El folk con voz femenina se adueña de Vic

Moderno, clásico o experimental, el folk con voz femenina se desplegó en la segunda jornada del Mercat de Música Viva de Vic con acentos y tradiciones variadas de corte peninsular, del flamenco al fado, del gallego al euskera. En una jornada con 18 actuaciones de generosa variedad musical sobresalieron artistas como Lorena Álvarez, Ángeles Toledano o Fillas de Cassandra que demuestran el buen estado de forma de las músicas que de una u otra forma miran atrás, a la raíz, para desde ahí saltar hacia el presente.

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 Lorena Álvarez, Ángeles Toledano o Fillas de Cassandra demuestran la buena salud de la raíz  

Moderno, clásico o experimental, el folk con voz femenina se desplegó en la segunda jornada del Mercat de Música Viva de Vic con acentos y tradiciones variadas de corte peninsular, del flamenco al fado, del gallego al euskera. En una jornada con 18 actuaciones de generosa variedad musical sobresalieron artistas como Lorena Álvarez, Ángeles Toledano o Fillas de Cassandra que demuestran el buen estado de forma de las músicas que de una u otra forma miran atrás, a la raíz, para desde ahí saltar hacia el presente.

Destacó por su buena acogida Lorena Álvarez, y no solo porque contara con un buen puñado de fans entre el público de la sala Ramon Montanyà. La cantautora rompió moldes haciendo lo contrario de lo que es norma: canciones largas, letras diáfanas hasta rayar lo naif y pocas añadiduras electrónicas más allá del eco que utlizó en algunas partes de las únicamente seis canciones que le dio tiempo a interpretar pese a exceder en casi 10 minutos los tres cuartos de hora programados.

Álvarez presentó seis temas de su próximo disco, El poder sobre una misma, relatos introspectivos sobre el amor, la autoestima o los problemas mentales interpretados por un solvente trío donde destacó el papel de la mandolina y la guitarra, instrumento que también utilizó Álvarez desde la inicial Cuando el amor crece de cálido aroma mediterráneo. La voz luminosa de la asturiana envolvió todas las piezas, pareados con aroma a inocencia incluso al hablar de agujeros emocionales, caso de Una mirada oscura. Aunque fue la excepción en la actuación, donde la artista tuvo que pedir ayuda a las palmas en Se me daba cuidao a un público demasiado respetuoso con lo que sucedía en el escenario.

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Rocío Márquez y Pedro Rojas, durante su actuación en el teatro de L'Atlàntida

Entre bromas y gestos espontáneos, la asturiana se metió al público en el bolsillo aunque tuvo que recortar repertorio cerrando con Increíble a golpe de guitarra alegre y órgano de fiesta mayor. Como regalo, el cuarteto marchó del escenario cantando a guitarra, sin micros ya, la jota Dos pájaros en un almendro entre la alegría del público. No fue así para el responsable de sala, sulfurado por el retraso en el horario, como estricto fue su homónimo del día anterior, que obligó a Jay-Jay Johanson a bajarse de la butaca a la que había subido, finalizada ya su actuación, para cantar junto al público My way.

Más seria salió al escenario Ángeles Toledano, que tomó el relevo de Rocío Márquez en lo que a flamenco se refiere. Si el concierto inaugural se convirtió en una performance en toda regla, el de la jienense de 30 años tuvo algo más de tradicional, aunque la puesta en escena inicial, con la cantaora envuelta en un anillo de luz roja claustrofóbica y vestida de blanco, como la novia de Drácula, apuntaba atrevimiento. Era sin embargo un atuendo adecuado para presentar su primer disco, Sangre sucia, donde transita por diversos palos flamencos aliñados con algo de electrónica y el uso de estructuras propias del pop en sus temas, donde guitarra, percusión y voz entran cuando y donde corresponde, sin lugar a la improvisación.

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Jay-Jay Johanson, durante su actuación dentro del Mercat de Música Viva de Vic

Así fue desde las iniciales Soleá y la bulería Nocturna manzana que entonó con garra, sentada como una reina en el centro del escenario acompañada por dos cantaoras, guitarra flamenca y percusiones. Sola a voz y guitarra, con el escenario prácticamente a oscuras, sonó una taranta espiritual por la que flotaba el theremin, en esta mezcla de tradición y actualidad que gusta a la jienense, antes de alzarse para cantar unas alegrías a coro, abrazada a las dos coristas, y romper con su sonrisa el halo de oscuridad con que había arrancado el concierto.

Los jaleos de Mamá tenías razón vinieron precedidos de lo más puramente flamenco del concierto: un lucimiento de las cantaoras con el ritmo procesional de la percusión que contrastaba con la transformación de Seguiriya en un drum&bass con luces estroboscópicas, contraste radical con la versión recogida de Qué bonito aquella noche, de Las grecas, que interpretó sentada junto al guitarrista.

Fillas de Cassandra
Fillas de Cassandra
Xavi Torrent

Menos maniatado por las normas que el flamenco, el folklore gallego también tuvo su representación de la mano de Fillas de Cassandra, que entregaron a mediodía el espectáculo Últimas Dionisíacas, festiva propuesta de directo en clave reivindicativa en el que injertaron dos temas de nuevo cuño todavía sin título y sin terminar. Es por eso que las viguesas María Soa y Sara Faro las interpretaron a dúo y con piano, notándose todavía las muchas aristas por pulir aunque denotaban el mismo estilo: bases electrónicas se mezclan con panderetas, tambores, panderos y aturuxos, como se denominan los gritos que lanzan mientras cantan.

Las dos novedades sonaron a mitad del bolo arrancó con Amenecerse y Decruarse, dos temas no grabados que interpretaron con bases y canto coral en formato de cuarteto femenino para coger pronto timbal, teclados y panderetas. En Cassandra entró el beat con fuerza, como después sucedió con Eco, para pasar a la muñeira As moiras, a ritmo de pandero, en esta reinterpretación con ojos de mujer de la mitología griega. Música alegre que ganó energía con las rítmicas Tataravoas y Lisístrata, en las que invitaron al público al baile, aunque pocos se animaron en esta feria de negocios.

Sofia Leão, en la iglesia Dels Dolors de Vic
Sofia Leão, en la iglesia Dels Dolors de Vic
Cesc Maymo

En otros parámetros se movieron las actuaciones de la dupla Verde Prato y Claraguilar y la de la portuguesa Sofia Leão, ambas en una iglesia Dels Dolors que se está ganando un lugar protagonisma en su primera presencia como escenario dentro del Mercat. La vasca Ana Arsuaga y la catalana Clara Aguilar presentaron un proyecto creado en apenas 10 días de residencia musical que sobresalió por la fina y preciosista voz de la conocida como Verde Prato, apoyada por Clara Aguilar mediante electrónica ambiental y guitarra eléctrica, que tanto le valió para el minimalismo instrumental de Limón como para añadir riffs distorsionados de rock duro a Luz Isilean. Entre medio brilló la voz de Prato, especialmente en Ez zinen, una suerte de nana que finalizó a capela, utilizando su propia reverberación a la manera de un coro, cantando en el centro del altar sin que le hiciera sombra en ningún momento el enorme retablo barroco a su espalda.

Tampoco se empequeñeció Sofia Leão, que con 18 años realizó su primer concierto lejos de Portugal para presentar el álbum Mar con el que se presenta a la música mediante composiciones intimistas sustentadas en una voz sólida y delicada al mismo tiempo, caso de Não seria tão triste o Calma. La hija de Rodrigo Leão, fundador de Madredeus, actuó sola a los teclados utilizando ocasionalmente instrumentos grabados como la viola, el bajo o el acordeón en un concierto breve donde regaló una versión de Valsa para uma meniniha, de Vinicius y Toquinho.

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