Trump promete sanciones secundarias del «100%» a Rusia si no se llega a un acuerdo de paz con Ucrania en 50 días

El secretario general de la OTAN afirma que Ucrania recibirá una «cantidad masiva de armas» en virtud del acuerdo entre Estados Unidos y miembros de la Alianza cubrirán el coste Leer El secretario general de la OTAN afirma que Ucrania recibirá una «cantidad masiva de armas» en virtud del acuerdo entre Estados Unidos y miembros de la Alianza cubrirán el coste Leer  

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha prometido este lunes «aranceles secundarios» de hasta el 100% a Rusia si no se llega a un acuerdo con Ucrania en 50 días. Hasta la fecha, los gravámenes comerciales que Trump ha aplicado a todo el planeta no afectan a Moscú, dado que el volumen de intercambios es mínimo por las sanciones aplicadas por Joe Biden desde el inicio de la invasión en 2022. «Estamos muy descontentos y vamos a aplicar aranceles muy severos si no llegamos a un acuerdo en 50 días. Aranceles de aproximadamente el 100% que llamaríamos aranceles secundarios», ha afirmado Trump desde el Despacho Oval en una comparecencia junto al secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

En realidad, el presidente se ha equivocado y quería decir «sanciones secundarias», ha explicado después el secretario de Comercio Howard Lutnick pero la lógica es la misma. Es lo que ha hecho EEUU con Venezuela, amenazando con penalizar económicamente a quienes le compren su petróleo. Se llamen aranceles o sanciones, implica un recargo o una multa.

El anuncio es una decepción para los que esperaban un cambio drástico, uno que nunca llega. Trump le da a Putin, una vez más, tiempo extra. No son «dos semanas», la fórmula que usa una y otra vez cuando quiere postponer una cuestión, sino 50 días. El Kremlin, a estas alturas, no se toma en serio ningún plazo, tras comprobar que nunca hay consecuencias por no hacer nada y que tiene margen para intentar completar sus objetivos militares en el Este, tal y como le dijo sin tapujos en la última llamada telefónica entre ambos líderes.

Los lazos comerciales entre las dos economías son mínimos. Si hay castigos secundarios, es decir, que afecten a los países que negocian con Rusia incluso en algo vital como el petróleo, podría tener efecto, porque hay decenas de ellos (incluyendo China) que han obviado hasta ahora las restricciones occidentales. Pero en Bruselas nadie cuenta demasiado con ello, viendo cómo el presidente no es nada consistente en esta materia y cambia de opinión cada pocos días. Y sobre todo, después de que el Congreso hubiera contemplado imponer ese arancel, pero de hasta el 500%, algo mucho más oneroso.

En los últimos días el aparato tradicional republicano había sugerido que hoy habría un anuncio realmente importante, pero no ha ocurrido, no en las dimensiones especuladas al menos y soñadas en Kiev, que sufre desde hace dos meses una lluvia constante y destructiva de ataques aéreos, con misiles balísticos y drones. La mejor noticia para Ucrania, en términos relativos al menos, es que la Casa Blanca apuesta por seguir proporcionando ayuda existencial, aunque sea sin pagar por ella. Y la mejor noticia para Europa es que por primera vez, el líder Republicano ha dicho que «una Europa fuerte es una buena noticia» y ha elogiado «el fuerte espíritu» de los países del Viejo Continente plantando cara al Kremlin.

«Como saben, hemos gastado aproximadamente 350.000 millones de dólares en esta guerra con Rusia y Ucrania, y nos gustaría que terminara. No fue mi guerra, es la guerra de Biden, pero estoy intentando sacarnos de ella y queremos que termine. Y estoy decepcionado con el presidente Putin, porque pensé que habríamos llegado a un acuerdo hace dos meses, pero no parece que lo consigamos. Voy a pedirle a Mark que hable al respecto, pero hoy llegamos a un acuerdo: les enviaremos armas y ellos las pagarán. Miles de millones de dólares. Nosotros, los estadounidenses, las fabricaremos y ellos las pagarán», ha explicado el presidente, muy satisfecho de que sean otros los que financien la operación, tras meses asegurando que los europeos no han contribuido a estos esfuerzos y que cuando lo han hecho ha sido a través de préstamos, y no de transferencias a fondo perdido.

«Esto es grande, es realmente importante», ha dicho Rutte. «El presidente me llamó el jueves para comunicarme que había tomado una decisión: aportar lo necesario para que Ucrania se pueda defender de Rusia, pero quiere que los europeos paguen por ello, lo cual es totalmente lógico», ha dicho el secretario general, comprando una vez más el relato del presidente después de haber forzado a todos los aliados a comprometerse a disparar hasta el 5% el gasto en Defensa en la próxima década, un pacto sellado hace unas semanas en La Haya.

«Esto se basa en el tremendo éxito de la Cumbre de la OTAN, el 5%, pero también en la decisión de mantener a Ucrania fuerte y en la de aumentar nuestra producción industrial de Defensa. De nuevo, los europeos están dando un paso al frente. He estado en contacto con muchos países y puedo decir que en este momento Alemania está, pero también Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega. Tenemos Países Bajos y Canadá. Todos quieren participar. Y esto es solo la primera ola. Habrá más. Así que lo que haremos es trabajar con los sistemas de la OTAN para asegurarnos de saber qué necesitan los ucranianos, para poder preparar paquetes», ha añadido Rutte. «Ucrania podrá acceder a cantidades masivas de equipo militar, tanto para Defensa aérea como para misiles, municiones, etc. Si yo fuera Vladimir Putin hoy hablaría de lo que planea hacer en 50 días. Y con este anuncio, me replantearía si no debería tomar las negociaciones sobre Ucrania más en serio de lo que lo está haciendo ahora. En cuanto a Ucrania, creo que es una gran noticia para ellos».

Anoche, Trump confirmó que se mandarían los ansiados misiles Patriot, los más útiles para derribar los misiles rusos que matan cada día ucranianos, que son caros, escasos y valiosos, pero sin precisar más. Hoy dio algunos detalles más. «Recibiremos algunos muy pronto, en cuestión de días. De hecho, un par de países que ya tienen Patriots los reemplazarán por los que ya tienen. Pete Hegseth se coordinará con la OTAN», ha dicho sobre su secretario de Defensa. «Tenemos un país con 17 Patriots listos para ser enviados. No los necesitarán. Así que llegaremos a un acuerdo para que los 17, o una gran parte de ellos, se destinen al peor frente», ha dicho Trump.

En las últimas semanas varias cosas han cambiado el tono en la Casa Blanca y en sus aliados del Congreso. El presidente, aunque no haya hecho nada diferente en la práctica para cambiar las relaciones, ha criticado repetidamente a Moscú, diciendo que estaba «sorprendido y decepcionado», que «Putin se ha vuelto completamente loco» y que «está matando mucha gente». Y sobre todo, ha cambiado la actitud hacia Kiev. Ya no hay tuits diarios contra el país o Zelenski, reproches, insultos, acusaciones de belicismo y de torpedear las negociaciones de paz.

Hoy mismo, en una admisión sorprendente, Trump ha explicado que estaba un poco harto de las tomaduras de pelo en las llamadas con Moscú. «Llego a casa y le digo a la Primera Dama: ‘¿Sabes que hablé con Putin hoy? Tuvimos una conversación maravillosa’. Y ella me responde: ‘¿De verdad? Otra ciudad [ucraniana] acaba de ser atacada'», ha dicho en la comparecencia.

La emboscada en la Casa Blanca es historia antigua y el presidente incluso se desmarcó públicamente del anuncio del Pentágono este mes de que interrumpiría los envíos de baterías antiaéreas a Kiev por problemas de stock. Trump no sólo ordenó que se reanudaran las entregas de material esencial para la Defensa, sino que ha llegado a decir en la última semana que por su puesto era su deber proporcionando asistencia. «Tenemos que hacerlo, tienen que seguir defendiéndose», dijo en una comparecencia junto a Benjamin Netanyahu el martes pasado. «Todavía no he acordado la cantidad, pero van a tener algunos misiles porque necesitan protección, pero la Unión Europea la está financiando. No vamos a pagar nada, pero les enviaremos los Patriots que necesitan desesperadamente», añadió este domingo en el avión de vuelta a la Casa Blanca.

Hay movimiento también en el Congreso, cuyas dos cámaras tienen mayoría republicana, y eso también es noticia. El senador Lindsey Graham, veterano de la política exterior y aliado de Trump, prometió este fin de semana un «punto de inflexión» en las relaciones con Moscú. Después de haber viajado por toda Europa reuniéndose con los gobiernos más implicados, Graham ha impulsado una legislación para aplicar más sanciones a Rusia. Y eso sí es un giro. Su equipo está preparando legislación con apoyo de los dos partidos para castigar económicamente al invasor.

Hasta ahora Trump se ha negado, pero tras constatar que Putin se burla de él, que no será capaz de acabar con la guerra enseguida, algo que había dicho infinitas veces que «era muy fácil» y sería «inmediato», se está abriendo. La Casa Blanca esperaba poder convertir a Rusia en una ariete en su enfrentamiento de larga duración con China, invirtiendo los papeles en los que buscaron Nixon y Kissinger en los años 70, pero la operación no prospera. Al revés, como muestran las giras del ministro ruso Lavrov por Asia y los contactos constantes entre sus gobiernos.

Desde que el presidente Trump asumió el cargo en enero, Estados Unidos no sólo no ha impuesto nuevas sanciones, sino que en algunos casos, las ha flexibilizado. Y, sin nuevas sanciones, las medidas existentes pierden su vigencia. Lo que ha permitido que empresas fantasma controladas por el Kremlin muevan millones para hacerse con componentes críticos, incluyendo chips y equipo militar. Occidente lleva tres años sancionando y ampliando las sanciones para tapar los huecos que se van creando, porque los rusos y sus aliados encuentran formas de esquivar las medidas punitivas. Nuevos puertos, nuevos holdings, nuevos bancos e ingeniería contable.

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