“Lo que siento en todo momento es que nos silencian, que no nos quieren escuchar, quieren hacer leyes sin tenernos en cuenta”. Esto que pronuncia Lea Ferrer, una prostituta de 36 años, lo hacen de diversos modos unas cuantas más de esas mujeres que, insisten, lo son porque lo han decidido ellas, “cada una por sus circunstancias”, pero ellas. Por eso creen que quienes quieren legislar contra lo que entienden como su “trabajo” deberían “como mínimo” escucharlas: qué piensan, cómo viven o cuáles son esas circunstancias, “muy distintas”, que las atraviesan.
Un grupo de mujeres que ejercen la prostitución por voluntad propia piden que se reconozca su “trabajo”, hablan de cuál es su realidad y opinan sobre la norma que prepara el Gobierno
“Lo que siento en todo momento es que nos silencian, que no nos quieren escuchar, quieren hacer leyes sin tenernos en cuenta”. Esto que pronuncia Lea Ferrer, una prostituta de 36 años, lo hacen de diversos modos unas cuantas más de esas mujeres que, insisten, lo son porque lo han decidido ellas, “cada una por sus circunstancias”, pero ellas. Por eso creen que quienes quieren legislar contra lo que entienden como su “trabajo” deberían “como mínimo” escucharlas: qué piensan, cómo viven o cuáles son esas circunstancias, “muy distintas”, que las atraviesan.
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