crear comunidad. La tarde dedicada a la literatura asiática congregó el miércoles a unas 15 personas, que conversaron frente a un té (o café) con dulces, previo pago de cinco euritos, que no van a ninguna parte, tal y como se está poniendo el simple vivir. En cada mesita redonda, adornadas todas con crisantemos y sakura –la flor fugaz del cerezo, ay–, los contertulios encontraban una palabra japonesa distinta, impresa en un folio, que pretendía actuar como percutor de la conversación. Por ejemplo, kintsugi (el arte de reparar con oro): “¿Algún libro te ha hecho sentir que la fragilidad puede ser bella?”. Uno podía cambiar de mesa y corrillo a su antojo.

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Lola Nieto y la librera Eloisa Faltoni (a la derecha), durante la merienda con té y literatura asiática en Alibri
LV

‘Visionarias, librepensadoras y espiritistas’ aborda el impacto del mundo industrial en el XIX

El evento dio paso a anunciar el club de lectura consagrado a la literatura japonesa que arranca el próximo 7 de octubre con Venganza (Tusquets), de Yoko Ogawa, once relatos con una atmósfera a lo David Lynch. Lo dirigirá la poeta y profesora Lola Nieto, autora de La isla desnuda (La Caja Books), un ensayo narrativo sobre su estancia en Kyoto, donde, entre otras cuestiones, indaga en el mundo de las itako, las chamanas ciegas del norte de Japón –quedan ya muy pocas– que van y vienen del más allá para conversar con los muertos.

Alrededor de esta cuestión, mujeres con pasaporte ultraterreno que desafiaron los estereotipos de su época, pivotó en parte la presentación de Visionarias, librepensadoras y espiritistas (Almuzara), de la historiadora Dolors Marin Silvestre, una original investigación, que ya había publicado Angle Editorial en catalán, sobre los cambios histórico-sociales acaecidos en España entre 1830 y el advenimiento de la Segunda República.

Dolors Marín presenta el seu llibre Visionarias, librepensadoras y espiritistas En La Central del Raval ,Barcelona
El lunes, Maria Borràs, Dolors Marin y Marta Marín-Dòmine presentaron en La Central del Raval ‘Visionarias, librepensadoras y espiritistas’
Xavi Jurio

Condujeron la presentación la editora Maria Borràs y la escritora Marta Marín-Dòmine, quien calificó la lectura de “pétillant” y “bubbling”, burbujeante cual copa de cava, por la forma en que el libro retrata el cambio del antiguo régimen a la edad moderna, aun cuando parecía arriesgada la apuesta de vincular el espiritismo con los movimientos sociales y el socialismo utópico (Saint–Simon, Fourier). Las bulliciosas ciudades industriales, con tanta desesperanza acumulada en los arrabales, fueron “un caldo de cultivo idóneo”, según Marin Silvestre, para que circularan nuevas ideas, como el mesmerismo, la teosofía y el espiritismo, que arrebataba a la Iglesia católica el “monopolio de conectar con el más allá”. Algunas de aquellas primeras médiums ya plantearon en sus discursos la cuestión de la desigualdad femenina (uno de los capítulos del libro se titula: “Mujeres: de poner la mesa a hacerla danzar”). El acto se celebró el lunes, en La Central del Raval; la sala, a rebosar.

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Inmenso poder de convocatoria también el de la hechicera Cristina Fernández Cubas, gran dama del relato, en el lanzamiento de Lo que no se ve (Tusquets), con un llenazo absoluto de la biblioteca Francesca Bonnemaison, una pedagoga, impulsora de la educación femenina, que transitó por aquella Barcelona loca y fabril del XIX.

Durante la semana se presentaron asimismo El nombre del padre (Lumen/Empúries), de Vanessa Springora (a cargo de Llucia Ramis), y Aniversario (Anagrama/Periscopi), de Andrea Bajani (de la mano de Begoña Gómez Urzaiz). Y ojo con la catarata que se viene en la segunda quincena de septiembre: habrá que apretarse los machos. Las sirenas ya aúllan.

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