Los científicos aseguran que tiene la capacidad para identificar amenazas, diseñar planes eficaces para frustrar al enemigo y dirigir a las tropas en el campo de batalla Leer Los científicos aseguran que tiene la capacidad para identificar amenazas, diseñar planes eficaces para frustrar al enemigo y dirigir a las tropas en el campo de batalla Leer
China cuenta con el primer comandante de inteligencia artificial del mundo. Se encuentra encerrado en un laboratorio del ejército trabajando en el desarrollo de tácticas de combate que puedan servir tanto para una guerra con fuego real como un en el ciberespacio. Los científicos que han parido a este comandante de IA aseguran que tiene la capacidad para tomar decisiones propias después de imitar -y mejorar- los patrones de mando de veteranos generales de carne y hueso. También que está preparado para dirigir a las tropas en el campo de batalla.
«En varias simulaciones de guerra, el comandante de IA ha podido identificar las principales amenazas y diseñar planes eficaces para frustrar al enemigo«, rezaba una publicación en una revista militar de Pekín, que presentaba hace unos meses un proyecto pionero a nivel mundial que había logrado dar forma a este jefe militar virtual del Ejército Popular de Liberación (EPL).
El comandante utiliza distintos avatares y los ingenieros que lo han desarrollado explican que ha logrado emular las principales cualidades de dos históricos estrategas del ejército chino: el general Peng Dehuai, conocido por sus agresivas tácticas de combate, que causó estragos a las fuerzas estadounidenses durante la Guerra de Corea, y el general Lin Bao, más templado y metódico, famoso por victorias contra los invasores japoneses en la Segunda Guerra Mundial.
Pekín puede presumir de tener ahora en su ejército a un nuevo comandante que, ante todo, es incorruptible. Este último punto es muy importante en medio de la enorme campaña anticorrupción que se ha llevado por delante a muchos altos cargos militares, empezando por el ex ministro de Defensa, Li Shangfu, un veterano general de 66 años que el año pasado fue oficialmente expulsado del Partido Comunista.
«Aprovechándose de su posición, se enriqueció con enormes sumas de dinero para buscar beneficios inapropiados personales», anunciaron la prensa china, que también desveló que otro ex ministro de Defensa, Wei Fenghe (ocupó el puesto entre 2018 y 2023), había sido expulsado del partido por otro caso de corrupción.
La cartera de Defensa que habían llevado tanto Li como Wei, a diferencia de sus homólogos de Occidente u otros países asiáticos, tiene un peso más diplomático y ceremonial que de toma de decisiones políticas. En China, es la poderosa Comisión Militar Central la que realmente dirige los asuntos militares. Este órgano está formado por siete personas, entre ellas se encuentra el ministro de Defensa, pero siempre por debajo en la escala de mando de dos vicepresidentes y del presidente Xi Jinping. El omnipresente líder también está al frente de esta comisión como la máxima autoridad militar del país.
La caída de Li, junto con otros nueve generales de su confianza que también serán juzgados por un tribunal militar, se relacionó con la compra irregular de equipos militares durante la etapa del ex ministro al frente de la Fuerza de Apoyo Estratégico, una organización que se encargaba de jubilar a los viejos mandos del ejército y de mover las fichas adecuadas para la modernización del EPL, empezando por la adquisición de equipamiento militar como aviones de combate rusos Su-35 y sistemas de misiles de defensa aérea S-400.
El pasado diciembre, desde Estados Unidos, el Pentágono publicó un informe sobre el avance militar de China en el que destacaba que la actual purga de corruptos en los niveles más altos del EPL estaba obstaculizando los esfuerzos de China para lograr la pretendida modernización de la fuerza de combate más grande del mundo. En Pekín, las fuentes consultadas lo entienden de forma inversa: la limpieza es necesaria para quitarse a los veteranos mandos militares que sólo buscan enriquecerse y avanzar hacia el objetivo de formar un «ejército de clase mundial», el más poderoso de todos.
Los medios estatales no paran de promocionar nuevas y sofisticadas armas: el primer avión de combate furtivo de sexta generación que fue visto sobrevolando la provincia de Sichuan, drones que pueden ser lanzados desde submarinos y un arma de microondas de alta potencia (HPM) capaz de generar pulsos electromagnéticos con una intensidad comparable a una explosión nuclear, que puede alterar o incluso destruir componentes electrónicos dentro de los sistemas enemigos.
Desde Washington, muchos analistas militares suelen resaltar que uno de los puntos débiles del ejército chino es que carece de experiencia en combate y que todavía se está poniendo al día con muchas de las armas de alta tecnología. Pero también coinciden en que la ventaja de Estados Unidos sobre China, en cuanto a fuerza militar, cada vez se está reduciendo más.
«La fuerza aérea china ha logrado importantes avances en la modernización de sus aviones, incluidos aviones de combate y bombarderos mejorados, y se está acercando rápidamente a la tecnología de los estándares estadounidenses en cuanto a los sistemas aéreos no tripulados [drones]», señalaba el reporte del Pentágono.
Investigaciones internacionales sobre armas nucleares, como la que hace el Instituto de Investigación Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI), señalan que China está aumentando considerablemente su arsenal nuclear: más de 600 ojivas nucleares tenía en mayor de 2024 frente a las 200 de 2020. Aunque están muy lejos aún de las más de 3.700 operativas con las que cuenta Estados Unidos.
«El arsenal nuclear chino no sólo está creciendo en términos de número de ojivas desplegadas operativamente, sino también en cierta diversidad y sofisticación», continuaba el Pentágono. Se espera que, a finales de esta década, la superpotencia asiática supere el millar de ojivas nucleares, las cuales pueden ser transportadas por misiles balísticos intercontinentales como el que el ejército chino lanzó al Pacífico el pasado septiembre, lo que representó el primer ensayo de este tipo conocido desde hace 44 años. En el futuro, este tipo de pruebas con misiles pueden estar dirigidas por comandantes de inteligencia artificial.
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