¿Qué planes tienes para el próximo mes de mayo de 2026? Si aún no lo sabes, lo cual es bastante posible, te animamos a que vivas una de las experiencias que te cambiará la vida para siempre: visitar el Himalaya Oriental. En el extremo oriental del subcontinente indio, donde las nubes se enredan en las cumbres y los monasterios se aferran a los acantilados, se despliega un viaje que es mucho más que un recorrido geográfico. Desde la vibrante Calcuta, con su legado colonial y su energía desbordante, hasta los valles serenos del Estado de Sikkim y los paisajes místicos de Bután, te proponemos un itinerario que invita a descubrir tres mundos fascinantes en un solo viaje con la mirada curiosa del viajero y el respeto del explorador.
Desde la vibrante Calcuta, con su legado colonial y su energía desbordante, hasta los valles serenos de Sikkim y los paisajes místicos de Bután, así es el recorrido por el Himalaya Oriental
¿Qué planes tienes para el próximo mes de mayo de 2026? Si aún no lo sabes, lo cual es bastante posible, te animamos a que vivas una de las experiencias que te cambiará la vida para siempre: visitar el Himalaya Oriental. En el extremo oriental del subcontinente indio, donde las nubes se enredan en las cumbres y los monasterios se aferran a los acantilados, se despliega un viaje que es mucho más que un recorrido geográfico. Desde la vibrante Calcuta, con su legado colonial y su energía desbordante, hasta los valles serenos del Estado de Sikkim y los paisajes místicos de Bután, te proponemos un itinerario que invita a descubrir tres mundos fascinantes en un solo viaje con la mirada curiosa del viajero y el respeto del explorador.
La siguiente pregunta es: ¿cuándo y cómo puedes apuntarte a este viaje al Himalaya Oriental? El próximo 17 de mayo de 2026, y durante 14 días, un grupo de viajeros (del que tú también puedes formar parte), junto con Álvaro Planchuelo —arquitecto, fotógrafo, arqueólogo y alma inquieta— y EL PAÍS Viajes, se adentrarán en monasterios suspendidos en el tiempo, mercados en las montaña, fortalezas dzong y caminos que serpentean entre las nubes. Este es un viaje para quienes buscan belleza, profundidad y autenticidad en cada paso. Un encuentro entre la naturaleza y la espiritualidad.

Calcuta, legado colonial y energía desbordante
Calcuta, la capital de Bengala, es una de las ciudades más pobladas de la India con casi cinco millones de habitantes. Con unos 2.000 años de historia, está marcada por su pasado colonial. La ciudad fue nombrada capital de la India británica en el siglo XVIII y sería así hasta principios del siglo XX, lo cual hace que conserve aún muchos edificios ocupados por los británicos que contrastan con el bullicio de sus calles. En Calcuta hay mucho por ver: el Victoria Memorial, que es probablemente el más impresionante vestigio arquitectónico de la época del Raj; el templo de Kali, junto al cual se levanta el hospital de la Madre Teresa, su “hospital para indigentes moribundos”, y el puente Howrah sobre el río Hoohglyu, a través del cual pasan más de dos millones de personas al día. Para relajarse del agitado ritmo de la ciudad, hay que dirigirse a los Jardines del Edén, junto a los bancos del Hooghly, con su pagoda traída de Myanmar en 1856.
Entre Calcula y Sikkim, en el extremo oriental del Himalaya, se ubica la ciudad de Darjeeling, la famosa localidad vacacional en tiempos de los británicos rodeada de plantaciones de té. En la época colonial, esta ciudad, situada a más de 2.000 metros de altura, ofrecía un clima más refrescante que en el resto del país durante el verano. Por esa razón, los británicos se instalaron aquí, desarrollando las plantaciones de té a mediados del siglo XIX. A ello también se sumó la construcción del Ferrocarril Darjeeling del Himalaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Es curioso porque tiene una de las pocas máquinas de vapor todavía en uso en la India. “La reina de las colinas”, como se conoce también a la ciudad de Darjeeling, cuenta con las vistas panorámicas del majestuoso monte Kanchenjunga, con más de 8.500 metros de altitud. Se la considera la tercera montaña más alta del mundo.

Sikkim y sus valles serenos
El Estado de Sikkim, en la India, limita al norte y al este con China, al sudeste con Bután, al sur con Bengala Occidental y al oeste con Nepal. Su capital, Gangtok, es una ciudad muy pintoresca, a la que se puede llegar por carretera desde Darjeeling en un trayecto que dura unas cuatro horas. Lo que hace visualmente atractiva a esta ciudad es su apabullante naturaleza, ya que está situada a más de 1.700 metros de altitud en las laderas del Himalaya y rodeada de importantes picos, como Padim, Narsingh, Simbo y Siniolchu.
Antes de la construcción del monasterio de Enchey —al que hay que dedicarle unas horas— no era tan visitada, pero todo cambió en 1840, cuando se convirtió en centro de peregrinación. El hinduismo y el budismo son las dos principales religiones que conviven en Gangtok. En la ciudad hay que visitar el mirador de Tashi y el museo Tibetano, el centro de artesanía y, por supuesto, el monasterio de Enchey, conocido como el Palacio de la Soledad, en el que habitan cerca de 200 monjes, y el vistoso mercado local.

Bután y sus paisajes místicos
La entrada a Bután desde la India, en este viaje, se realiza por el sur del país, por Phuntsholing, próspera ciudad y centro comercial que conecta con el borde norte de las llanuras indias. Situado a los pies del Himalaya, constituye una fascinante mezcla entre la cultura india y butanesa, un perfecto ejemplo de la armoniosa combinación de su gente y sus tradiciones.
Desde Phuntsholing se llega por carretera a otra de las localizaciones para conocer Bután en su esencia. Hablamos de Thimphu, que la encontraremos a nada menos que a 2.400 metros de altura. En ese recorrido disfrutaremos de las bonitas vistas panorámicas del paisaje butanés. La capital y la mayor ciudad de Bután es, además, una de las ciudades a mayor altitud del mundo, que comparte puesto con Quito en Ecuador y Sucre en Bolivia. Su patrimonio monumental bien merece una visita. ¿Por dónde empezar?
En Thimphu se puede dar un paseo por su mercado local, visitar el Buda Point (Kuensel Phodrang), la estatua más grande de Buda en Bután, desde donde también se aprecian unas excelentes vistas del valle; la Biblioteca Nacional, que conserva una vasta colección de antiguos textos y manuscritos budistas, algunos de ellos de más de cien años, así como otra colección de libros de la cultura y religión de los Himalaya; el Instituto de Zorig Chusum, comúnmente conocido como La Escuela Centro de Bellas Artes, y el Museo Textil, abierto en 2001 y que perpetúa un fascinante testimonio de las tradiciones vivas de Bután.
Sin duda, hay que hacer parada en el Memorial Chorten. La construcción de este edificio por el tercer rey de Bután, su majestad Jigme Dorji Wangchuk (“el padre del Bután moderno”), fue erigida por orden del propio rey en conmemoración de la paz y prosperidad en el mundo. Fue finalizado en 1974 después de su muerte. Y el impresionante monasterio-fortaleza Tashichoedzong, que alberga la secretaría del Estado, la sala del trono de su majestad y varias oficinas de gobierno.
Desde Thimphu, la siguiente parada es Punakha. Durante la travesía se pueden admirar los principales picos de los Himalayas: Masagang (7.158 metros), Tsendagang (6.960 metros), Terigang (7.060 metros), Jejegangphugang (7.158 metros), Kangphugang (7.170 metros), Zongphugang (7.060 metros) y el Gangkhar Puensum, el pico más alto en Bután con 7.497 metros.
Antes de que la capital fuera Thimphu, le perteneció el puesto a la ciudad de Punakha. Aquí se encuentra el Dzong, la residencia de invierno del Je Khenpo (sacerdote principal) y los monjes de Tashichhodzong. Fue construido en 1637 estratégicamente en la confluencia de los ríos Pho Chhu y Mo Chhu. Ubicado en medio de un pinar con vistas al valle de Punakha y Wangduephodrang, el monasterio Sangchhen Dorji Lhuendrup Lhakhang alberga una estatua en bronce de Avalokiteshvara —es el bodhisattva de la compasión—, de cinco metros de altura y considerada una de las más grandes del país.

En Paro, la última parte del itinerario, aparece Simtokha Dzong, también conocida como “la fortaleza de las joyas abandonadas”. Se la conoce así por la calidad del trabajo de su madera efectuado en su torre central. Fue construida en 1627, por lo que es la fortaleza-monasterio más antigua de Bután y que ahora aloja el Instituto de Estudios de Lengua y Cultura.
La última parada de este viaje termina en Bután, concretamente en la ciudad de Paro, donde se encuentra la fortaleza-monasterio budista Ta Dzong, construido en el siglo XVII originalmente como torre de vigía y que ahora acoge al museo nacional desde 1968. Aquí se conserva una extraordinaria colección de pinturas antiguas thangkas, textiles, armas, armaduras, objetos del hogar y una rica variedad de objetos naturales e históricos. Por su parte, el Rinpung Dzong fue construido en 1646 por Shabdrung Ngawang Namgyal, el primer gobernante de Bután.
En el valle de Paro, muchos viajeros no pueden resistirse a hacer una excursión que puede llevar unas cinco horas de caminata para ver el monasterio de Taktsang, también conocido como el “Nido del Tigre”. Está colgado de una pared de 900 metros sobre el valle de Paro. Es indudablemente uno de los más famosos monasterios en Bután y uno de los centros de peregrinación más venerados del Himalaya.
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