El largo viaje de los ingenuos

La accidentada salida de la Global Sumud Flotilla dio pie a todo tipo de comentarios jocosos. Jugaron en contra de la causa, desde luego, el ambiente desatinadamente festivo y algunas sobreactuaciones durante la partida en Barcelona. También el hecho de que muchos barcos tuvieran que regresar a puerto por el mal tiempo y que el punto elegido para el reagrupamiento de la flota fuera la idílica isla de Menorca. Pero lo cierto es que, al principio, el estruendo de las críticas y chanzas proferidas contra esta misión humanitaria llegó a silenciar las bombas que día tras día caen sobre las familias de Gaza. 

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 La accidentada salida de la Global Sumud Flotilla dio pie a todo tipo de comentarios jocosos. Jugaron en contra de la causa, desde luego, el ambiente desatinadamente festivo y algunas sobreactuaciones durante la partida en Barcelona. También el hecho de que muchos barcos tuvieran que regresar a puerto por el mal tiempo y que el punto elegido para el reagrupamiento de la flota fuera la idílica isla de Menorca. Pero lo cierto es que, al principio, el estruendo de las críticas y chanzas proferidas contra esta misión humanitaria llegó a silenciar las bombas que día tras día caen sobre las familias de Gaza. Seguir leyendo…  

La accidentada salida de la Global Sumud Flotilla dio pie a todo tipo de comentarios jocosos. Jugaron en contra de la causa, desde luego, el ambiente desatinadamente festivo y algunas sobreactuaciones durante la partida en Barcelona. También el hecho de que muchos barcos tuvieran que regresar a puerto por el mal tiempo y que el punto elegido para el reagrupamiento de la flota fuera la idílica isla de Menorca. Pero lo cierto es que, al principio, el estruendo de las críticas y chanzas proferidas contra esta misión humanitaria llegó a silenciar las bombas que día tras día caen sobre las familias de Gaza. 

Después de que la flotilla liderada por Greta Thunberg sufriera dos ataques con drones en el puerto de Túnez, las bromas bajaron de intensidad.

El ensayista neerlandés Rob Riemen promociona estos días en España –ayer intervino en el Hay Festival de Segovia– La palabra vence a la muerte (Taurus), donde insiste en su idea de que solo la restauración del humanismo y la recuperación del verdadero significado de las palabras aportará luz en esta era de angustia y culto al poder, al dinero y a la tecnología entendida como una forma de control.

Shelley escribió sobre un viajero que vio las ruinas de un rey varado en la arena solitaria

Riemen se sirve para ello de escritores como George Orwell o Thomas Mann, de quienes recupera sin ambages conceptos como amor o verdad , que tan cándidos resuenan cuando se emplean en el día a día de hoy pero que, como muy bien se argumenta, urge rehabilitar. 

De Elisabeth Mann Borgese, hija menor del autor de Doctor Faustus , recuerda Riemen una sentencia de 1999: “Los utopistas de hoy son los realistas del mañana. Los realistas de hoy mañana estarán muertos”.

La rehabilitación que sugiere Riemen de la mejor tradición cultural europea invita a rescatar a un personaje literario que encarna como pocos esa inocencia luminosa, esa nobleza de espíritu que reivindica el autor. De algún modo, esa ingenuidad activa que puede aplicarse a los integrantes de la flotilla –saben que no llegarán a buen puerto– es la misma que evoca el príncipe Myshkin en El idiota de Dostoievski. 

El príncipe es un personaje que atesora todos los rasgos que hoy consideraríamos debilidades. No solo es bueno, generoso e ingenuo; es que adolece de una falta de ambición que lo condena a deambular a merced de la ambición de los otros. Pero son precisamente esas fragilidades las que hacen de él un ser poderoso: su ingenuidad expone, por contraste, la inhumanidad que guía –en mayor o menor grado– a la gente con que se relaciona.

Sidi Bou Said (Tunisia), 08/09/2025.- Vessels, part of the Global Sumud Flotilla, off the coast of Sidi Bou Said, Tunisia, 08 September 2025. The flotilla, an international maritime initiative, is expected to depart from Tunis on 10 September, as part of a multi-country humanitarian effort to reach the shores of Gaza and deliver humanitarian aid. (Túnez, Túnez) EFE/EPA/MOHAMED MESSARA
Dos barcos de la flotilla, en la costa de Sidi Buzid 
MOHAMED MESSARA / EFE

Llegados aquí, podríamos preguntarnos cuál es la alternativa al buenismo de acciones tan ingenuas como la Global Sumud Flotilla. ¿No hacer nada? ¿Confiar en que las instituciones que no hacen nada desarrollen imaginativas estrategias para seguir no haciendo nada sin que se note? ¿Es más respetable quien se queda en casa y evita mirar las imágenes terribles de Gaza que quien se enrola en una causa como la de Thunberg y los suyos, por más que entre las motivaciones de estos pueda subyacer la pulsión aventurera y algún que otro cálculo de rentabilidad política? 

Nunca pisarán Gaza, pero su gesto pone en evidencia la inacción de la mayoría. Como el príncipe ruso ante sus semejantes. La ingenuidad frente al cinismo.

Hay otros personajes literarios abocados, como el pobre Myshkin, a perseguir causas perdidas. A Don Quijote lo guiaban la bondad, el amor y el deseo de justicia (en este sentido, la flotilla es una empresa indudablemente quijotesca) y, al capitán Ahab, la obsesión de someter a la ballena.

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Pero Rob Riemen, en La palabra que vence a la muerte , se atreve a invocar el soneto Ozymandias de Percy B. Shelley, donde un viajero se topa con las ruinas de un gran rey varado en la arena solitaria. El ensayista trae a colación este poema en su descripción de un teatro del mundo dominado por Grandeza y sus acólitos, en una nada velada referencia a Donald Trump y a otros gobernantes autoritarios.

Hay una alternativa menos literaria pero más civilizada a la imagen del coloso despojado de poder y abandonado en el desierto: una celda en La Haya.

 Cultura

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