Ha llegado un momento en que estoy hasta las narices de Miguel Milá. Aun agradeciendo el reconocimiento recibido en los últimos años, he llegado a hartarme de mí mismo”, le confesaba el diseñador a Anatxu Zabalbeascoa en Lo esencial. El diseño y otras cosas de la vida (Lumen; Rosa dels Vents en catalán), un libro en el que el pionero del diseño industrial español se explicaba a si mismo y ofrecía su visión de la vida y del diseño, que para él era una misma cosa. “Diseñar es ordenar, poner a los demás por delante de tu ego”, sostenía. El creador había sido objeto en los últimos tiempos de todo tipo de homenajes y aproximaciones a su quehacer humanista, como el documental de Poldo Pomés, con guion de Marta Feduchi, Miguel Milá. Diseñador industrial e interiorista. Inventor y bricoleur, pero le faltaba aún una gran exposición que recorriera toda su trayectoria y que fueran sus más de 150 obras las que hablaran del hombre. De forma tardía, pudo disfrutar de ella en 2024 en el centro cultural Fernando Fernán Gómez, dentro del Madrid Design Festival, pero su muerte, el pasado agosto, le ha privado de la oportunidad de verla, en una versión ampliada, en su ciudad y en un museo, el DHub , donde en 2014 depositó su archivo. Miguel Milá, diseñador (pre) industri a l puede visitarse desde hoy y hasta en 28 de septiembre en el centro de la plaza de Glòries.
El DHub dedica una retrospectiva póstuma al gran diseñador barcelonés fallecido en 2024 a los 93 años
Ha llegado un momento en que estoy hasta las narices de Miguel Milá. Aun agradeciendo el reconocimiento recibido en los últimos años, he llegado a hartarme de mí mismo”, le confesaba el diseñador a Anatxu Zabalbeascoa en Lo esencial. El diseño y otras cosas de la vida (Lumen; Rosa dels Vents en catalán), un libro en el que el pionero del diseño industrial español se explicaba a si mismo y ofrecía su visión de la vida y del diseño, que para él era una misma cosa. “Diseñar es ordenar, poner a los demás por delante de tu ego”, sostenía. El creador había sido objeto en los últimos tiempos de todo tipo de homenajes y aproximaciones a su quehacer humanista, como el documental de Poldo Pomés, con guion de Marta Feduchi, Miguel Milá. Diseñador industrial e interiorista. Inventor y bricoleur, perole faltaba aún una gran exposición que recorriera toda su trayectoria y que fueran sus más de 150 obras las que hablaran del hombre. De forma tardía, pudo disfrutar de ella en 2024 en el centro cultural Fernando Fernán Gómez, dentro del Madrid Design Festival, pero su muerte, el pasado agosto, le ha privado de la oportunidad de verla, en una versión ampliada, en su ciudad y en un museo, el DHub , donde en 2014 depositó su archivo. Miguel Milá, diseñador (pre) industri a l puede visitarse desde hoy y hasta en 28 de septiembre en el centro de la plaza de Glòries.

Joan Mateu Parra/Shooting
Miguel Milá tenía 93 años, pero seguía trabajando en el taller anejo de su casa de Esplugues, experimentando y tratando de resolver déficits funcionales en aquello que observaba casi siempre en su entorno doméstico, como había hecho toda su vida. Desde un matamoscas elegante de cuero y bambú para contentar a su mujer, María Valcárcel, Cuqui , a la que le horrorizaba verlo usar uno de plástico de toda la vida, al bastón que se hizo en sus ratos libres con un tronco de boj cuando necesitó apoyo para desplazarse. Lo cuenta su hijo Gonzalo Milá, también diseñador y comisario de la exposición junto a su pareja Claudia Oliva. “Queríamos contar el trabajo de Miguel, pero no de una forma aislada de la persona, mostrar sus orígenes, sus experiencias, sus valores… Que transpirara su obsesión por mejorar la vida del usuario, siempre de una manera muy empática, muy cercana y muy sencilla, que es lo que ha hecho que sus piezas, algunas de las cuales tienen casi 70 años, no solo no hayan envejecido sino que sigan rejuveneciendo con el tiempo”·, señala Oliva.
La muestra amplía la que se presentó en 2024, aún en vida del diseñador, en el Fernán Gómez de Madrid

Joan Mateu Parra
Miguel Milá comenzó a ejercer la profesión a mediados de los años cincuenta del siglo XX, cuando la disciplina del diseño apenas existía como tal y mucho menos se podía hablar de industria Su primer proyecto, a los 25 años, fue el despacho de su tía Nuria Sagnier. Era 1956 y de ahí salió su primera lámpara , la TN —por tía Nuria—, una luz con un ingenioso mecanismo que permitía variar la altura, adaptándose a diferentes usos, y que iría perfeccionando en modelos posteriores, TMC y TMM, que se han convertido en iconos de cierta progresía barcelonesa. Compitiendo muy de cerca con la Cesta.
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Milà, a quien los Reyes Magos le trajeron una caja de madera llena de herramientas que su madre había encargado al carpintero de la familia, montó de niño una empresa de servicios: Tramo, acrónimo de Trabajos Molestos, cuyos potenciales clientes eran sus hermanos. Él mismo se ofrecía a hacer recados (recargar el mechero, ir a comprar sellos o limpiar zapatos…) a cambio de unas monedas. Recuperó el nombre de Tramo en 1957 para montar su propia productora de diseño. “Sé útil y te utilizarán”, le había dicho su padre. Y la mejor definición de su trabajo la brindó él mismo cuando aseguraba que “el mejor diseño acompaña y no molesta. No molestar es más fácil que acompañar. El que acompaña arriesga. Y se arriesga a molestar. Por eso acompañar sin molestar, o que te acompañen sin molestar, es un logro”.
“Sus piezas no solo no han envejecido sino que rejuvenecen con el tiempo”, afirma Claudia Oliva, comisaria de la muestra junto a Gonzalo Milá
Milá decía que el diseño le hacía mirara la vida a través de una lupa, así que el día que vio a un señor mayor le costaba levantarse de un banco demasiado bajo, tomó nota y diseño uno para que los mayores se levantaran de él con dignidad. El NeoRomántico, en madera y aluminio, se convirtió el primer best-seller global del urbanismo contemporáneo. Fue también el autor del rediseño del Hospital Clínic y del interior de los vagones de Metro de Barcelona (1986). La luz de Milá sigue encendida, ya sea a través de diseños recientes, como una silla de cuero y ratán nunca antes expuesta, las continuas reediciones de clásicos (las lámparas Cesta, Manila, la M68, la TMM, los bancos NeoRomántico o las sillas Salvador) que sobreviven a todo tipo de modas y otras muchas que, anuncian, están por venir.
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