De Tokio a Tokio: del récord de Powell en longitud al nuevo techo de Duplantis

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Tokio, doble sede olímpica (1964, 2020), es ahora también doble sede mundialista, tras la edición de 1991. Todavía existían la Unión Soviética y la Alemania Oriental. Tokio’91 fue la última gran cita del atletismo antes de que esas convulsiones históricas y numerosas otras, en cascada de fichas de dominó, anticiparan el fin del siglo XX y el principio del XXI.

Aquel campeonato es recordado sobre todo por los récords mundiales de los 100 metros y el salto de longitud. Carl Lewis corrió en 9.86 y Mike Powell cayó en el foso a 8,95 de la tabla. La plusmarca sigue vigente 34 años después. Tokio’2025 es un firmamento recamado de estrellas brillantes. Todas ellas, en su esplendor individual, están contenidas entre Armand Duplantis y Faith Kipyegon, que doblará 1.500 y 5.000. Ya volveremos a ellos, a las cumbres masculina y femenina del atletismo, a su debido tiempo.

También doblará ambas distancias Jakob Ingebrigtsen. Con problemas en el tendón de Aquiles, debuta esta temporada en la pista. Lo mismo que, al aire libre, Yulimar Rojas, que tuvo algo más que problemas en el Aquiles: una rotura que la ha mantenido dos años en el dique seco. Regresa a Tokio, donde, en los Juegos de 2020-21, dejó la plusmarca mundial de triple salto en 15,67. Más tarde, en sala, en Budapest, la estableció en 15,74.

La nómina de plusmarquistas, de campeones olímpicos y del mundo, de figuras de máxima talla, es enorme. Inacabable: Noah Lyles, Letsile Tebogo, Emmanuel Wanyonyi, Cordell Tinch, Grant Holloway, Cole Hocker, Ryan Crouser, Karsten Warholm, Jordan Díaz, ShaCarri Richardson, Melissa Jefferson, Julien Alfred, Sydney McLaughlin, Femke Bol, Keely Hodgkinson, Yaroslava Mahuchikh, Chase Jackson, Valarie Allman, etc., etc.

Dos prodigios adolescentes, un hombre y una mujer, llaman la atención. Uno por presente. La otra por ausente. A los 16 años de edad, el estadounidense Cooper Lutkenhaus terminó segundo en los 800 en los Campeonatos USA, trials clasificatorios para Tokio. Su formidable registro, 1:42.27, récord mundial sub-18, carece de parangón histórico. Suscita una expectación inusitada.

La china Ziyi Yan, de 17 años, no será de la partida. Es lanzadora de jabalina. World Athletics, la Federación Internacional, prohíbe la participación en las grandes citas a atletas menores de 18 años en los lanzamientos, las pruebas combinadas, los 10.000 metros, el maratón y la marcha. Incluso, en el maratón y los 35 km marcha, la edad mínima sube a los 20 años. Yan es tercera en el ránking mundial de la temporada con 65,89. Esa marca le hubiera supuesto el oro olímpico en París. La ganadora, la japonesa Haruka Kitaguchi, realizó 65,80.

El caso de Ziyi Yan recuerda al de su compatriota Zidi Yu, de 12 años, bronce en relevos y cuarta en dos pruebas individuales en el Mundial de natación de Singapur. La razón por la que una niña puede competir en una piscina a los 12 años y una adolescente de 17 no puede hacer lo mismo en una pista de tartán admite explicaciones médicas que exceden la extensión de estas líneas. Conformémonos de momento con pensar que cada deporte es distinto. Fútbol es fútbol. Natación es natación. Y atletismo es atletismo.

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