Al poco del inicio de la invasión a gran escala rusa de Ucrania en febrero del 2022, Armin Papperger, director ejecutivo de la empresa de armamento alemana Rheinmetall, entregó al Ministerio de Defensa de Alemania una lista de material militar, incluidos tanques y camiones, que la compañía estaba en condiciones de suministrar sin dilación al país atacado. “Habíamos hecho los deberes antes de la invasión”, presumió Papperger entonces en una entrevista con el semanario Focus sobre lo preparada que estaba su empresa ya antes del estallido de la guerra.
La agresión rusa a Ucrania ha convertido a esta empresa en un gigante de la fabricación de armas en Europa y obliga a su director ejecutivo a vivir escoltado tras desvelarse en 2024 un complot de Putin para asesinarle
Al poco del inicio de la invasión a gran escala rusa de Ucrania en febrero del 2022, Armin Papperger, director ejecutivo de la empresa de armamento alemana Rheinmetall, entregó al Ministerio de Defensa de Alemania una lista de material militar, incluidos tanques y camiones, que la compañía estaba en condiciones de suministrar sin dilación al país atacado. “Habíamos hecho los deberes antes de la invasión”, presumió Papperger entonces en una entrevista con el semanario Focus sobre lo preparada que estaba su empresa ya antes del estallido de la guerra.
Con la amenaza rusa a la seguridad del continente, Rheinmetall, una empresa más que centenaria que hace doce años parecía abocada al declive, se ha transformado en un gigante de la fabricación de armas y en una fuerza central en la remilitarización de Europa. Y su director ejecutivo se ha convertido en el rostro del rearme alemán y en una figura clave en el proceso de industrialización armamentística que Bruselas bendice. Papperger ha viajado varias veces a Kyiv, donde el presidente, Volodímir Zelenski, le recibe con gran deferencia.
“Hay que pensar de modo estratégico; se tiende a pensar operativamente, pero no debemos repetir los errores de los últimos treinta años”, dijo Papperger en una reciente videoconferencia con corresponsales extranjeros en Alemania. “Si de la noche a la mañana terminara la guerra en Ucrania, cosa que todos queremos, lo que producimos para Ucrania iría en parte a los arsenales de los países de la OTAN, y otra parte se quedaría en Ucrania, puesto que el país seguirá teniendo necesidades de defensa”, subrayó este ingeniero de 62 años, que se expresa de modo afable y directo.
Armin Papperger sostiene que, en defensa, “hay que pensar de modo estratégico”, y que Europa necesita equiparse militarmente para una posible guerra y disuadir así al enemigo de iniciarla
Cuando los debates televisivos se acaloran entre quienes defienden el pacifismo a toda costa y quienes llaman ya a agarrar el fusil, Papperger despliega un enfoque sereno y pragmático sobre la necesidad de equiparse para una posible guerra y disuadir así al enemigo de iniciarla.
Armin Papperger nació el 30 de enero de 1963 en una aldea cerca de la ciudad bávara de Mainburg, donde creció junto a tres hermanos. El padre era hojalatero. Paradoja: el joven Armin no hizo el servicio militar, entonces obligatorio para los varones, porque se había roto una pierna y fue dispensado. Estudió ingeniería mecánica en la Universidad de Duisburgo y se licenció en ingeniería.
En 1990 inició su carrera profesional en Rheinmetall como ingeniero de control de calidad, y luego fue ocupando puestos directivos y ascendiendo hasta que en el 2013 se convirtió en director ejecutivo. Así pues, ha pasado más de la mitad de su vida en esta empresa con sede en Dusseldorf, que fue fundada en 1889 para producir acero y munición para el imperio alemán.

Gusi Bejer / Colaboradores
Cuando hace doce años asumió las riendas del consejo de administración, las acciones de Rheinmetall estaban por debajo de los 40 euros. Su precio actual es de casi 1.700 euros. La guerra de Putin ha cambiado las cosas, pero ya antes Papperger había dado impulso a la compañía.
Con 30.000 trabajadores, Rheinmetall aspira a alcanzar los 50.000 millones de euros en facturación para el 2030. En el 2021, un año antes del ataque ruso, esa cifra era de 5.700 millones, y cerró el ejercicio del 2024 con 9.800 millones. Le llueven pedidos de toda Europa y de la propia Alemania, cuyo Gobierno ha planificado inversiones multimillonarias en defensa.
Hace dos años Rheinmetall creó junto a una empresa estatal ucraniana una fábrica en suelo ucraniano donde se producen vehículos blindados de combate; acaba de firmar acuerdos para sendas plantas en Bulgaria y Rumanía, y tiene centros de producción en varios otros países europeos. “España es uno de nuestros principales centros de municiones; tenemos pedidos del Gobierno español de munición de artillería y de munición para tanques, y los arsenales españoles se llenarán”, dijo Armin Papperger.
Para suavizar la imagen de Rheinmetall, Papperger ha invertido en proyectos comunitarios y patrocinios deportivos, como el polémico acuerdo firmado con el club de fútbol Borussia Dortmund en mayo del 2024 por tres años. El meteórico ascenso de Rheinmetall también ha convertido a Papperger en algo más que un objetivo de las protestas de izquierdistas contra la guerra, que intentan acampar frente a su casa.
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Vladímir Putin le tiene en el punto de mira. En julio del 2024 trascendió que los servicios de inteligencia de Estados Unidos habían detectado un complot ruso para asesinarle, y alertaron a sus homólogos alemanes. Desde entonces, vive escoltado. ¿Cómo lleva esta vida bajo vigilancia las 24 horas, similar a la que tiene el canciller Friedrich Merz?
“El panorama de amenazas ha cambiado, incluso para particulares, incluyéndome a mí. Estoy muy agradecido a la República Federal de Alemania y al estado de Renania del Norte-Westfalia por desarrollar un concepto de protección que nos brinda a mí y a mi familia cierto grado de seguridad. La seguridad absoluta es imposible, pero esta tarea debe hacerse. No tiene sentido rendirse y huir cuando las cosas se ponen difíciles; hay que hacerlo, y créanme, se está haciendo”.
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