Navegación con conciencia al encuentro de cetáceos en Tenerife

El litoral meridional tinerfeño parece un álbum de fotografías del recientemente fallecido Martin Parr. Entre promotores inmobiliarios y políticos han convertido la zona en un gran resort que nada tiene que ver con el entorno y en un lugar hostil para sus vecinos: colas interminables en las autopistas, encarecimiento de la vida, playas que cierran cada día por el vertido de aguas fecales al mar y construcciones de hoteles y villas que destruyen la costa. Una costa que es el hábitat de una gran variedad de especies que también sufren el impacto de esa estrategia económica justificada por ese mantra que dice que el turismo es trabajo y dinero.

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Guía práctica

Cómo ir

En los algo más de dos mil kilómetros cuadrados de superficie que tiene Tenerife, en la que viven casi un millón de personas, hay dos aeropuertos separados por unos cincuenta kilómetros: el del Norte y el del Sur. En ambos da servicio la aerolínea Iberia Express desde Madrid y otras ciudades peninsulares. El primero es el de Los Rodeos, el segundo es el Reina Sofía, el más cercano a los municipios de la costa suroeste, donde se encuentra la embarcación Bonadea II. Diomedea.

Cómo moverse

Es aconsejable alquilar un coche. Hay empresas de alquiler de coche en los dos aeropuertos de la isla. Se puede coger el coche en uno y devolverlo en el otro. La empresa local Cicar puede ser una buena opción por precio y número de oficinas que tiene repartidas por todo el archipiélago canario.

Dónde dormir

Una buena opción es alejarse un poco de la costa suroeste, para evitar el jaleo y los complejos hoteleros tipo resort, y alojarse en localidades del interior o costeras del norte de la isla, como Icod de los Vinos, Puerto de la Cruz o La Laguna.

 El objetivo del patrón Sergio David Hernández Herrera es mostrar a sus clientes fauna marina en su hábitat natural, además de conservar y proteger el medio marino de la isla canaria  

El litoral meridional tinerfeño parece un álbum de fotografías del recientemente fallecido Martin Parr. Entre promotores inmobiliarios y políticos han convertido la zona en un gran resort que nada tiene que ver con el entorno y en un lugar hostil para sus vecinos: colas interminables en las autopistas, encarecimiento de la vida, playas que cierran cada día por el vertido de aguas fecales al mar y construcciones de hoteles y villas que destruyen la costa. Una costa que es el hábitat de una gran variedad de especies que también sufren el impacto de esa estrategia económica justificada por ese mantra que dice que el turismo es trabajo y dinero.

En ese contexto vive y trabaja Sergio David Hernández Herrera (50 años), patrón y guía de cetáceos que sale en su búsqueda de manera responsable y sensible. Respeta sus tiempos, no se acerca más de lo necesario a los animales, lo hace en silencio… Además, aprovecha sus salidas al mar a bordo de su lancha neumática semirrígida, la Bonadea II. Diomedea, para recoger los plásticos grandes que se encuentra en el agua y para inventariar los calderones que ve. Datos que transfiere a Calderones de Canarias, un proyecto de foto identificación de calderones tropicales de su pareja, Mirna Alejandra Piñero Mesa, marina mercante que trabaja en otra empresa de avistamiento de cetáceos.

Conocí a Hernández a través Felipe Ravina, un productor de documentales marinos que ahora anda presentando en el itinerante International Ocean Film Tour su último trabajo, Nika, el calderón tropical, distribuido por la empresa local Kinema Producciones. Para su realización, contó con su ayuda y apoyo y con su embarcación.

En todo el mundo hay unas 90 especies de cetáceos, y en el océano que rodea a Tenerife se han llegado a ver unas 23; ballenas jorobadas, rorcuales, falsas orcas, cachalotes, zifios, etcétera. De estas, el delfín mular y el calderón tropical viven de manera permanente en las aguas de la costa suroeste de la isla canaria, una zona protegida de los vientos predominantes. Son unos vecinos más que residen en una franja marina catalogada como Zona Especial de Conservación (ZEC), que se extiende entre las puntas de Teno y de La Rasca. El lugar con mayor biodiversidad de cetáceos de la Unión Europea. Un santuario y el lugar de trabajo de Hernández. A bordo de su lancha, cuenta a El Viajero que “antes esto lo tenía para los turistas. Gracias a los vídeos de Felipe, las redes sociales, la gente de aquí ha empezado a venir”. Felipe graba a los cetáceos y Sergio los busca desde 2002.

Primero lo hizo en un pequeño velero, El Bonadea, siendo uno de los pioneros del sector. Después en un catamarán, El Bonadea II, nombre con el que hoy todavía se le conoce, aunque desde 2018 navegue con el El Bonadea II. Diomedea, una lancha neumática semirrígida que, o está atracada en el pantalán número 4 de Puerto Colón, o en busca de cetáceos y otros animales en la mencionada ZEC. “Nosotros tratamos de hacer la actividad de la mejor manera posible para provocar el mínimo impacto sobre los animales y la zona a la que vamos”, cuenta mientras prepara la embarcación para salir al mar. De ahí que, además de navegar para buscar, ver y observar cetáceos y otros animales, haga labores de protección del medio marino, proyectos de investigación y limpieza de basura plástica en el océano. Acciones que realiza con sus clientes a bordo. Es una experiencia divulgativa y educativa de cara a la concienciación, protección y conservación del medio marino.

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A la lancha se embarca a las nueve de la mañana (también a las 11.30) y descalzo. Mide siete metros de eslora por 2,5 de manga. Un espacio con capacidad para 10 pasajeros que se tienen que repartir entre la proa y la popa, amarrarse bien los gorros y las gorras para que no se vuelen y nunca ponerse delante de Hernández, por seguridad y visibilidad, para que pueda dar con los animales. Él sabe dónde suelen estar. Tiene ojo. Olfato. Instinto. Durante la navegación está prohibido fumar y arrojar comida a los animales. Avisa de que, a veces, puede salpicar un poco de agua. Por el diseño de la embarcación, los pasajeros van pegados al agua, lo que hace que los animales se acerquen mucho más que si fuera un barco grande.

Una vez fuera de los diques del puerto, explica que sale antes que el resto de embarcaciones y vuelve a zarpar cuando el resto regresa. Muchos otros negocios lo que hacen es seguirle, así se ahorran ese trabajo de búsqueda. Pero él intenta estar solo en el mar porque así los animales están más tranquilos. Si encima el mar está planchado, no hay olas, resulta más fácil dar con los cetáceos y con las aves marinas, como el pez volador (que parece un hidroavión y emite un sonido que parece un dron), las pardelas cenicientas (aves migratorias que descansan en el agua y después vuelan de regreso a los nidos que han hecho en los barrancos) y gaviotas. “Donde hay gaviotas es probable que haya plástico”, apunta Hernández.

Muy pronto y de repente emerge un grupo de calderones. Lo que se ve de ellos es el 20% de su cuerpo. “No es extraño que algún calderón se acerque al barco”, cuenta el capitán de la expedición. Son muy tranquilos y pacíficos. Resulta que uno de los calderones es Diomedea, la que da nombre al barco. Él tiene a tantos calderones identificados que le basta con ver una aleta para saber quién es. También explica que a los calderones les gusta comer calamares. Que para ello tienen que sumergirse a unos mil metros de profundidad, algo que hacen durante unos quince o veinte minutos y que les supone un gran desgaste. Mientras tanto, sus crías lactantes les esperan en la superficie. En ese momento en el que están solas, pero en grupo, corren el riesgo de ser atacadas por tiburones y orcas. Los calderones machos adultos no corren ese peligro, miden tanto como su embarcación, además de ser animales muy territoriales que pueden vivir entre 40 y 60 años.

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El patrón también sale a navegar equipado con un hidrófono para escuchar cómo se comunican entre sí los cetáceos. Estos animales emiten dos tipos de sonidos: una especie de silbido que usan para comunicarse entre ellos y otro que les sirve como GPS, la ecolocalización. Este es un sistema que usan cuando se sumergen a mucha profundidad, a comer, en zonas donde no hay luz y no ven. Se valen del eco, como los murciélagos, para desplazarse y orientarse. Al tener los ojos a los lados, el mismo sistema también les sirve para saber qué tienen delante.

Llega un momento en el que la salida se convierte en una clase de biología marina en medio del océano, rodeados de los animales que a uno le están explicando y con la isla de La Gomera al fondo. Durante las dos horas que dura la navegación no se echa en falta ni la comida, ni la bebida, ni la música que ofrecen las empresas que realizan excursiones marítimas recreativas, que no son solamente avistamientos de cetáceos. La empresa de Hernández está adherida a la Carta por la Sostenibilidad de Turismo de Tenerife, aunque el valor añadido de la misma es él.

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Le contactan los clientes directamente, peninsulares y canarios en un 75%. Son clientes que buscan una actividad en un entorno natural lo más ecológica y lo menos invasiva posible con los animales. A él le vale con salir una o dos veces al día al océano para sobrevivir e inocular a sus clientes una dosis de divulgación para que sean sensibles con el entorno, para que lo disfruten, cuiden y mimen como si fuera un arrecife de coral. Como si fuera su hogar.

Guía práctica

Cómo ir

En los algo más de dos mil kilómetros cuadrados de superficie que tiene Tenerife, en la que viven casi un millón de personas, hay dos aeropuertos separados por unos cincuenta kilómetros: el del Norte y el del Sur. En ambos da servicio la aerolínea Iberia Express desde Madrid y otras ciudades peninsulares. El primero es el de Los Rodeos, el segundo es el Reina Sofía, el más cercano a los municipios de la costa suroeste, donde se encuentra la embarcación Bonadea II. Diomedea.

Cómo moverse

Es aconsejable alquilar un coche. Hay empresas de alquiler de coche en los dos aeropuertos de la isla. Se puede coger el coche en uno y devolverlo en el otro. La empresa local Cicar puede ser una buena opción por precio y número de oficinas que tiene repartidas por todo el archipiélago canario.

Dónde dormir

Una buena opción es alejarse un poco de la costa suroeste, para evitar el jaleo y los complejos hoteleros tipo resort, y alojarse en localidades del interior o costeras del norte de la isla, como Icod de los Vinos, Puerto de la Cruz o La Laguna.

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