Los blancos, que se impusieron en el Carpena tras una gran segunda mitad, se enfrentarán al Valencia Basket por el título. Campazzo, Hezonja y Tavares, determinantes Leer Los blancos, que se impusieron en el Carpena tras una gran segunda mitad, se enfrentarán al Valencia Basket por el título. Campazzo, Hezonja y Tavares, determinantes Leer
Apagó el infierno el Real Madrid, sofocó las llamas del Unicaja, el empuje de un equipo que es todo amor propio, que murió de pie, puro orgullo, forzando la versión más competitiva de lo de Chus Mateo, que disputarán, contra el Valencia Basket, su quinta final de ACB consecutiva, la reválida del título conseguido hace un año contra UCAM Murcia. [79-86: Narración y estadísticas]
Fue el Madrid cinco nombres propios, un quinteto de máxima garantía en el que se tuvo que refugiar su entrenador para contrarrestar el ímpetu malagueño, el del equipo de los cuatro títulos en un año, despedido con honores en el Carpena. Una segunda mitad de un nivel altísimo, con Campazzo rey de la pista, Tavares (16 puntos, 12 rebotes) absolutamente dominante pese a sus problemas de faltas, Hezonja (20, ocho) imparable y Musa y Llull ofensivamente hirientes.
A todo eso tuvo que recurrir el Madrid para que la serie no regresara al Palacio, para desprenderse de la batalla continua del Unicaja, que dominó al inicio pero se fue quedando sin chispa y sin triples a la hora de la verdad.
Con la semifinal ya completamente en llamas, con la polémica y la tensión que exige una cita entre dos equipos de semejante tamaño y pujanza, el Madrid era consciente de que el infierno del Carpena no iba a descender ni un sólo grado. Y que el Unicaja, que no pudo contar con Tyson Pérez tras el esguince sufrido el domingo, iba a seguir con su energía desbordada, cabalgando con sus señas de identidad por el abismo de la eliminación. Así que los blancos, a los que les sobra experiencia en estos terrenos, tiraron de paciencia en el amanecer, en ese comienzo frenético de los locales, impulsado esta vez por el perímetro.
Porque eso, los triples, fue la diferencia con lo anterior. Osetkowski, que ni convocado fue en los dos primeros envites, se fue al descanso con sus cuatro intentos convertidos. Chus Mateo tuvo que recular pronto con sus amagos de ampliar la rotación (ahí apareció hasta Rathan-Mayes) cuando se vio 12 abajo (33-21). Fueron Llull, Hezonja y Musa (apoyados en el dominio blanco del rebote) los que echaron agua al incendio, los que avisaron a Unicaja que el Madrid no estaba dispuesto a dejarse arrollar.
Y tanto. Pues los visitantes se asentaron en el Carpena. A los nueve segundos Tavares se había cargado absurdamente con la tercera, pero acertó Mateo en mantenerlo en pista un poco más. Siete puntos seguidos del gigante propiciaron la igualada y una canasta, al fin, de su suplente Bruno Fernando, la primera ventaja blanca (51-53).
Así que a Unicaja le tocó volver a empezar, a pulsar F5 a su frenesí. Lo hizo apoyado en un enorme Balcerowski, en más triples (Díaz, Kalinoski), pero la diferencia en rebote era abismal y los mejores hombres del Madrid estaban todos entonados. En el momento de la verdad, mientras avanzaba el acto definitivo, Campazzo agarró las riendas, Tavares oscureció todo y Llull, Musa y Hezonja anotaron como de ellos se espera. Coincidió con los nervios locales, con fallos y más fallos mientras Ibon Navarro mantenía en el banquillo a Carter, Perry y Taylor.
El Facu estiró la ventaja (72-79), Tavares se fue con cinco faltas, Perry y Carter acercaron a los locales, pero una genialidad de Campazzo, un dos más uno de pura fuerza y habilidad, fue la puntilla, el remate a una semifinal de alto voltaje. El Madrid buscará contra el Valencia su primer y único título de la temporada.
Deportes // elmundo