Unos operarios que ampliaban la red de gas en Lima descubren la momia de una mujer de la cultura Chancay que falleció hace unos 1.100 años

Unas obras rutinarias, unos tubos para el gas natural, unas zanjas abiertas en plena ciudad. Nada hacía presagiar a los trabajadores de la empresa Cálidda, en Perú, que este pasado lunes iba a ser un día distinto a cualquier otro. Hasta que se toparon con un tronco de madera de guarango.

Seguir leyendo…

 La joven, cuya actividad probablemente estaba relacionada con la pesca, tenía entre 20 y 25 años cuando falleció  

Unas obras rutinarias, unos tubos para el gas natural, unas zanjas abiertas en plena ciudad. Nada hacía presagiar a los trabajadores de la empresa Cálidda, en Perú, que este pasado lunes iba a ser un día distinto a cualquier otro. Hasta que se toparon con un tronco de madera de guarango.

Esta especie de árbol se usaba antiguamente como lápida para indicar los lugares donde había tumbas. Cuando los operarios que trabajaban para ampliar la red de gasoductos en Lima retiraron una primera capa de recubrimiento de caña descubrieron una serie de platos, cuencos y botellas de la cultura Chancay, además del cráneo de una mujer.

Un pueblo que floreció en la costa central

Los Chancay fueron un pueblo prehispánico que floreció en la costa central del Perú entre el año 1200 y el 1470 después de Cristo. Esta sociedad jerarquizada, que acabó integrada en el Imperio inca, es representada especialmente por sus figuras antropomorfas llamadas ‘cuchimilcos’ y por su cerámica de “negro sobre blanco”.

Los trabajadores de Cálidda llamaron al equipo de arqueólogos de la empresa, que rápidamente se desplazaron hasta el distrito de Puente Piedra, al norte de la capital peruana. Los primeros análisis indican que el esqueleto pertenece a una mujer de hace más de 1.000 años que murió cuando tenía entre 20 y 25 primaveras.

Horizontal
Un arqueólogo trabajando en la excavación de la tumba 
Martin Mejia / Ap-LaPresse

La madera de guarango estaba situada a apenas 50 centímetros de profundidad, mientras que el fardo funerario estaba un poco más abajo, a 1,20 metros. El cuerpo se encontraba sentado, con los brazos y las piernas flexionados, acompañado de recipientes hechos de calabazas secas con restos de crustáceos, atados con cuerdas.

La momia, que aún conserva el cabello castaño oscuro, había pasado desapercibida a pesar del desarrollo urbano en este distrito de Lima, donde antiguos campos agrícolas se han convertido en barrios obreros en las últimas décadas. Alrededor del cuerpo se encontraron objetos de cerámica, como platos y jarrones decorados con motivos geométricos y figuras humanas.

Lee también

Desde 2004, la empresa Cálidda ha registrado más de 2200 descubrimientos arqueológicos accidentales. Solo en Lima, ubicada en un valle irrigado por tres ríos que se nutren de los Andes, hay más de 400 yacimientos, incluyendo decenas de huacas (santuarios) que se entrelazan con el tejido urbano actual.

“Esta zona, como casi toda la zona metropolitana, tiene una ocupación prehispánica muy densa, con restos que llegan hasta los 10.000 años antes de Cristo”, dice el arqueólogo Jesús Bahamonde. La tumba hallada ahora está en un buen estado de conservación, dentro una estructura formada por grandes piedras.

Vertical
La mujer tenía entre 20 y 25 años cuando murió 
Cálidda / EFE

“En el sitio aparecieron también muchos objetos relacionados con la pesca artesanal como redes, flotadores de madera… que indicarían un poco qué tipo de actividades pudo realizar esta mujer”, añade. Los restos de caracoles marinos y cangrejos muestran parte de la dieta de esta sociedad costera.

Es común encontrar en la costa peruana tumbas, entierros y restos de individuos momificados. Normalmente, según explican los expertos, estos cuerpos suelen hallarse momificados de forma natural, generalmente en zonas desérticas, con la piel deshidratada por el calor del verano.

Sentada, con las manos cubriendo el rostro

Aún así, también se han descubierto casos en que los cuerpos fueron sometidos a procedimientos de embalsamamiento por razones culturales y suelen encontrarse en posición sedente, con las manos cubriéndo el rostro.

“Al identificarse algún hallazgo arqueológico se puede detener la obra y se procede a su verificación con el objetivo de salvaguardar el patrimonio arqueológico que se encuentra en el subsuelo”, informó Marcio Mayta, coordinador de Gestión Ambiental y Arqueología de la empresa instaladora del gasoducto.

 Cultura

Te Puede Interesar

  • Tiempo de clásicos para la historieta

  • La vida, tutorial de uso

  • Un cambio legal convierte la música y el teatro en refugio para inversores

  • Los 27 libros para el verano que recomiendan las firmas de ‘La Vanguardia’