Ausencia de cabezas de cartel en la despedida del Sónar

El Sónar culminó la madrugada del domingo su edición más complicada con una velada que no se podrá decir que fuera memorable, sobre todo en comparación con anteriores ediciones. La actual ausencia de cabezas de cartel contrasta con los lujos a los que antaño nos tuvieron acostumbrados. Así, a bote pronto, nos vienen a la memoria algunos nombres que en el pasado desfilaron por el recinto de la Fira: Björk, Massive Attack, Lana del Rey, Roxy Music, Devo, los Chic de Nile Rodgers o The Chemical Brothers.

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 Triunfó Nathy Peluso, que hizo doblete, en una noche de sábado en la que también luciría el ‘french touch’ de Polo & Pan y la pericia de djs como el sueco Eric Prydz o la dupla de Skrillex & Blawan  

El Sónar culminó la madrugada del domingo su edición más complicada con una velada que no se podrá decir que fuera memorable, sobre todo en comparación con anteriores ediciones. La actual ausencia de cabezas de cartel contrasta con los lujos a los que antaño nos tuvieron acostumbrados. Así, a bote pronto, nos vienen a la memoria algunos nombres que en el pasado desfilaron por el recinto de la Fira: Björk, Massive Attack, Lana del Rey, Roxy Music, Devo, los Chic de Nile Rodgers o The Chemical Brothers.

En esta ocasión nos hemos tenido que conformar con Nathy Peluso, que demostró su tirón creciente al ofrecer primero una actuación en el escenario principal y luego presentando su álbum de remixes, “Club Grasa”. Lo hizo en un SonarCar que se puso a rebosar. La expectación valió la pena ya que se presentó en compañía de Chris Collins y Afri K, ambos DJs residentes del Zsongo Club de Madrid, célebre por divulgar los afrobeats. Rodeados de público, sudaron la gota gorda ofreciendo una reconfortante y alocada sesión de ‘freestyle’, presidida por los ritmos del amapiano, funk de las favelas y afro

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Asistentes al concierto de Nathy Peluso 
Jordi Borràs / ACN

house, que contó con maestro de ceremonias, un percusionista y bailarines improvisados, entre ellos la propia Nathy, que se lo pasó bomba perreando y lanzando las rimas de “Menina”. Fue algo caótico pero eso, lejos de restar, sirvió para dejar constancia de su ‘feeling’ improvisando. Tan animados estaban que tuvieron que hacerles parar porque llegaba el turno del madrileño nusar3000, un tipo misterioso -con un currículo que lo vincula a Rosalía, Judeline o la propia Nathy Peluso- y que actúa enmascarado. Para la ocasión se presentó en formación de cuarteto: él, disparando ritmos, un rapero, teclista y darbuka. Todo para dejar claro que es alguien que ha roto el molde de la música de club nacional y que en su sonido puede caber drum’n’bass, hip hop o ritmos magrebíes.

Presencia de DJs femeninas, como la chilena Paula Tape o la alemana Annegret Fiedler

El ‘french touch’ del dúo Polo & Pan, integrado por los teclistas y cantantes Paul Armand Delilley y Alexandre Grynszpan, dejo muy buen sabor de boca con su retrofuturismo kitsch. Empezando por una original mesa luminosa, incorporando teclados y otros botones que les servían para fabricar un sonido lleno de marejadas sintéticas, ritmos house chic y guiños a la chanson; sobre todo cuando se les juntaba la cantante y actriz Victoria Lafaurie, muy eficaz en un “Nenuphar” con estrofas en castellano o en la lounge y aérea “Canopée”. Cuando eran ellos los que cantaban, caso de “Nanã”, la cosa funcionaba igual de bien, equilibrando la seda pop y el acento bailable. Cerraron con el celebrado single “Ani Kuni”, con un sonido entre western, espacial y house y unos visuales, muy en consonancia con la música durante todo el concierto, de colores chillones y naif.

Lee tambiénXavi Ayén

Enric Palau, director del Sonar, festival de música electrónica .

Hubo presencia de DJs femeninas, como la chilena Paula Tape o la alemana Annegret Fiedler, de nombre artístico Perel, que además de DJ es cantante. Ambas labores las alternó en una eficaz sesión que recordó tanto su pasado underground, en la escena de clubs berlinesa, como la añeja new wave de Lene Lovich y otras divas post-punk. La británica Emerald, en cambio, no hizo sombra en la pista principal al sueco Eric Prydz que la abarrotó de un público extasiado ante cada uno de sus constantes subidones, celebrándolos con el griterío de quien lo vive como un auténtico éxtasis de placer. Y sin dejar un momento de respiro, con los bombos tronando entre secuencias más oscuras, a la manera del latido de un organismo abisal, en lo que se convirtió en un autentico aquelarre techno. Otra catarsis rítmica, que no estuvo exenta de experimentación, la propiciaron el afamado productor estadounidense Skrillex y su colega británico Blawan. Con un volumen brutal demostraron que se puede ser comercial sin perder el lado aventurero. Lo hicieron en la pista al aire libre del SonarPub que se puso a rebosar. Nos quejábamos al principio de la falta de cabezas de cartel pero, vista la gran audiencia del sábado noche, esta claro que el Sónar no los necesita, que es una marca que, a pesar de cualquier contratiempo, sigue carburando.

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